Miguel Valiente escribe y dirige Mía, obra que habla sobre la violencia de género y sus efectos en sus víctimas. Protagonizada por Laura Mayo, cuenta con el diseño sonoro y la música de Dustin Calderón. Además, José Carlos González participa en el diseño de iluminación y visuales, así como en la idea original. También se encuentra Elliot Kane en la escenografía. Se puede disfrutar los jueves de marzo a las 20 horas en el Teatro Nueve Norte.
Voces en off: Lourdes Guerras (Madre) Paco Vicente (Padre) Tere Vilas (Susana) Kino Gil Ribera (Él) Vicente Ramos (Policía)
Duración: 75 min. apróx. Dirección: Miguel Valiente Dramaturgia: Miguel Valiente Música y diseño sonoro: Dustin Calderón
Idea original, iluminación y visuales: Jose Carlos González Escenografía: Elliot Kane Dirección técnica: Jose Carlos González
Revisión del texto: Lena Álvarez Producción: DoceCanciones
Teaser de 'Mía'
Sinopsis de 'Mía'
Mía no es la obra teatral que seguramente cabría esperar acerca de una víctima de violencia de género; es una obra sobre la liberación, sobre los sentimientos de Elvira, que se debate entre la felicidad de una puerta que se abre y la tristeza de otra que se cierra. En la angustiosa noche en la que nuestra protagonista espera que la llamen del hospital donde está ingresado quien ha sido su pareja durante varios años, y que la ha sometido a malos tratos físicos y psicológicos, Elvira decide grabar en vídeo, un testimonio de sus recuerdos, sus sentimientos, sus agravios.
Esto la ayudará a exorcizar sus demonios internos al expresar en voz alta su dolor, su miedo, sus dudas, su soledad y, sobre todo, su vergüenza por haber soportado malos tratos en silencio. (TEATRO NUEVE NORTE).
El deseo profundo
La violencia de género es una de las lacras sociales que sigue imperando, por desgracia, cada día. Herederos de una educación heteropatriarcal, cada vez se va logrando sensibilizar y aplacar los abusos cometidos por la desigualdad entre hombres y mujeres. Miguel Valiente se lanza a mostrar las consecuencias y deseos internos de una víctima de violencia machista en Mía. A través de distintos pasajes, se conoce el origen del infierno y la pesadilla de su protagonista, así como el trasfondo familiar que muestra una réplica de estos comportamientos. Así, logra que haya una reflexión sobre la dificultad de comprender que se está en dicha situación y salir de allí. En este sentido, hay una humanidad muy clara en la forma de abordarlo, así como un compromiso para intentar realizar un reflejo cuidado en torno a las víctimas de violencia de género.
Al igual que es interesante ver el símil entre dos generaciones distintas, sucede lo mismo en la exposición de dejarse llevar por el deseo más profundo, e inconfesable, en torno a su pareja. Sin embargo, hay partes en las que hay una sensación de evolución interna demasiado acelerada, donde distorsiona el camino vital de su protagonista y puede provocar que haya una coherencia que se salta algunas explicaciones previas. Por ende, no se llegan a comprender ciertas decisiones narrativas, que hacen que el relato flaquee en la justificación que desea dar. Asimismo, se apuesta más por, inclusive, un thriller psicológico en sí, que en la realidad descarnada, lo que lleva a momentos en los que la acción prevalece más que el sentimiento. Puliendo algunos detalles que permitan llevarlo a una sensibilidad superior, podría ser un alegato muy potente en contra de la violencia.
Sola ante el peligro
Laura Mayo es la encargada de dar vida y alma a Elvira, protagonista indiscutible de Mía. La actriz, a la cual ya se ha podido ver previamente en “Ilusiones”, regresa a las tablas con un registro totalmente distinto. Para comenzar, se valora que mantenga esa frescura innata, esa cotidianidad en su forma de transmitir, que hace que sea muy fácil conectar con ella. Asimismo, no se deja llevar por esa identidad que ya se ha visto antes, sino que logra una transformación absoluta para realizar un retrato fiel a los acontecimientos que se narran. Por tanto, se siente esa incertidumbre, ese dolor y desasosiego en su forma de moverse, de expresar con el cuerpo, con la mirada, hay un trabajo dramático muy bien desarrollado. Gracias a ello, se comprueba una perspectiva distinta en su labor actoral.
También hay una metamorfosis a lo largo de la obra, que se presenta en cómo la energía navega por los diferentes estadios por los que pasa el guion. Por este motivo, no se mantiene estática, sino que se envuelve en el continuo cambio, llegando a las últimas escenas con la emoción que se desea desarrollar. Además, gracias a su trabajo interpretativo, salva ciertas flaquezas que se presentan desde el guion, sosteniendo el discurso de una forma totalmente certera. Sin duda, es un reto que cumple con creces, a pesar de las dificultades que supone y el riesgo de dar vida a un personaje de este calibre. Por ello, es de aplaudir que haya sabido llevarlo desde la contención, del sentimiento que va explotando paulatinamente y no caer en efectos más lacrimógenos que podrían haberle quitado verosimilitud sobre las tablas.
El refugio y la cárcel
La propuesta escénica de Mía se plantea desde el epicentro de la vida de Elvira y su noviazgo, el salón de su casa. Ante el preámbulo de la espera de una noticia, se muestra el espacio común, pero lejos de presentarlo como acogedor, se deja ver la cárcel que supone para la protagonista. En este sentido, a nivel visual, se valora la construcción espacial de los distintos elementos que forman parte de la escenografía. También hay que aplaudir la selección de colores, y el juego de iluminaciones, ya que no solo marcan a nivel espacio-temporal, sino que se ha pensado en una estructura muy atractiva visualmente. Como se comentaba previamente, se lleva a ese thriller psicológico, que consume artísticamente las luces y sombras que se realizan en la construcción de la propia pieza teatral.
El vestuario es sencillo, pero efectivo, transmite, como si fuera un uniforme carcelario, el encierro, con estos pequeños detalles. Por otro lado, los cambios de ritmo no fluyen de una manera tan orgánica, dado que se producen distintos cortes, para clarificar si se trata de un recuerdo, una recreación o un sentimiento, pero a pesar de ser óptimo para la historia, como proceso no se unifican en una sinergia más efectiva. A pesar de ello, se comprende que haya esa elección desde dirección, pero podría jugarse mejor desde el plano técnico. Los efectos de sonido terminan por culminar la tensión que se desea exponer, lo que ayuda a hacer sentir esa incomodidad en los asistentes. Por lo cual, el desempeño técnico ha sabido retratar el efecto con el que se abandera la obra teatral.
Conclusión
Mía muestra las consecuencias en vivo de una víctima de violencia de género, explorando los distintos estadios por los que pasa su mente en un momento decisivo. Así, se establece una historia potente, donde hay que pulir algunas escenas y elecciones para darle mayor coherencia en varios aspectos narrativos del relato. Por otro lado, Laura Mayo demuestra una calidad interpretativa estupenda. Realiza una transformación total, mezclada con esa cotidianidad y naturalidad que ya se ha podido ver en trabajos previos. Asimismo, hay que aplaudir la puesta en escena, donde se apuesta por una construcción muy visual, donde los colores, la escenografía y el espacio sonoro destacan. La liberación a fuego lento con la tensión de la cárcel del alma, que acierta en el sentir artístico de esta denuncia social.
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