Mistress Dispeller, documental dirigido por Elizabeth Lo, una de las grandes sensaciones del último Festival de Venecia, que nos presenta la figura de la "ahuyentadora de amantes", una inaudita nueva profesión surgida en China a raíz del auge de las plataformas de citas online. Sé infiel, pero elige bien con quién. Seleccionada en la sección Domestic del Atlántida Mallorca Film Fest 2025 (del 27 de julio al 27 de agosto en Filmin).
Crítica de 'Mistress Dispeller'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Mistress Dispeller
Título original: Mistress Dispeller
Reparto:
Año: 2024
Duración: 94 min.
País: Estados Unidos
Director: Elizabeth Lo
Guion: Charlotte Munch Bengtsen, Elizabeth Lo
Fotografía: Elizabeth Lo
Música: Brian McOmber
Género: Documental
Distribuidor: Filmin
Tráiler de 'Mistress Dispeller'
Sinopsis
Con un acceso íntimo a dramas privados que suelen ocultarse tras puertas cerradas, el documental sigue un caso real de infidelidad que se va desarrollando a medida que Wang intenta sacar a una pareja del borde de la crisis. (Filmin)
Modernidad y tradición
Mistress Dispeller nos introduce en un terreno tan insólito como revelador, el oficio de las “ahuyentadoras de amantes” en la China contemporánea. La premisa parece casi salida de una ficción, pero es un fenómeno real que nace del auge de las plataformas de contactos y de la creciente tensión entre la vida familiar tradicional y las nuevas formas de relaciones sentimentales.
El documental traza una línea narrativa que va más allá de la mera curiosidad sociológica, lo que empieza como un retrato casi anecdótico se transforma en un espejo de un país en transición, donde las estructuras familiares se enfrentan a las nuevas libertades individuales.
Intimidad y la observación fría
Elizabeth Lo confirma en este trabajo su capacidad para observar la realidad con un ojo paciente y nada sensacionalista, la cámara se mueve con discreción, sin dramatizar ni juzgar a sus personajes. La directora no busca manipular al espectador con excesos emocionales, sino dejar que las situaciones hablen por sí solas, esa elección estilística es clave para transmitir la extrañeza y, a la vez, la naturalidad con la que en China se ha institucionalizado un oficio tan peculiar.
Lo interesante es cómo encuentra el equilibrio entre la cercanía con la protagonista y la distancia necesaria para que cada espectador saque sus propias conclusiones. Hay momentos de intimidad que rozan la incomodidad, pero también escenas observacionales que muestran la cotidianeidad de un trabajo a medio camino entre lo terapéutico y lo detectivesco.
Vigilancia extrema
Aunque hablamos de un documental, lo más parecido a una “actuación” recae sobre los testimonios y presencias captadas. La figura de la “mistress dispeller” transmite una autoridad tranquila, casi profesionalizada, pero a la vez deja entrever una vulnerabilidad, la conciencia de que su labor está siempre en el límite de lo moralmente discutible. Las parejas retratadas, por su parte, son el verdadero núcleo emocional, sus silencios, sus miradas tensas y sus intentos de salvar lo que parece ya roto transmiten más que cualquier discurso.
Una China que se filtra en cada plano
Técnicamente, Mistress Dispeller apuesta por un estilo sobrio, acorde con el tono de observación. La fotografía evita el artificio y se concentra en lo cotidiano, apartamentos estrechos, oficinas impersonales, cafeterías impersonales donde se negocian los destinos de familias enteras, esa normalidad en los escenarios acentúa lo extraordinario del fenómeno retratado.
El montaje es otro de los aciertos, se toma su tiempo para construir el relato, intercalando testimonios, seguimientos y momentos de pura contemplación. Es un estilo que refuerza la sensación de autenticidad y evita caer en el exceso melodramático.
Conclusión de 'Mistress Dispeller'
Mistress Dispeller es mucho más que la descripción de un oficio curioso en la China contemporánea, es un retrato íntimo y complejo de las tensiones entre el amor, la fidelidad y la presión social. Elizabeth Lo firma un documental lúcido, que no busca respuestas fáciles, sino que abre preguntas incómodas sobre los límites de la intimidad y el control de la vida afectiva.
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