Münter y el amor de Kandinsky, película dirigida por Markus Rosenmüller, se adentra en la relación entre dos figuras esenciales del arte del siglo XX, no solo como pareja sentimental, sino como cómplices creativos en un momento de efervescencia cultural y de profundas transformaciones estéticas. La película propone un retrato que combina el impulso apasionado del amor con las tensiones de la innovación artística, explorando cómo ambos universos —el íntimo y el pictórico— se entrelazan y se desafían mutuamente. Estreno el 3 de octubre de 2025 en salas de cine españolas.
Crítica de 'Münter y el amor de Kandinsky'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Münter y el amor de Kandinsky
Título original: Münter & Kandinsky
Reparto:
Vanessa Loibl (Gabriele Münter)
Vladimir Burlakov (Kandinsky)
Marianne Sägebrecht (Frau Mayr)
Felix Klare (Franz Marc)
Monika Gossmann (Marianne von Werefkin)
Sidsel Hindhede (Anna Roslund)
Julian Koechlin (Paul Klee)
Sergey Kalantay (Wassily Kandinsky sen.)
Lea Faßbender (Lily Klee)
Bruno Eyron (Jäger)
Ines Honsel (Maria Marc)
Peter Rappenglück (Hombre en el jardín de cerveza)
Oliver Naegele (Dr. Johannes Müller)
Año: 2024
Duración: 126 min.
País: Alemania
Director: Markus Rosenmüller
Guion: Alice Brauner
Fotografía: Namche Okon
Música: Martin Stock
Género: Drama. Romance
Distribuidor: Surtsey Films
Tráiler de 'Münter y el amor de Kandinsky'
Sinopsis
Gabriele Münter conoció a Wassily Kandinsky cuando aún soñaba con abrirse camino en el arte. Entre pinceles, viajes y el carácter inquieto de un genio atormentado, nació una pasión que los unió como amantes y como cómplices creativos.
Una mujer que amó con entrega, que inspiró y protegió un legado artístico, y que, aun así, fue relegada al olvido. Un retrato de deseo, traición y resistencia, pero también de la fuerza silenciosa de quien se niega a desaparecer de la historia.
Una historia de amor y desamor que cambió para siempre la historia del arte. (Surtsey Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Un bonito cuadro
La trama de Münter y el amor de Kandinsky se sostiene sobre una idea poderosa, cómo una mujer con talento acaba eclipsada por el brillo de un hombre que la necesitaba creativamente pero no la acompañó emocionalmente, pero el desarrollo no mantiene esa fuerza. El recorrido emocional de Münter se intuye, pero rara vez se siente en toda su intensidad.
El guion avanza de forma lineal y previsible, encuentros, pasión, viajes, discusiones y un declive afectivo que ya se adivina desde el minuto uno. La historia no sorprende, ni busca reinterpretar lo que ya se conoce; se limita a ilustrar, a veces con delicadeza, otras con cierta frialdad académica.
Sin trazo firme
Markus Rosenmüller dirige con corrección, pero sin riesgo ni personalidad, su aproximación es clásica, casi museística, planos estéticos, ritmo pausado, recreaciones cuidadas, pero poca alma, falta esa pulsión interna que convierta una biografía en un viaje emocional. La cámara observa más de lo que interpreta, y eso genera distancia justo donde debería haber intimidad.
Las escenas entre los protagonistas están rodadas con respeto, pero carecen de tensión o contradicción, algo sorprendente tratándose de una relación tan cargada de claroscuros. Los momentos en los que el arte aparece como lenguaje compartido entre ambos podrían haber sido explosivos, pero la puesta en escena los trata como postales, no como piezas vivas.
Pasión de cartón piedra
Vanessa Loibl, que interpreta a Gabriele Münter, aporta sensibilidad y cierta melancolía contenida, tiene momentos donde brilla, especialmente cuando el personaje se enfrenta a la frustración silenciosa de vivir en la sombra, pero el guion le niega grandes explosiones o matices que revelen su mundo interior. Se percibe más su resignación que su rabia, más su espera que su ambición, y eso la empequeñece.
El Kandinsky de Vladimir Burlakov es convincente como figura distante, genial y contradictoria, pero cae a menudo en el tópico del artista atormentado que destruye sin querer. Le falta hondura emocional, algo que lo saque del rol del hombre brillante que no sabe amar, y lo convierta en un personaje complejo, no solo en un icono.
Estética cuidada… pero sin alma propia
El apartado técnico de Münter y el amor de Kandinsky es uno de los puntos más sólidos, aunque también uno de los más contenidos. La ambientación está lograda, vestuario, decorados y paleta cromática evocan con acierto la Europa artística de principios del siglo XX. La fotografía se mueve entre tonos suaves y luces naturales, logrando unos cuadros visuales que recuerdan a las obras de la época, pero a veces se siente más ilustrativa que expresiva.
La música acompaña con discreción, sin imponerse, pero tampoco potencia los momentos dramáticos o románticos, todo suena correcto, pero poco memorable. Lo mismo ocurre con el montaje, ordenado, simétrico, sin sobresaltos, quizá demasiado, no hay riesgo ni intención de romper el molde, y eso hace que incluso los conflictos se sientan amortiguados por la estética.
Conclusión de 'Münter y el amor de Kandinsky'
No es fallida ni irritante, pero tampoco destaca ni emociona, tiene una historia poderosa entre manos, una protagonista que merecía más luz y un contexto artístico apasionante, pero lo cuenta con una timidez que le resta impacto. El resultado es una obra cuidada pero plana, correcta en lo visual, discreta en lo narrativo, contenida en lo emocional. Münter y el amor de Kandinsky se queda en biopic ilustrado y no alcanza el retrato íntimo o el drama pasional que prometía. Como Münter en su historia, la película vive a la sombra de lo que podría haber sido.
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