Nickel Boys supone el debut de RaMell Ross en el largometraje de ficción (anteriormente dirigió el documental nominado al Oscar Hale County This Morning, This Evening). Se trata de una adaptación del director y coguionista/productor Joslyn Barnes de la novela de Colson Whitehead ganadora del Pulitzer en 2019. Una versión muy fiel al libro, honrando tanto su espíritu como su estructura, al tiempo que consigue ser una obra cinematográfica genuinamente rompedora. Nominada a Mejor película y guion adaptado para los Oscar se podrá ver en Prime Video a partir del 27 de febrero de 2025.
Crítica de 'Nickel Boys'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Nickel Boys
Título original: Nickel Boys
Reparto:
Ethan Herisse (Elwood)
Brandon Wilson (Turner)
Hamish Linklater (Spencer)
Fred Hechinger (Harper)
Daveed Diggs (Elwood adulto)
Aunjanue Ellis-Taylor (Hattie)
Robert Aberdeen (Mr. Goodall)
Gralen Bryant Banks (Blakeley)
Ellison Booker (Hombre mayor - Protesta)
Najah Bradley (Evelyn)
Elijah Evans (Chico joven de níquel)
Isaiah Evans (Chico de níquel cítrico)
Jimmie Fails (Mr. Hill)
Año: 2024
Duración: 140 min.
País: Estados Unidos
Director: RaMell Ross
Guion: RaMell Ross, Joslyn Barnes. Libro: Colson Whitehead
Fotografía: Jomo Fray
Música: Scott Alario, Alex Somers
Género: Drama. Amistad
Distribuidor: Prime Video
Tráiler de 'Nickel Boys'
Dónde se puede comprar la novela
Sinopsis de 'Nickel Boys'
Narra la poderosa amistad entre dos jóvenes afroamericanos que atraviesan juntos las duras pruebas de un reformatorio de Florida.
Dónde se puede ver la película en streaming
La amistad como salvación
Elwood es ese chico que cree en los discursos de Martin Luther King como otros creen en el amor. Su crimen, nacer negro en el Sur de los 60. Cuando lo envían a la Nickel Academy, un infierno disfrazado de reformatorio, conoce a Turner, un superviviente que ha aprendido que confiar es un error. Juntos son fuego y agua, Elwood insiste en que "la verdad nos hará libres"; Turner susurra, "Aquí la verdad te mata".
Nickel Boys no se limita a mostrar palizas y celdas de castigo, es un estudio de cómo la opresión corroe el alma. Es mejor resistir con ética o adaptarse para no morir, el guion no da respuestas, pero cada golpe, cada mirada cómplice entre los chicos, te obliga a preguntártelo.
Belleza en medio del infierno
RaMell Ross, con su ojo documental, filma como si estuviera robando momentos prohibidos. Los planos son íntimos, casi intrusivos, una mano temblando al sostener una carta, el sudor en la nuca de un guardia, el brillo de los ojos de Elwood cuando defiende sus ideas. No hay música manipuladora ni ángulos dramáticos, la cámara respira junto a los personajes, acercándose tanto que casi se siente el olor a miedo y tierra húmeda.
Ross contrasta la brutalidad de la Nickel Academy con destellos de belleza onírica, un rayo de sol filtrándose por una ventana rota, el vuelo de un pájaro sobre el reformatorio. Son fogonazos de esperanza en un mundo que intenta apagarlos.
El dolor hecho arte
Ethan Herisse ofrece una interpretación poderosa como Elwood, su rostro es un mapa de emociones. Cuando lucha por sus derechos, sus ojos brillan como si las palabras fueran un escudo. Cuando lo golpean, su mirada se quiebra sin derramar lágrimas. Una actuación que duele de tan honesta que es.
Brandon Wilson como Turner, transmite más con un gesto, una sonrisa amarga, un hombro encogido, que con diálogos y utilizando el cinismo como armadura. Su química con Herisse es eléctrica, juntos son la luz y la sombra de la resistencia.
El sur de Estados Unidos de los 60
La Nickel Academy no es un escenario, es una bestia. Las paredes descascaradas, los barrotes oxidados, los campos de trabajo bajo un sol que no calienta, todo huele a opresión. La fotografía de Nickel Boys usa tonos terrosos, marrones sucios, verdes marchitos, para subrayar la asfixia.
El sonido es otro protagonista, los gritos ahogados, el crujir de una puerta, el silencio después de una paliza. La banda sonora, casi ausente, deja que el peso de lo no dicho llene el aire.
Conclusión de 'Nickel Boys'
Nickel Boys es más que cine, es un monumento a los que el sistema borró. RaMell Ross evita el panfleto para mostrar cómo el racismo no es solo violencia, sino una máquina que tritura almas. No es fácil de digerir, hay escenas que golpean el estómago, pero su potencia radica en no dejar que mires hacia otro lado.
Aunque su ritmo pausado puede hacer que algunos espectadores la sientan más contemplativa que narrativa, su impacto emocional es innegable.
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