Una vez más, Santiago Segura y su queridísima familia en la gran pantalla, ese nido repleto, lo han vuelto a hacer. Padre no hay más que uno 5 aterrizó ayer 26 de junio en cines de toda España, y se ha colocado como la indiscutible número 1 de la taquilla al obtener el mejor día de estreno para una película española en 2025.
Crítica de 'Padre no hay más que uno 5: Nido repleto'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Padre no hay más que uno 5: Nido repleto
Título original: Padre no hay más que uno 5: Nido repleto
Reparto:
Santiago Segura (Javier García)
Antonio Resines
Neus Asensi
Luna Fulgencio (Rocío García Loyola)
Loles León (Milagros)
Toni Acosta (Marisa Loyola)
Sílvia Abril (Carmen)
Leo Harlem (Paco García)
Carlos González Morollón (Dani García Loyola)
Marta González de Vega (Leticia)
Año: 2025
Duración: 100 min.
País: España
Director: Santiago Segura
Guion: Santiago Segura, Marta González de Vega
Fotografía: Javier Salmones
Música:
Género: Comedia
Distribuidor: Sony Pictures Releasing de España
Tráiler de 'Padre no hay más que uno 5: Nido repleto'
Sinopsis
Algunos padres experimentan la angustia del “nido vacío” cuando los hijos empiezan a abandonar el hogar. Javier, en cambio, sufre el trauma del “nido repleto”: nadie se va de casa. Última entrega de la saga 'Padre no hay más que uno'. (Sony Pictures Releasing de España)
Dónde se puede ver la película en streaming
Comedia sin evolución
El título ya lo dice todo, si en otras películas se abordaba la paternidad desbordada o el caos familiar, ahora el centro del conflicto es que nadie se va de casa. La premisa, que podría haber servido para una mirada ácida sobre la dependencia familiar o el miedo a crecer, se queda en la superficie. Padre no hay más que uno 5 se limita a enlazar situaciones cómicas, algunas nuevas, muchas recicladas, sin profundizar en ningún personaje ni en las posibles implicaciones emocionales del “nido repleto”.
La comedia de enredos funciona a base de acumulación, gritos, tropiezos, equívocos, niños traviesos, Javier desbordado y un sinfín de “momentos de ternura” que se sienten más impuestos que ganados.
Más fórmula que cine
Santiago Segura ha demostrado saber conectar con el gran público. Aquí su dirección resulta mecánica, todo parece hecho en piloto automático, como si bastara con reunir al reparto, agitar los ingredientes de siempre y dar por hecha la risa.
El ritmo es atropellado, la puesta en escena plana, y el humor, aunque bienintencionado, no sorprende. Las escenas se suceden sin una verdadera progresión dramática, y muchas resoluciones parecen llegar por inercia, no por desarrollo de personajes. Segura sigue confiando en su carisma y el de su elenco habitual, pero eso ya hace mucho que no es suficiente.
Correcta pero estancada
Toni Acosta y Santiago Segura repiten con solvencia en sus papeles, pero sin mayor evolución. Los niños, como siempre, aportan ternura y frescura, pero en esta entrega el guion les ofrece menos momentos realmente memorables.
El elenco funciona bien en conjunto, pero da la impresión de estar atrapado en una repetición de fórmulas anteriores. Además no hay personajes nuevos lo suficientemente importantes en la trama que renueven la dinámica ni situaciones que les exijan algo distinto.
Sin sorpresas
A nivel visual, Padre no hay más que uno 5 cumple los mínimos exigibles en una comedia familiar. Iluminación clara, decorados acogedores, y un montaje funcional, todo está al servicio de la ligereza del producto, sin intención alguna de aportar identidad visual o creatividad formal.
Conclusión de 'Padre no hay más que uno 5'
Padre no hay más que uno 5: Nido repleto representa el agotamiento natural de una fórmula que funcionó durante un tiempo, pero que ya no tiene nada nuevo que decir. Su humor familiar y accesible sigue presente, pero cada vez más desgastado. Lo que antes se podía sentir entrañable y caótico, ahora parece forzado y repetitivo.
Si esperabas una comedia que, al menos, intentara renovarse o profundizar en sus temas, te vas a decepcionar, en lugar de eso, Padre no hay más que uno 5 se instala cómodamente en la nostalgia de su propio éxito, sin arriesgar ni avanzar.
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