"Pandataria": El éxtasis de los expulsados

Pandataria es obra que debe su nombre a la isla perteneciente al archipiélago de las Pontinas, en el mar Tirreno, y mide 1,54 km2. En la época de la dinastía Julio-Claudia, las mujeres del imperio que no se adecuaban a las normas (adúlteras, poderosas, independientes, políticas) eran exiliadas a la isla.

En 1941, Spinelli, Rossi y Colorni acabaron en la misma isla-prisión por orden de Mussolini. Habían puesto en duda la llegada al poder del dictador. Allí, redactaron el manifiesto “Por una Europa libre y unida”.

Y eso es la obra de teatro Pandataria: el cajón de sastre, la isla prisión, la isla del marginado, del que no forma parte de la norma, del que viene del lote defectuoso, del que no es un ciudadano legal, la isla de los que sobran, de los que tambalean el mundo, de los que no son válidos. Pandataria es, por lo tanto, una utopía necesaria. Un lugar al que aspiramos llegar para eliminar esas fronteras y demostrar que todo ser humano es válido. (TEATROS DEL CANAL). 

La isla de los desterrados

Chevi Muraday utiliza Pandataria como una metáfora, y no tan metáfora, de la exclusión social para aquellos que presenta una diferencia clara ante una sociedad diáfana. Así, analiza cómo la sociedad ha ido apartando a aquellos que alzaron la voz para pedir libertad y reivindicación ante las minorías amenazadas por la falsa moral de aquel tiempo. Gracias a ello, realiza un viaje desde la dinastía Julio-Claudia hasta la actualidad, con una dramaturgia, escrita por Laila Ripoll, formada por un lenguaje poético de gran belleza, con cautiva a los espectadores desde el primer minuto. Por tanto, no se puede negar que Ripoll ha sabido dar ese golpe en la mesa sin descuidar en ningún momento la palabra y su forma.

En un tiempo en el que cada vez se apuesta más por lo cotidiano y cercano, se agradecen propuestas en las que el tipo de lenguaje mantiene ese gesto elevado, esa complejidad del significado, acompañado de una sonoridad y musicalidad que permiten este tipo de construcciones. Además, no solo encajan, y marcan, la naturaleza de la pieza, sino que establecen una identidad que contextualiza a la perfección ese camino histórico que se realiza al público desde esta obra. El mensaje es claro, es una búsqueda de exponer lo diferente y de denunciar la exclusión injustificada, no solo con respecto al género, sino a la condición social, la expresión de género e, incluso, la vivencia de la sexualidad personal.

El legado del dolor

Cayetana Guillén Cuervo capitanea este barco, que es la obra Pandataria, con auténtica decisión y entereza. Desde el principio se ve una entrega absoluta, se puede percibir la manera en la que cree en el que proyecto, tanto por su mensaje como por la manera de hacerlo. Con lo cual, su trabajo sobre las tablas lleva una fuerza muy consolidada, que se junta con un uso del cuerpo y el movimiento más que notable. Lógicamente, no está la misma soltura que performances que se dedican plenamente a ello, pero el proceso está y se puede ver en cómo se sumerge en ello de principio a fin. Sin duda, verla sobre las tablas con esta pieza es una auténtica maravilla. También mencionar que la posición de la voz y su potencia es una exquisitez, oírla es un gusto de alta calidad.

Chevi Muraday ya es toda una figura en el mundo del teatro, por lo que, no es de extrañar que siga dicha estela. La forma en la que expresa mediante la danza y la coreografía se hacen patentes desde su primera aparición. Un magnífico partenaire, que arrolla con su fuerza escénica. Por otro lado, La Merce hace un trabajo increíble, se queda en la retina, retuerce el cuerpo, se deja la piel expresivamente, transmite de una manera que traspasa al patio de butacas. Basem Nahnouh logra también brillar, sobre todo en aquellas partes que le exigen un trabajo en equipo, donde se luce como conjunto. Lo mismo sucede con Chus Western, mostrando que la danza es su principal fuerte y así lo aprovecha en el escenario. Por último, Elio Toffana tiene una personalidad que rema a favor de lo que se desea transmitir, únicamente debe vigilar la vocalización.

Escapar de la fisura

La experiencia que ofrece Pandataria no se limita a lo meramente teatral y reivindicativo, sino a la mezcolanza de artes escénicas que se posan sobre el patio de butacas. Desde el principio, se visualiza esa recreación de la isla de Pandataria que se va transformando, siendo una propuesta dinámica que sorprende y es visualmente muy potente. La danza es impresionante, goza de una riqueza en este sentido, que debe aplaudirse la gran calidad con la que ha sido construida. Por lo que, se puede decir sin ningún problema, que lo estético es uno de los aspectos más relevantes y más atractivos de la obra. También se valora que no se limita a la construcción escenográfica, sino que se combina como si fuera solo uno con el atrezzo, la transformación del espacio y las diferentes luces que forman parte del montaje. Una fantasía.

Otro de los elementos a destacar es el espacio sonoro, tanto la banda sonora como los distintos efectos que forman parte de la pieza. Un auténtico frenesí auditivo, que eleva el compendio general de la obra, donde se muestra, una vez más, que el sonido es un imprescindible como lenguaje artístico y muy bien ejecutado, puede ser una baza de gran importancia. Por otra parte, el diseño de vestuario goza de una delicadeza sutil, algo que se ve en el contraste entre el diseñado para Cayetana Guillén Cuervo y el resto del equipo, siendo una estrategia efectiva. Para terminar, el ritmo se mueve entre esa fragilidad emotiva y el puro dinamismo que otorga la performance, compaginando ambos universos de una forma certera.

Conclusión

Pandataria es una obra que reivindica a los diferentes, a los excluidos, a través de una auténtica oda artística en la que se combinan distintos lenguajes para hacer llegar un mensaje de pura fuerza. La dramaturgia goza de un cuidado exquisito, unido a un claro mensaje que se desgrana con la composición histórica de la pieza. Cayetana Guillén Cuervo está soberbia, capitaneando un elenco que transmite fuerza. Por otro lado, la puesta en escena es una maravilla, una combinación artística de gran envergadura, que embulle al espectador y le deja extasiado ante una creación que cuida tanto lo visual, como lo sonoro, lo teatral y la danza. La explosión de los marginados en un montaje que rebosa gusto, inteligencia y elegancia. Espectacular.

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