La temporada 2 de Poquita fe regresa con la difícil misión de reafirmar aquello que la convirtió en una de las comedias más peculiares y queridas de la televisión reciente: su capacidad para encontrar humor en lo cotidiano, en lo mínimo, en lo aparentemente insignificante. Tras una primera entrega que sorprendió por su frescura y cercanía, la serie busca ahora consolidar su tono costumbrista y seguir explorando, entre risas y silencios incómodos, la vida en pareja y la rutina diaria, con ese sello tan particular que combina ternura, ironía y una mirada profundamente humana. Desde el 25 de septiembre de 2025 se puede ver en Movistar Plus+.
Crítica de 'Poquita fe'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Poquita fe
Título original: Poquita fe / Poquitª fe
Reparto
Raúl Cimas (José Ramon)
Esperanza Pedreño (Berta)
Juan Lombardero (Padre de Berta)
María Jesús Hoyos (Madre de Berta)
Julia de Castro (Hermana de Berta)
Marta Fernández Muro (Madre de José Ramón)
Chani Martín (El vecino)
Pilar Gómez (Pilar)
Enrique Martínez (Riki)
Año: 2023
Duración:
País: España
Director: Pepón Montero (Creador), Juan Maidagán (Creador)
Guion: Pepón Montero, Juan Maidagán
Fotografía: Carles Gusi
Música: Víctor Coyote
Distribución: Netflix
Tráiler de Poquita fe (Temporada 2)
Sinopsis
Han pasado tres meses. Con la crisis de pareja aún por resolver, a Berta y José Ramón los echan del piso. Después de mucho buscar, uno del barrio les ofrece por un módico precio un piso al lado del que tenían, pero hasta dentro de seis meses no se queda libre. Deciden esperar y, durante ese tiempo, irse a vivir con los suegros. Un día llega la cuñada, que también se ha quedado sin casa y que se instala allí con ellos. Convivir con la familia, sea política o propia, es una prueba de fuego para cualquier pareja. Y Berta y José Ramón, ya lo hemos visto, no son los más preparados para superar pruebas de fuego.
Dónde se puede ver la película en streaming
El humor en la incomodidad
La temporada 2 de Poquita fe confirma algo que la primera ya había dejado claro, su fuerza está en encontrar oro cómico en lo cotidiano, en esos detalles de la convivencia que suelen pasar desapercibidos. La trama no necesita giros espectaculares, funciona a base de la acumulación de pequeñas tensiones que se disparan en situaciones absurdamente verosímiles. Es, en esencia, una radiografía de la convivencia forzada que, pese a su tono ligero, guarda un trasfondo muy real.
Ironía en vena
Pepón Montero y Juan Maidagán continúan explotando el estilo que los caracteriza, una dirección aparentemente sencilla, casi invisible, que coloca la cámara en el lugar justo para que la incomodidad respire. La puesta en escena no busca artificios ni grandes movimientos, sino crear la sensación de que estamos observando un pedazo de vida real, filtrado por un sentido del humor brillante.
La gran virtud de esta temporada es cómo consigue que los espacios cerrados no resulten claustrofóbicos, sino el terreno perfecto para el gag. La dirección sabe cuándo estirar los silencios, cuándo cortar en seco y cuándo dejar que la incomodidad se vuelva insoportable para arrancar la carcajada. Es un humor de tempo, de observación, trabajado con precisión.
Naturalidad en el reparto
El tándem protagonista, con Raúl Cimas y Esperanza Pedreño, sostiene la trama con una naturalidad que roza lo documental, no hay gestos sobreactuados ni guiños al espectador, sino interpretaciones que transmiten la sensación de que uno podría tener a esos personajes como vecinos.
La química entre ellos, cargada de sarcasmo y resignación, convierte cada discusión en un retrato hilarante de lo que significa compartir la vida con alguien demasiado tiempo. El mérito está en que ninguno de los personajes cae en la caricatura absoluta, son excesivos, sí, pero reconocibles, como espejos deformados de cualquier familia.
Todo queda en casa
Desde lo visual, la temporada 2 de Poquita fe mantiene su coherencia estilística, la fotografía apuesta por tonos cálidos y una iluminación sencilla, reforzando esa sensación de costumbrismo que se entremezcla con lo absurdo. El montaje sigue siendo clave, los cortes secos, los silencios prolongados y los cambios de plano aparentemente triviales generan gran parte del humor. No es una serie que brille por la espectacularidad técnica, pero tampoco lo necesita, aquí lo que importa es el ritmo, y en ese terreno el equipo demuestra una maestría notable.
Conclusión de 'Poquita Fe (Temporada 2)'
La temporada 2 de Poquita fe confirma que no estamos ante una comedia cualquiera, sino ante una propuesta que entiende la vida diaria como un terreno fértil para el humor más fino. La premisa podría haber caído en la farsa de manual, pero Pepón Montero y Juan Maidagán logran darle una frescura que combina lo incómodo con lo entrañable. La serie crece porque sabe mantener el equilibrio entre la crítica social y la ligereza, entre el retrato costumbrista y la comedia absurda.
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