El pasado septiembre se estrenó Rafa soy yo en el Festival #IMPARABLES en Nave 73, obra teatral escrita y dirigida por Cristina Hermida. Protagonizada por Daniel Guerro, Mario de la Iglesia, Sara Martínez y Juan Jiménez, con ayudantía de dirección de Paula Gironi. En noviembre volvió a Nave 73 durante cuatro funciones, logrando una recepción positiva por parte del público. Se esperan próximamente nuevas fechas de representación.
Reparto: Daniel Guerro Mario de la Iglesia Sara Martínez Juan Jiménez
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Cristina Hermida Dramaturgia: Cristina Hermida Ayudante de dirección: Paula Gironi
Voz en off: Óscar de la Blanca
Diseño espacio escénico: Berta Risueño
Diseño de iluminación: Andrea Rubio
Sonido: Daniel Guerro
Diseño de cartel: Ruth Bueno y Cristina Hermida
Asesoría de movimiento: Aleix Esqueret
Tráiler de 'Rafa soy yo'
Sinopsis de 'Rafa soy yo'
Rafa soy yo nos presenta a una escritora bloqueada que se basa en su hijo adolescente para crearme y yo, protagonista de su próxima novela, voy poco a poco alterando las vidas de esta familia. El problema es que solo ella sabe que existo.
Y ahora tú también. (NAVE 73).
Beber de la realidad
Cristina Hermida escribe y dirige Rafa soy yo, obra teatral que narra las vicisitudes de una escritora, la cual debe reformular su próxima novela y toma a su familia como principal inspiración. Desde el principio se puede ver cómo el texto navega en esa familiaridad, en un efecto coloquial, con los que desea entablar una conversación en torno al conocido síndrome del impostor, la atracción de la autoficción y, sin duda, las relaciones interpersonales, en este caso, en una familia. Por lo cual, Hermida realiza un viaje construido a partir del viaje de su creadora, para reflexionar sobre la obsesión por el éxito y el problema que hay en la falta de comunicación. El nacimiento de ese mundo irreal, que bebe de lo verídico, permite ese punto de fantasía interna, que funciona como un Pepito Grillo corrompido.
De esta forma, Hermida construye unos personajes naturales, que podrían emanar de la propia cotidianidad de cualquier familia que se encuentre en una situación parecida. Por ello, uno de sus elementos a destacar es haber sabido controlar el nivel de lenguaje coloquial en la pieza teatral. También se agradece la evolución del texto, presentando una problemática más compleja de lo que pueda parecer a primera vista. No es solo sobre una crisis creativa, sobre una crisis de identidad o familiar, sino como el sistema termina por erosionar los valores y este relato lo muestra así. Únicamente, hay momentos en los que se echa en falta algo más de dinamismo en la historia, un sobresalto, una sorpresa que impacte en el espectador. La razón no es otra que al haber tanta pincelada cercana, se pierde el asombro y lo inesperado.
La familia ¿unida?
Sara Martínez lidera el elenco actoral de Rafa soy yo, acompañada de Daniel Guerro, Mario de la Iglesia y Juan Jiménez. En primer lugar, Sara Martínez cuece una interpretación que se fundamenta en lo natural, en lo real, una búsqueda de sentir esa maternidad combinada con la imaginación que se formula en su personaje. Por tanto, logra ser una estupenda unión entre los distintos personajes. Sin embargo, se echa en falta más crudeza, más fuerza, darle un toque más emocional, íntimo, dado que hay momentos en los que no llega a impactar a la audiencia. A pesar de ello, cumple su papel de una manera notable. Después, Daniel Guerro presenta una expresividad muy sencilla y efectiva, se puede ver en su lenguaje corporal como facial una gestualidad perfecta para su personaje. Con lo cual, transporta al espectador ante ese viaje por la adolescencia que experimenta su personaje.
Mario de la Iglesia se mueve en un contraste entre personajes que le deja explorar diferentes perfiles en un corto período de tiempo. Funciona a la perfección, dándole a ambos ese toque grotesco y llevado al extremo, que le sienta muy bien a sendos personajes. No obstante, como figura paternal, adquiere una fuerza muy especial, siendo el engranaje perfecto, mientras que como agente, es un torrente hilarante, como reflejo de un petardeo que consigue sin problema. Un trabajo de aplaudir y que aporta movimiento al montaje. Por último, Juan Jiménez transmite una atracción muy especial por el influjo visual que se extrae de su posición en el medio. Junto a ello, saca partido a ese aire desenfadado y chulesco que le exige su personaje. Así logra dar aire al elenco actoral y muestra un cariz más ligero.
Entre dibujos, sueños y cuentas pendientes
La estrategia escénica de Rafa soy yo se delimita por distintos espacios en los que cada personaje puede desarrollarse de una manera eficaz. No obstante, el protagonismo lo adquieren el dormitorio y el salón de la casa. La construcción de la escenografía es resolutiva, permite que se establezca una estructura que facilita el movimiento y resulta atractiva a nivel visual. Los objetos que completan la escena también aportan a la puesta, siendo pequeños detalles los que van uniendo diferentes acciones que resuelven las escenas. El espacio sonoro tiene coherencia, como por ejemplo, el ruido, aunque en algunos momentos se dificulta el entendimiento de lo que dicen los actores. Habría que buscar la manera de resolverlo para poder mantener dicho efecto, pero sin perder la comprensión de la voz de los actores.
Los fuera de escena, bebiendo de una técnica muy reconocible en teatro, puede distraer algo, aunque la acción en primer plano esté en los acontecimientos que ocurren en ese momento. Por ello, pese a ser un elemento común y que se utiliza en muchas ocasiones, podría ser más interesante salirse del escenario completamente, para dar mayor importancia a la presencia de los actores en escena. Después, el ritmo de este montaje transcurre de una forma fluida, con partes en las que hay impacto, llegando a un final que obtiene su momento apoteósico. Como detalle, sería posible dar mayor atención a los momentos de emocionalidad e intimidad, dando más espacio a estos momentos para dotar a la pieza de más pinceladas dramáticas. A pesar de ello, el resultado es notable, siendo una experiencia grata a nivel artístico.
Conclusión
Rafa soy yo se rige por una dramaturgia natural, donde se abordan temas relacionados con la cotidianidad, conectando así con el público fácilmente. Por ello, se abordan temas como el síndrome del impostor, la gestión de las relaciones personales, la autoficción, envueltos en familiaridad. Además, se acompaña de un elenco que cumple, destacando unos estupendos Mario de la Iglesia y Juan Jiménez. La puesta en escena aprovecha bien los espacios, así como una ejecución de cada parcela de los personajes. Sin embargo, se echa en falta algo más de innovación y sorpresa, algo técnicamente más potente. A pesar de ello, es una experiencia gratificante. La inspiración y la verdad frente a frente en una reflexión que presenta la cercanía como su principal baza.
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