Con El refugio atómico, Álex Pina vuelve a demostrar su habilidad para construir ficciones de alto voltaje en torno a escenarios límite. La serie parte de una premisa tan inquietante como actual: un grupo de personas encerradas bajo tierra en un espacio pensado para protegerlos de una amenaza externa, pero donde pronto lo que se convierte en verdaderamente peligroso es la convivencia, las tensiones y los secretos que cada uno arrastra. Entre la claustrofobia del encierro y la incertidumbre del mundo exterior, la ficción se plantea como un espejo de los miedos contemporáneos y de la fragilidad de los vínculos humanos bajo presión. Se puede ver desde el 19 de septiembre de 2025 en Netflix.
Crítica de 'El refugio atómico'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El refugio atómico
Título original: El refugio atómico
Reparto:
Miren Ibarguren (Minerva)
Pau Simon (Max Varela)
Joaquín Furriel (Guillermo Falcón)
Natalia Verbeke (Frida)
Carlos Santos (Rafael Varela)
Montse Guallar (Victoria)
Alícia Falcó (Asia)
Álex Villazán (Ciro)
Vito Sanz (Nano Parker)
Omar Banana (Tirso)
Agustina Bisio (Mimi)
Miguel Garcés (García)
Agustín Otón
Año: 2025
Duración: 55 min.
País: España
Director: Álex Pina (Creador), Esther Martínez Lobato (Creadora), Jesús Colmenar, David Barrocal, José Manuel Cravioto
Guion: Álex Pina, Esther Martínez Lobato, David Barrocal, David Oliva, Lorena G. Maldonado, Humberto Ortega
Fotografía:
Música: Frank Montasell, Lucas Peire
Género: Ciencia ficción. Thriller
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'El refugio atómico'
Sinopsis
En un búnker de lujo diseñado para resistir cualquier catástrofe imaginable, un grupo de multimillonarios se ve forzado a convivir tras encerrarse ante la amenaza de un conflicto global sin precedentes. Kimera Underground Park se convertirá así en un escenario claustrofóbico para dos familias marcadas por una herida del pasado. Aislados bajo tierra y sin posibilidad de escapar, dan rienda suelta a unas personalidades cargadas de ácido sulfúrico, destapando sus secretos más inconfesables. Pero también surgen las alianzas más inesperadas. Una radiografía emocional excesiva y sorprendente de unos multimillonarios viviendo en un agujero de oro. (Netflix)
Dónde se puede ver la serie en streaming
Un agujero dorado
El refugio atómico se presenta como una serie de ciencia ficción y thriller que sobre el papel podía ser tan inquietante como fascinante: la confrontación entre privilegio y catástrofe, la ironía de una élite atrapada en una jaula dorada, sin embargo, la serie pronto muestra sus costuras. La trama se dispersa en conflictos familiares melodramáticos, rencillas pasadas y triángulos sentimentales que diluyen por completo la fuerza del planteamiento.
En lugar de explorar el terror psicológico, la paranoia o el peso de la supervivencia, la narración se centra en giros forzados y en un exceso de drama artificial que recuerda más a un culebrón de sobremesa que a un thriller postapocalíptico. Lo que debería haber sido un espejo incómodo de nuestra sociedad acaba convertido en un espectáculo hueco.
Bajo tierra, pero sin profundidad
Alex Pina y Esther Martínez Lobato ya han demostrado que saben construir universos adictivos y cargados de tensión, aquí, sin embargo, su estilo se vuelve repetitivo y estéril. La dirección apuesta por un tono grandilocuente, con escenarios lujosos, iluminación de neón y música intensa, pero rara vez consigue transmitir la claustrofobia o la amenaza externa que la premisa requería.
En lugar de asfixia, hay glamour; en lugar de tensión, hay exceso de diálogos banales, incluso los momentos que deberían ser impactantes quedan relegados a pantallas dentro del refugio, restando emoción y reduciendo el apocalipsis a un mero telón de fondo. La dirección, en suma, se queda en la superficie de un concepto que pedía audacia y crudeza.
Actores atrapados
El reparto de El refugio atómico hace lo que puede, pero el guion no les da demasiadas herramientas. Los actores principales, atrapados en personajes caricaturescos, apenas logran transmitir la tensión emocional que se supone que viven. Los millonarios parecen más preocupados por sus cuentas pendientes personales o por sus caprichos que por la inminente destrucción del mundo.
Hay sobreactuaciones, frases impostadas y una sensación de estar en un escenario teatral más que en un búnker realista, solo en contados momentos aparece cierta autenticidad, pero pronto queda ahogada por los excesos melodramáticos. La química entre los intérpretes brilla por su ausencia, y eso reduce a cenizas cualquier intento de tensión dramática real.
Un spa apocalíptico
Si algo se puede reconocer es que El refugio atómico luce bien en pantalla. Los decorados son llamativos, con un despliegue de lujo subterráneo que impresiona visualmente, sin embargo, este despliegue se vuelve en contra, en lugar de transmitir la idea de un encierro, la puesta en escena crea un ambiente artificial que resta verosimilitud.
La fotografía apuesta por contrastes intensos y colores saturados, pero esa estilización vacía termina cansando. Los efectos visuales de la guerra exterior son mínimos y se reducen a proyecciones en pantallas, lo cual resta impacto. En conjunto, el aspecto técnico refuerza la sensación de estar viendo un producto estético pero vacío.
Conclusión de 'El refugio atómico'
El refugio atómico es el ejemplo de cómo una gran premisa puede desperdiciarse por completo en manos de un guion errático y una dirección más preocupada por la forma que por el fondo. Lo que prometía ser un thriller claustrofóbico y perturbador se convierte en un melodrama de lujo, donde la amenaza externa queda en segundo plano frente a peleas familiares y diálogos de manual.
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