En un panorama televisivo cada vez más saturado de fórmulas repetidas, Romi, serie creada por Iker Azkoitia, irrumpe como una propuesta que apuesta por lo íntimo y lo humano. La serie no se limita a narrar una historia personal, sino que explora con sensibilidad los vínculos, las contradicciones y las emociones que surgen cuando los personajes se enfrentan a decisiones que marcan su vida. Con un tono cercano y realista, Azkoitia construye un universo donde lo cotidiano adquiere una resonancia especial, capaz de conectar con la experiencia del espectador. Se puede ver desde el 26 de septiembre de 2025 en Prime Video.
Crítica de 'Romi'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Romi
Título original: Romi
Reparto:
María Cerezuela (Romi)
Edurne Azkarate
Unax Ugalde (Héctor)
Asier Etxeandia
Natalia Millán (Alaia)
Elena Irureta (Garbiñe)
Miguel Garcés (Mikel)
Verónika Moral
Jon Olivares
Iñaki Font
Alvar Gordejuela
Arkaitz Gartziandia (Luis)
Mikele Urroz
Diego Herberg (Marcel)
Vasileios Papatheocharis
Año: 2025
Duración: 70 min.
País: España
Director: Iker Azkoitia (Creador), Inés París
Guion: Iker Azkoitia, Pau Bacardit, Efrén Tarifa, Almudena Vázquez, Alberto Úcar
Fotografía: Javier Alomar
Música:
Género: Drama. Thriller
Distribuidor: Prime Video
Tráiler de 'Romi'
Sinopsis
Romina Goitia, Romi, es una detective privada treintañera con un don innato para la investigación: es sorda, motivo por el que ha desarrollado una capacidad única para interpretar la comunicación no verbal y detectar la mentira. Romi complementa esta extraordinaria destreza con cierta tendencia a bordear la ley para cumplir sus objetivos, en contraste con el perfil extremadamente disciplinado y responsable de Patricia Irureta, su nueva compañera en prácticas.
Dónde se puede ver la serie en streaming
Mentiras a media voz
La trama de Romi juega con una premisa que podría haber despegado hacia el thriller psicológico y el drama personal, pero se queda atrapada a medio camino. Las investigaciones que plantean los episodios tienen momentos interesantes, especialmente cuando el guion se permite usar la discapacidad auditiva como herramienta narrativa real y no solo como rasgo identitario.
Sin embargo, hay tramas que parecen diseñadas con piloto automático, casos que siguen esquemas demasiado reconocibles y giros que se anticipan antes de que aparezcan. Lo que podría ser una serie que desmonta clichés termina rozándolos más de lo deseable.
Susurro y bostezo
El ritmo general se resiente, algunos episodios avanzan con energía, pero otros se pierden en transiciones y escenas que aportan poco al desarrollo emocional o narrativo. Se percibe una especie de prudencia, como si el equipo temiera arriesgarse demasiado con la forma, y eso, en una serie con una protagonista tan singular, juega en contra.
La dirección tampoco termina de aprovechar el contraste entre Romi y sus compañeros, hay pinceladas de buddy thriller, pero no se explota la dinámica hasta convertirla en un motor de tensión o evolución, en lugar de fricción creativa, hay convivencia narrativa.
Ojos que hablan
María Cerezuela, que interpreta a Romi, sostiene gran parte del interés de la serie. Tiene presencia, transmite sin necesidad de subrayados y sabe modular la dureza, la intuición y la fragilidad sin caer en caricaturas. El personaje funciona porque ella lo habita con naturalidad, sin convertir su sordera en un rasgo impostado o un reclamo dramático fácil.
Los secundarios cumplen sin sobresalir, hay alguno con peso dramático puntual, algún antagonista con potencial, pero nada que se quede grabado o complemente el universo emocional de la protagonista, falta un reparto coral más sólido que permita expandir el mundo de la serie más allá de su personaje central.
Intención pero sin personalidad
El apartado técnico de Romi tiene momentos correctos, pero no termina de construir una identidad visual propia. La fotografía es funcional, con una paleta que se mueve entre tonos neutros y alguna pincelada urbana fría, sin excesos ni riesgos. Sonoramente, hay oportunidades desaprovechadas, una serie sobre la sordera podría haber jugado con el sonido, o su ausencia, como herramienta narrativa, creando tensión o empatía desde el diseño auditivo. Lo que hay funciona, pero no sorprende ni potencia la historia.
El montaje mantiene la estructura clásica de thriller con toques de drama emocional, pero algunas escenas alargadas o cortes poco inspirados rompen el ritmo cuando debería tensarse. En conjunto, el acabado es profesional, pero no memorable.
Conclusión de 'Romi'
Romi no es un desastre ni una decepción total, pero sí una oportunidad desaprovechada, tiene una protagonista interesante, una premisa con identidad propia y un equilibrio de géneros que podría haber sido un acierto. Pero la ejecución se queda a medio gas, falta ambición, falta tensión y falta un enfoque más arriesgado que permita que la singularidad del personaje se traduzca en singularidad narrativa.
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