Segunda temporada de "Paraíso": Volver atrás

En la segunda temporada de Paraíso han pasado tres años desde los acontecimientos de la primera temporada y otro grupo de No Muertos, las Novavis, aparece en Almanzora. Su objetivo es destruir el pueblo para poder llevar a cabo su ritual de regeneración. La vida de los familiares y amigos de Javi y su pandilla corre peligro. A todo esto se une otro misterio: el verdadero origen de Javi, un secreto escondido por sus padres desde su nacimiento. (MOVISTAR PLUS+).

Dos misterios, una solución

Después de una primera temporada solvente, la serie creada por Fernando González Molina, Ruth García y David Oliva regresa con una segunda tanda de episodios que dan por finalizado el viaje de Paraíso. Pese a ser únicamente una temporada, se podrían dividir en dos secciones, dado que se presentan dos problemáticas muy diferenciadas. En primer lugar, se muestra una batalla que se libra con los No Muertos, lo que permite conocer nuevos personajes que no se lo ponen nada fácil a Javi, Quino, Zeta y Álvaro. Sin embargo, aunque conserva una conexión espiritual con lo precedido, termina por desmarcarse de él y crear su propia narrativa. Esta decisión hubiera funcionado mejor si hubieran decidido apostar por esta estrategia desde el primer capítulo hasta el último, pero no es así. Por lo cual, se plantean diversas incógnitas que acaban por resolverse de una manera excesivamente fácil.

Plantea personajes interesantes, como Evelyn, pero se pierde en una simplificación excesiva, como ocurre con el personaje de Mateo. Este tipo de detalles hacen que se presenten verdaderos golpes de efecto, que causan interés en el espectador, pero no logran consolidarlos a lo largo de los episodios. Asimismo, una vez comienza el sexto episodio, una leve línea argumental unen el anterior capítulo y éste. Aun así, los tres últimos episodios apuestan por una vuelta al pasado, algo con lo que los seguidores de la primera temporada se podrían sentir más a gusto. En consecuencia, no fluyen dos estrategias narrativas, que en solitario sí podrían haber ofrecido una historia potente. Al haber dos tramas muy diferenciadas, no da tiempo a ahondar en ninguna de ellas realmente. Para terminar, el final obedece a un clásico happy ending, en el que se esperaba matices menos naif.

El poder de la amistad

Llegan rostros nuevos a la segunda temporada de Paraíso. En primer lugar, Begoña Vargas ofrece una interpretación atrayente. Así, la actriz utiliza una energía muy especial, que hace que ese efecto seductor se transmita fuera de la pantalla. Por lo cual, se erige como una antagonista muy interesante. Únicamente, por la falta de consistencia desde la narrativa, termina por no explotarse todo su potencial. Sucede lo mismo con Álvaro Mel, aunque en su caso de una manera más notoria. El problema es que el actor apenas tiene un arco evolutivo, lo que hace que cumpla con su papel en escena,. En consecuencia, no sorprenda al no poder dar más por los límites de la historia. Por su lado, Laura Laprida impacta con su actuación, siendo uno de los trabajos interpretativos más destacados. Fría, directa y con una mirada gélida, estupenda.

Entre los nombres ya conocidos en la ficción, regresan Pau Gimeno, Cristian López, León Martínez y Héctor Gozalbo, como el grupo de amigos protagonista. En esta temporada hay que aplaudir el trabajo de Martínez, quién destaca por encima de sus compañeros. Pese a ello, Gimeno, López y Gonzalbo mantienen una actuación plausible y en sintonía con la primera temporada. Después, Macarena García es un seguro total, demostrando ser una actriz con gran talento. Por ello, se echa en falta más presencia, dado que hasta la mitad de la temporada, apenas tiene peso. Con lo cual, exprime todo lo que puede, pero deja con ganas de más. Luego, Iñaki Ardanaz, completa una labor en la que se aprecian distintas aristas, así como una cotidianidad precisa. Por último, María Romanillos, Patricia Iserte y Carla Domínguez presentan un trabajo fresco y verosímil ante la pantalla.

Entre recuerdos y memorias

La nostalgia sigue golpeando la segunda temporada de Paraíso, lo que permite que se asiente la identidad que busca desde su primera temporada. Ese homenaje a los años 90 sigue estando, aprovechando la simbología y la cultura pop del momento. Al igual que sucediese con la primera temporada, se agradecen esos guiños que muchos espectadores aceptarán con ternura. Uno de los aspectos más destacables es la composición sonora, donde abundan los sintetizadores, pero también sabe dar espacio a aquellos momentos de tensión y de silencio. Por ende, a nivel musical, se valora notablemente la ficción y se puede aplaudir la labor del compositor. Después, la dirección de fotografía mantiene una estética acorde con la personalidad de la serie, destacando los espacios más oscuros, que ejemplifican perfectamente ese mundo tenebroso. Tal vez se echa en falta dar con una imagen visualmente más poderosa.

La dirección de arte consigue un resultado espléndido, que ya venía precedido por lo que se había visto en la primera temporada. No obstante, mantienen ese nivel y llevan al público a esos parajes que recuerdan a pueblos como Benidorm o Denia. Gracias a ello, hay esa combinación entre la ciencia ficción más estadounidense con el sabor cañí que ofrece la cultura española. El problema que se encuentra es que todavía falta ese toque más espectacular, venderlo con un ritmo más dinámico, con fuerza y movimiento. Hay episodios en los que realmente no da la sensación de ir hacia adelante, ni hacia atrás, quedándose en un limbo que resta al resultado. A pesar de ello, el conjunto de esta ficción es disfrutable, con un componente de entretenimiento bien traído, aunque su final no le haga justicia.

Conclusión

La segunda temporada de Paraíso ofrece una díptico narrativo, en el que se da rienda suelta a un nuevo misterio y, por otro lado, una mirada al pasado. Por ende, termina por simplificar las tramas, lo que provoca que no se profundice en las puertas que se van abriendo y la resolución sea excesivamente fácil. Aun así, tiene partes que causan interés en el espectador y cumple con su función de entretener. Por otro lado, el reparto suma caras nuevas, destacando, sobre todo, Begoña Vargas y Laura Laprida. A nivel estético sigue triunfando con la composición sonora, así como por su dirección de arte. El colofón a una serie con una identidad con potencial que culmina en un happy ending estándar.

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