Sigue mi voz, película dirigida por Inés Pintor y Pablo Santidrián, basada en el fenómeno literario del mismo nombre de Ariana Godoy, explora temas como el amor, la amistad, la superación personal y la enfermedad. El libro, que ha sido editado por Penguin Random House, cuenta con más de 250 mil unidades vendidas. Estreno el 12 de septiembre de 2025 en salas de cine españolas.



Sigue mi voz película

Crítica de 'Sigue mi voz'

Ficha Técnica

Título: Sigue mi voz
Título original: Sigue mi voz

Reparto:
Berta Castañé (Klara)
Jae Woo (Kang)
Claudia Traisac
Nuno Gallego
Fernando Guallar
Yasmina Drissi
Sofía de Iznájar
Adrià Salazar
Victoria Oliver
Alberto Jo Lee
Iñaki Mur
Itziar Ituño

Año: 2025
Duración: 101 min.
País: España
Director: Inés Pintor Sierra, Pablo Santidrián
Guion: Inés Pintor Sierra, Pablo Santidrián. Autor: Ariana Godoy
Fotografía: Andreu Ortoll
Música: Nico Casal
Género: Drama romántico
Distribuidor: Beta Fiction Spain

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Tráiler de 'Sigue mi voz'

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Sinopsis de 'Sigue mi voz'

Tras una crisis de salud que la mantiene en casa 76 días seguidos, Klara no hace otra cosa que escuchar su programa de radio favorito, Sigue Mi Voz. Pero un día se pregunta: ¿Es posible enamorarse de alguien a quien ha oído en la radio, pero nunca ha conocido? ¿Puede realmente sentir algo por Kang, el presentador del programa de radio cuya voz sólo ha oído una vez, superará sus miedos y saldrá de nuevo al mundo? (Beta Fiction Spain)

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Ondas de amor

Sigue mi voz intenta construir un romance contemporáneo a partir de una premisa atractiva, el poder de la voz como vínculo emocional en tiempos de soledad. El problema surge en la ejecución, la historia, que podría haber explorado con sutileza la intimidad de lo sonoro y el miedo a reinsertarse en el mundo real, opta por una narración demasiado plana, previsible y cargada de clichés del romance moderno.

La evolución de Klara carece de la profundidad emocional que la premisa prometía, y el guion se enreda en diálogos forzados y situaciones poco creíbles. El resultado es una trama que se queda en superficie y que no logra emocionar.

Berta Castañé

Micrófonos y vacíos 

Inés Pintor Sierra y Pablo Santidrián, que ya habían explorado el melodrama romántico en trabajos anteriores, intentan aquí una propuesta delicada y con tono intimista, sin embargo, la dirección no consigue dar consistencia a lo narrado. La cámara insiste en planos cerrados y en atmósferas de supuesta calidez, pero sin la fuerza visual necesaria para compensar un guion débil.

Se percibe la intención de dotar a la historia de un aire contemporáneo y poético, pero la ejecución cae en lo artificial, Sigue mi voz parece querer parecer profunda sin llegar a serlo, quedándose en imágenes bonitas pero vacías. Esa falta de autenticidad convierte lo que debería ser un viaje emocional en algo más cercano a un producto de sobremesa.

Nuno Gallego

El timbre de los intérpretes

Klara debería ser un personaje complejo, atrapado entre la fragilidad emocional y el deseo de reconectar con el mundo, pero Berta Castañé no logra transmitir todas esas capas; se queda en un registro uniforme que termina agotando. Kang, el locutor, carece del magnetismo necesario, si la película quiere que creamos en el poder de su voz y su figura como catalizador del cambio, el intérprete tenía que ofrecer una presencia mucho más carismática.

El problema no es solo de los actores, sino de la construcción de personajes, están definidos de forma esquemática, sin conflictos internos reales, lo que deja al reparto sin herramientas para brillar. En un género como el romántico, donde la química y la empatía son imprescindibles, este vacío se vuelve especialmente evidente.

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La estética de lo vacío

El apartado técnico es correcto, pero no sobresaliente. La fotografía busca tonos cálidos y acogedores, intentando transmitir la idea de refugio en el hogar y de intimidad en la radio, pero sin un sello visual propio que la diferencie de tantas otras películas románticas. La dirección artística es funcional y la música, aunque acompaña, cae en lo genérico.

Lo más rescatable es la idea de trabajar con la voz como elemento narrativo central, pero ni siquiera ahí Sigue mi voz saca partido. Las emisiones de radio no tienen la fuerza ni el magnetismo necesarios, y los silencios acaban resultando más vacíos que expresivos.

Sigue mi voz película

Conclusión de 'Sigue mi voz'

Sigue mi voz tenía un punto de partida atractivo y original, pero lo desperdicia en una narración débil y repetitiva. Lo que podría haber sido un retrato íntimo sobre la soledad, la vulnerabilidad y la fuerza de la radio como puente entre almas, termina siendo un romance previsible y sin chispa, atrapado en lugares comunes.

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