El pasado 11 de octubre se estrenó Un público, la nueva obra de la compañía Kurasana, en El Umbral de Primavera. Escrita por Álvaro Revuelto y dirigida por el propio autor junto a Gabriela Burgos, esta pieza reflexiona sobre el significado de hacer teatro. Tras el éxito de otras producciones como Antártida o Fucking Money Man, la compañía continúa su andadura escénica con este montaje, que se representará hasta el 28 de noviembre en El Umbral de Primavera.



Un público

Crítica de 'Un público'

Ficha Técnica

Título: Un público
Título original: Un público

Reparto:
Santiago Alonso
Jaime Abengózar
Irene Revuelta
Paula Guisasola
Sebastián Merlano
Lucas Lerín
Jaime Martínez de Velasco
Enrique Cordero
Alejandro Esteban
Maher Chichakli
Gabriela Burgos

Duración: 50 min. apróx.
Dirección: Gabriela Burgos y Álvaro Revuelta
Dramaturgia: Álvaro Revuelta
Escenografía: Lorna (Laura Aranda)
Iluminación:
María Uruñuela
Vestuario:
Irene Revuelta
Cartel:
Lucas Lerín
Fotografía:
Alicia Hernanpérez
Asesoría dramatúrgica:
Pablo Rosal, Miguel Valentín y la Sala de Ejemplos del teatro de la Abadía
Producción: Cía. Kurasana

Sinopsis de 'Un público'

Un público juega y bucea con el encuentro como motor teatral.
Para ello propone desfamiliarizarnos del teatro tal y como lo entendemos,
Volver la vista al público,
cambiarle un rato el nombre.
Durante casi una hora, cuatro cuerpos miran, se interrogan, juegan, dudan, proponen…

Con Un público, Kurasana quiere colocar algo bello en el mundo.

¿Nos juntamos para poder hacer teatro o hacemos teatro para poder estar juntos. (EL UMBRAL DE PRIMAVERA). 



Un público
Foto de Cía. Kurasana

Quiénes somos y dónde estamos

La compañía Kurasana trae un experimento teatral que busca desgranar el interior de la creación escénica con Un público. El texto de Álvaro Revuelto explora el concepto de espectadores desde dentro del escenario, haciendo partícipes a los asistentes mediante la reflexión y como voyeurs activos ante lo que acontece sobre la escena. Para ello, presenta una obra que se deshace de una estructura común y clásica para hilvanar una sucesión de preguntas y acciones que no buscan dar respuesta, sino formar un universo sobre lo que significa el acto de interpretar y, en resumen, el teatro. Una decisión valiente y fresca, que logra destacar por no caer en los baremos del interior del mundo del teatro con términos o situaciones que solo comprendan quienes viven de ello.

El público se encuentra ante una construcción en tiempo real, donde no existen paredes que limiten qué es parte de la obra y qué está fuera, sino que la totalidad de los elementos forman parte de un todo. Gracias a ello, la recepción de lo que transmite debe dejarse reposar: no genera un estímulo instantáneo ni una comprensión inmediata al finalizar la pieza, sino que va asentándose a fuego lento. Por ello, es importante que se vea la obra como un ejercicio a largo plazo y no se limite al aquí y ahora. Por otro lado, los golpes de comedia están bien introducidos, así como un final – ya visto en otras producciones – que revela la ausencia de entes sobre la escena y culmina con el espectador como propio protagonista indirecto.

Cía Kurasana
Foto de Cía. Kurasana

El personaje frente a la persona

El experimento de Un público no se limita a su dramaturgia, sino que se transfiere a su elenco, el cual va rotando según la función que se vea. Por tanto, siempre habrá un elemento cambiante: la personalidad que cada intérprete aporte a lo que acontece en el escenario. En la función del 1 de noviembre se subieron a las tablas Santiago Alonso, Jaime Martín de Velasco y Sebastián Merlano. En primer lugar, Santiago Alonso realiza un trabajo estupendo como maestro de ceremonias, con una energía muy viva, que cautiva a los espectadores. Por su lado, Martín de Velasco contiene una interpretación más nerviosa, bien controlada; en algún momento peca de llevarlo al tono teatral de forma excesiva, pero sabe comedirlo para que no pase facture a su trabajo en conjunto. Por último, Sebastián Merlano realiza una labor notable, con una coherencia muy bien ejecutada.

La puesta en escena se convierte en una cita conjunta, con una colocación de butacas inusual, pero efectiva. De esta forma, se fabrica la interactividad desde el primer momento y se juega con la percepción del espectador que irá descubriendo su papel durante la representación. Su mayor fuerte es el diseño de iluminación, que conquista la escena y dibuja diferentes espacios y momentos. El espacio sonoro es conveniente, con partes muy estimulantes, como aquella en la que se produce un baile entre las luces y el movimiento de los actores. La estructura busca ser un círculo vicioso, que funciona, pero bordea el riesgo de ser repetitiva; sin embargo, consigue no caer en ello. El ritmo es fluido, aunque hay momentos en los que desciende algo el dinamismo. Aun así, en su conjunto, es una propuesta interesante artísticamente hablando.

Un público
Foto de Cía. Kurasana

Conclusión

Un público es un homenaje a la tradición teatral del vivo y el directo, y la mirada del público como recurso imprescindible. El texto avanza a fuego lento, y su recepción debe abordarse desde la calma y el proceso paulatino. Una experiencia diferente y fresca, que plantea una reflexión inteligente sobre el ritual del teatro. Su elenco logra establecer ese cóctel de realidad y ficción, manejando la batuta de manera efectiva. La puesta en escena funciona a la perfección, destacando el diseño de iluminación y el movimiento. Una inspiración para los amantes de las artes escénicas, que regala al espectador la posibilidad de ser parte de ello, dejando un poso introspectivo interesante.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
un-publico-critica-teatroUn homenaje a la tradición teatral del vivo y el directo, y la mirada del público como recurso imprescindible. El texto avanza a fuego lento, y su recepción debe abordarse desde la calma y el proceso paulatino. Una experiencia diferente y fresca, que plantea una reflexión inteligente sobre el ritual del teatro. Su elenco logra establecer ese cóctel de realidad y ficción, manejando la batuta de manera efectiva. La puesta en escena funciona a la perfección, destacando el diseño de iluminación y el movimiento. Una inspiración para los amantes de las artes escénicas, que regala al espectador la posibilidad de ser parte de ello, dejando un poso introspectivo interesante.

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