Con Una alegoría urbana (An Urban Allegory), Alice Rohrwacher (Lázaro feliz, La Quimera) confirma una vez más su capacidad para convertir el lenguaje cinematográfico en un vehículo de interrogación filosófica y sensibilidad poética. Con este cortometraje, libremente inspirado en el mito de la caverna de Platón, la directora florentina presenta una propuesta ambiciosa: una metáfora visual sobre la ceguera de la ciudad contemporánea y sobre el poder liberador del arte y la percepción.



Una alegoría urbana (An Urban Allegory)

Crítica de 'Una alegoría urbana (An Urban Allegory)'

Ficha Técnica

Título: Una alegoría urbana
Título original: An Urban Allegory / Allégorie citadine

Reparto:
Lyna Khoudri (La madre de Jay)
Näim El Kaldaoui (Jay)
Leos Carax (El Director)

Año: 2024
Duración: 21 min.
País: Francia
Director: Alice Rohrwacher, Jean René
Guion: Alice Rohrwacher, Jean René
Fotografía: Daria D'Antonio
Música: Thomas Bangalter
Género: Drama
Distribuidor:

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Una alegoría urbana (An Urban Allegory)'

Sinopsis

Una bailarina de ballet llega tarde a una audición para una obra inspirada en la Alegoría de la Caverna de Platón. Llega con su hijo de 7 años, Jay, y pide al director que le dé una oportunidad. Pero cuando empiezan los ensayos, Jay se escapa, embarcándose en un viaje poético y filosófico por París.

Dónde se puede ver la película en streaming



La ciudad como dispositivo metafórico

Una alegoría urbana (An Urban Allegory) parte de una premisa sencilla: Jay, un niño de siete años, acompaña a su madre, una bailarina, a una audición. Pero lo que aparentemente es una situación cotidiana se transforma, poco a poco, en un viaje a través de espacios urbanos marcados por el olvido, y el abandono. Alice Rohrwacher convierte la ciudad en una versión moderna de la caverna de Platón: un espacio en el que las sombras se toman por realidad, donde la luz de la verdad resulta dolorosa y donde la belleza sólo se revela a quien tiene el coraje de mirar de forma distinta.

Los espacios urbanos retratados —estaciones, edificios abandonados, muros desfigurados— se convierten en escenarios simbólicos. Pero la gran virtud de Una alegoría urbana (An Urban Allegory) es que no cae en una metáfora mecánica. Al contrario: hay una gran fluidez entre el símbolo y la narración, entre el gesto coreográfico y la mirada documental. Es cine que piensa sin perder la capacidad de emocionar.

Una alegoría urbana (An Urban Allegory)

La mirada de Jay y el poder de la danza

Jay, interpretado con natural expresividad por Naïm El Kaldaoui, es el centro emocional del relato. A través de sus ojos, el mundo se transforma. Su inocencia no es ingenuidad, sino una apertura a lo que queda por conocer. Una alegoría urbana (An Urban Allegory) sugiere que sólo una mirada no contaminada por la rutina puede reconocer la verdad oculta entre las sombras.

La danza de su madre, en este sentido, es una forma de acto revelador. Alice Rohrwacher la filma como un ritual, como un intento de romper el círculo de lo que se ve y no se ve. En este contexto, la figura de Leos Carax, en el papel de director de audición, aporta un matiz metacinematográfico: el arte como ilusión, pero también como posibilidad de ver más allá.

Una alegoría urbana (An Urban Allegory)

Conclusión de 'Una alegoría urbana (An Urban Allegory)'

Una alegoría urbana (An Urban Allegory) no es sólo una reelaboración platónica, ni tampoco una simple denuncia social. Es una pieza que habla de la capacidad de resistencia de la mirada poética en un mundo que ha dejado de mirar. Alice Rohrwacher propone algo radicalmente contemporáneo: volver a mirar la ciudad como un espacio de alienación, sí, pero también de revelación. El arte —como la danza de la madre, como los ojos abiertos de Jay— puede ser la chispa que encienda la luz dentro de la caverna.

Una alegoría urbana (An Urban Allegory) confirma que, para Rohrwacher, el cine no es sólo representación, sino intervención: una forma de rasgar el velo de lo dado y abrir ventanas a lo que permanece oculto. ¿Una alegoría? Sí. Pero también una llamada a dejar de vivir entre sombras.

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Guillem Uceda i Oliver
Guillem Uceda i Oliver (Barcelona, 1999). Estudié Comunicación Audiovisual en la UAB y cursé un máster en Estudios comparativos de Literatura, Arte y Pensamiento en la UPF. También he cursado el master de profesorado y actualmente estoy trabajando en mi doctorado en Humanidades. En mi tiempo libre hablo de cine y cuesta soportarme.
una-alegoria-urbana-critica-cortometrajeUna alegoría urbana (An Urban Allegory) no es sólo una reelaboración platónica, ni tampoco una simple denuncia social. Es una pieza que habla de la capacidad de resistencia de la mirada poética en un mundo que ha dejado de mirar. Alice Rohrwacher propone algo radicalmente contemporáneo: volver a mirar la ciudad como un espacio de alienación, sí, pero también de revelación. El arte —como la danza de la madre, como los ojos abiertos de Jay— puede ser la chispa que encienda la luz dentro de la caverna. Una alegoría urbana (An Urban Allegory) confirma que, para Rohrwacher, el cine no es sólo representación, sino intervención: una forma de rasgar el velo de lo dado y abrir ventanas a lo que permanece oculto. ¿Una alegoría? Sí. Pero también una llamada a dejar de vivir entre sombras.

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