Después de un gran éxito con "Juicio al extranjero", InDubio Teatro llega con Una crónica de violencia, una producción que pone a votación la violencia de nuestros días. Para ello, lo combina con la mitología griega, llevando al espectador a los icónicos 12 trabajos de Heracles. Creada por Íñigo Santacana, Luis Maesso y Manuel Pico. Se representa en la Sala Mirador hasta el 9 de junio.
Título: Una crónica de violencia Título original: Una crónica de violencia
Reparto: Luis Maesso
Juan Maroto
Mar P. Soler
Nagore Andrés
Manuel Pico
Duración: 90 min. apróx. + 15 minutos de pequeño coloquio con el público Dirección: Íñigo Santacana Dramaturgia: Manuel Pico, Luis Maesso e Íñigo Santacana Video-escena: Roberto del Castar Iluminación: Andrea Burgos Vestuario: Guillermo Felipe Espacio sonoro: Laurence Aliganga Ayudante de dirección: Mar P. Soler Producción y distribución: Barandi producciones Producción: InDubio Teatro
Tráiler de 'Una crónica de violencia'
Sinopsis de 'Una crónica de violencia'
Una crónica de violencia nos presenta al célebre Heracles, su hermano Yolao y los dioses del Olimpo, que han sido convocados por el influyente y mediático Euristeo a una reunión en el templo de Zeus de manera urgente.
Heracles ha sido llamado para realizar una serie de trabajos para purgar un crimen de su pasado y evitar que salga a la luz. El desarrollo de los trabajos dependerá de las elecciones de los dioses (el público) y sus decisiones.
¿Contra quien prefieren descargar la violencia de Heracles? ¿Cómo de de acuerdo se encuentran con los trabajos? ¿Puede la violencia solucionar algunos de los problemas de la sociedad? Estas son algunas de las preguntas que lanza al público este espectáculo dinámico, altamente entretenido y lleno de humor e ironía. (SALA MIRADOR).
El Olimpo de las decisiones
La compañía InDubio se enfrenta a su segunda producción, tras la gran estela obtenido con “Juicio al extranjero”. Por tanto, las expectativas depositadas en la productora cultural son altas. Después de una gira de éxito, Una crónica de violencia combina la mitología griega con la actual situación sociolpolítica y los distintos significados que hay tras la palabra violencia, más allá de la más básica y primigenia, que es la física. De esta manera, proponen una reflexión en la que se perciben varios matices, donde no se reducen a un maniqueísmo que hubiera sentado regular a la pieza. Gracias a ello, se exploran distintas vertientes, sin buscar una tesis final, sino que sean los espectadores los que decidan, con una pizca de comedia, enmarcada en la sobreexposición del género reality.
A nivel dramatúrgico, siguen ese aspecto interactivo que sienta bien a la pieza, así como una finalidad clara y potente. También se valora positivamente que hayan sabido tejer distintas opciones, haciendo que sea un espectáculo que cambia según las personas que forman parte del público en cada función. La preparación se hace patente y cabe subrayar su compromiso con ello. Sin embargo, se echa en falta más exactitud en la manera en la que se despliegan las temáticas principales, ya que se rompe el equilibrio entre prueba y prueba y se siente que hay una saturación de sobreexplicación. Tal vez, sería más interesante manejar cuánta información se desea dar y qué se podría omitir con la propia acción, ralentizando el libreto en su conjunto.
Los doce trabajos de Heracles
Luis Maesso, Juan Maroto, Mar P. Soler y Manuel Pico son los encargados de dar vida a Una crónica de violencia. En primer lugar, Juan Maroto se convierte en una maestro de ceremonias increíble, lleno de hilaridad y energía desde el primer minuto. Maroto sabe utilizar en su beneficio su personalidad arrolladora, siendo un auténtico animal escénico que capta la atención del público. Además, retrata a la perfección esa superficialidad y morbosidad cercana al reality show, viéndose cómodo y completamente natural sobre el escenario. Después, Mar P. Soler se convierte en esa voz cómplice, transformándose en una Hera cercana, sin perder ese efecto narradora. No obstante, a consecuencia del guion, es complicado defender su posición en el relato, ya que a veces la ralentiza. Aun así, el trabajo de Soler es plausible.
Manuel Pico afronta este proyecto con determinación y con una calidad interpretativa muy alta. De principio a fin, demuestra una capacidad actoral de altos vuelos, contrastando completamente con otros papeles de su trayectoria artística. Por este motivo, se valora absolutamente la contundencia y la verosimilitud, aderezado con matices que hacen que su Yolao se quede en la retina de los espectadores. Sin duda, su trabajo dramáticos es uno de los mejores aspectos del montaje. Por último, Luis Maesso cumple con su Heracles, en especial, en su corporalidad y en su presencia sobre las tablas. Tanto en movimiento como en acción, lo realiza con vertiginosidad. Únicamente, sería interesante que, a nivel vocal, busque algo más en sintonía con la identidad de su personaje.
La construcción del debate
La puesta en escena de Una crónica de violencia se compone de una escenografía visualmente atractiva, aprovechando cada uno de los elementos y transformando la escena mediante unos cubos blancos con un diseño óptimo. También destaca una selección de colores muy estética, lo que hace que se genere un interés por parte del espectador, artísticamente hablando. El diseño de vestuario es una exquisitez, han sabido captar el imaginario y el simbolismo que se teje en cada uno de los personajes. Lo mismo sucede con el uso de los audiovisuales y los sobres que forman parte de la dinámica interactiva con el público.
Uno de los motivos por los que llama la atención esta compañía es la incorporación de la participación activa de los espectadores, sin perder el efecto teatral y convertirlo en un mero ejercicio interactivo. En esta ocasión, aunque menos efectivo que su predecesora, consigue revolver y generar ese debate. No obstante, sería interesante dejar más tiempo para ello, dado que la conversación entre público y el tema en sí es una de sus principales bazas. Además, es más interesante equilibrarlo con las partes más teatrales, ya que aquí las segundas de comen a las primeras y eso crea un resultado algo más irregular. El ritmo comienza con auténtico dinamismo, pero se va perdiendo, sobre todo desde el momento del SEPE que se hace excesivo. En consecuencia, se ralentiza el montaje.
Conclusión
Una crónica de violencia es un ejercicio teatral e interactivo que navega sobre los valores y se ve un compromiso con la intención de la pieza. Por ello, el libreto se gesta por diferentes vertientes, siendo el debate su principal baza. A nivel interpretativo, Manuel Pico lidera con verdadera personalidad y fuerza, una interpretación completa y muy bien desarrollada. Juan Maroto también está inmeso, con un carisma espléndido. Mar P. Soler y Luis Maesso completan con un trabajo plausible. Por otra parte, mencionar la escenografía, estéticamente atractiva, así como los elementos interactivos como los sobres y el audiovisual. Sin embargo, debería mejorar en el equilibrio de cada parte que forma parte del montaje y el ritmo de la pieza en sí. La forma en la que la violencia se relaciona con la sociedad se pone a la palestra en un ejercicio interesante.
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