"Una noche con ella": Loles León y sus circunstancias

Pasar una noche con Loles León significa hacer un recorrido por los últimos cincuenta años de nuestra historia. Un viaje por su vida, por sus momentos más amargos y por los más alegres, por situaciones tan divertidas como absurdas.

Recuerdos llenos de emoción que, a través de la música (el cabaret, el music hall) nos trasladarán a distintas épocas. Pero, como ella dice al comienzo de la función: "Si no te gustan cosas de tu vida, quién ha dicho que no las puedas cambiar para representarlas en un escenario".

Una noche con ella contiene un ochenta por cien de realidad y un veinte por cien de ficción, pero ELLA jamás confesará lo que es verdad y lo que es mentira. Es el espectador quien debe averiguarlo. (TEATRO LA LATINA). 

Fantasía y realidad

Juan Luis Iborra realiza un homenaje en torno a la figura de Loles León con Una noche con ella. La dramaturgia expone la vida de la actriz desde su anónima infancia hasta los momentos más álgidos de su carrera. Impregnada de nostalgia y cariño, la historia sigue una estructura lineal que muestra cronológicamente los distintos momentos de la también vedette. Además, se acompaña de una comedia, que se alza por toda la simbología que hay alrededor de León. Por ello, su mayor fuerte es coger una figura tan querida en el ámbito cultural y convertirla en el principal leitmotiv de la acción. Así, se desvelan partes de su vida cargadas de verosimilitud y sobre todo frescura. Con lo cual, hay ese efecto de ver más allá de imagen pública de León, llevarla hacia un terreno cercano y triunfar por esa naturalidad tan propia de la actriz.

Sin embargo, la obra se mantiene en un perfil que no desea profundizar más allá de la anécdota. Por lo cual, da la sensación de quedarse en un plano superficial con el que no siempre se puede conectar. La simpatía de la nostalgia de antaño no es suficiente como para llenar absolutamente toda la dramaturgia. En consecuencia, deja un resultado que pide explotar aún más los distintos elementos que se presenta en escena, impregnarse de mayor sinceridad escénica y no en una exposición meramente puntual de sucesos efímeros. Además, al ser un homenaje en vida a una de las artistas más queridas en España, se presiente que podría haber sido un proyecto todavía más ambicioso a nivel narrativo. Por consiguiente, la dramaturgia mantiene una ligereza donde se necesitaría moldear la realidad para llegar a un nivel más potente.

Diva única

Loles León es un referente del panorama cultural español, siendo uno de los rostros más queridos por el público. Y gracias a ello, Una noche con ella se convierte en una oportunidad de disfrutar de su desparpajo y personalidad arrolladora en directo. A pesar de no verse acompañada por un texto más conveniente, León eleva el resultado por la excelente interpretación que ofrece a los espectadores. Asimismo, impregna de una energía muy especial el patio de butacas, acompañada de esa capacidad innata de conectar con cada uno de los espectadores por esa naturalidad descarnada y brillante que le acompaña. Por este motivo, la pieza obtiene su valor, dado que es un auténtico placer ver cómo disfruta del escenario, así como el gran despliegue corporal y físico que realiza. Indudablemente, Loles León es el alma de este espectáculo, siendo su trabajo una de las mejores partes del mismo.

Junto a ella, se encuentran Briel González y Fran del Pino. Cabe aclarar antes de hablar sobre sus trabajos, que su participación en escena se siente como un añadido del que se podría prescindir, pero no está relacionado con su labor como artistas. Dicho de otra forma, la utilización de dos personajes de acompañamiento no termina de cuajar, según la estructura que hay del propio espectáculo. Una vez dicho esto, González tiene carisma y se puede ver que conoce el lenguaje festivo que se necesita en este tipo de producciones. Por tanto, ejecuta una labor en consonancia con lo que se demanda. Asimismo, Del Pino también recurre a un lenguaje más corporal y expresivo. Aun así, lo mejor en ambos intérpretes es la gran química que desarrollan con León sobre la escena.

La varieté del recuerdo

Emulando el estilo de cabaret, del jolgorio y de lo más festivo, Una noche con ella se convierte en un despliegue de distintos números musicales acompañados de una estética parecida a la varieté. En primer lugar, hay que aplaudir la labor de vestuario y de maquillaje, dado que los trajes utilizados gozan de un cuidado exquisito. Incluso, hay que destacar que hayan forjado una identidad férrea, junto con la selección de colores que deambulan por el escenario. Por tanto, la dirección de arte también ha desarrollado un trabajo extraordinario, envolviendo a los espectadores en esa nube de fantasía, que saca pecho de envolverse en la personalidad de la propia Loles León. También se valora que haya ciertos espacios donde se producen algunas rupturas de la cuarta pared y mueve al público en ellos.

Por otra parte, hay cierto contraste entre los números musicales. Mientras que hay algunos que logran un resultado atrayente, hay otros que no fluyen de la misma forma. Por ende, la manera en la que se van unificando las diferentes partes es totalmente irregular. Lo mismo sucede con el ritmo, el cual se ralentiza cuando se llega a la mitad del show, lo que provoca que no haya un dinamismo más colorido. Además, al tener ese carácter desenfadado, esa ralentización se hace más notoria que si fuera una obra de otro género. Aun así, remonta en el comienzo del último acto. Para finalizar, al ser un musical, se espera un cuidado mayor del espacio sonoro y del despliegue de medios en las canciones, pero se encuentra una composición que no logra ese nivel de espectacularidad y emoción.

Conclusión

Una noche con ella es una varieté sencilla y ligera que homenajea la figura de Loles León. Sin embargo, se puede intuir que hay suficiente material para elevarlo a un nivel todavía más alto. Además, se echa en falta una mayor emoción y profundidad, dejándolo solo en una sucesión de anécdotas entrañables y divertidas. Por otro lado, aplaudir la labor de Loles León, la cual demuestra ser una artista máxime. Brillante, sin duda, lo mejor del espectáculo. También destacar el diseño de vestuario, la dirección de arte y el cuidado del color, los cuales certifican un sello de identidad visual certero. Sin embargo, la ejecución musical y el ritmo flaquean en su fórmula sobre las tablas. Las luces y la purpurina cubren de manto un espectáculo donde no hay nada más que la pirotecnia del recuerdo.

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