El pasado 12 de marzo se estrenó en la Sala AZarte Veinticuatro horas, obra escrita por Andrea Mateo y dirigida por Laura Balo. Esta pieza aborda el conflicto de la Guerra Civil española, poniendo el foco en la búsqueda de diálogo. Protagonizada por Laia Reguera, Laura Balo, Andrea Mateo y Eva Gallego, estará en cartel hasta este viernes 27 de mayo en la Sala AZarte.



Estreno de Veinticuatro horas

Crítica de 'Veinticuatro horas'

Ficha Técnica

Título: Veinticuatro horas
Título original: Veinticuatro horas

Reparto:
Andrea Mateo
Eva Gallego
Laia Reguera
Laura Balo

Duración: 80 min. apróx.
Dirección: Laura Balo
Dramaturgia: Andrea Mateo
Diseño de iluminación: Jaime Cano
Producción: Compañía Enredadera

Sinopsis de 'Veinticuatro horas'

Veinticuatro horas en las que cuatro mujeres estuvieron atrapadas en un mismo espacio. Lo que podía haberse convertido en una ratonera donde los ratones se pelean por el último trozo de queso, acabó convirtiéndose en un lugar donde la palabra ganó al arma. Cuatro mujeres, dos de ellas anarquistas y dos de ideas de derechas, quedan atrapadas en una estación de metro debido a los bombardeos, las últimas 24 horas de la Guerra Civil Española.

Esas horas, marcarán un antes y un después en sus vidas, haciendo que a partir de ese momento, vean el futuro de una manera distinta.



Veinticuatro horas
Foto de Compañía Enredadera

Mirada femenina

La Sala Azarte acoge en su cartelera Veinticuatro horas, obra de la actriz Andrea Mateo, quien participa también como actriz en la pieza y que cuyas funciones terminan este 27 de mayo. Una propuesta que busca mostrar cómo, en las distancias cortas, los conflictos pueden llegar a un punto de concordia, inclusive en aquellos cuyas posiciones parecen tan insalvables como las que vivió España durante la Guerra Civil entre 1936 y 1939. Y lo hace a través de la mirada femenina que le dan sus cuatro mujeres protagonistas.

Con Laura Balo en la dirección (y también como una de las protagonistas), la trama tiene como escenario el metro de Madrid, uno de los principales refugiados de la población de la capital española durante los bombardeos por parte del bando sublevado. Con la estación de Cuatro Caminos, cercana a la zona de la Ciudad Universitaria (arrasada durante el conflicto, como bien se comenta en la obra), convertida en ese lugar cómplice, se congregan cuatro mujeres, dos del bando republicano y otras dos del sublevado.

Sala AZarte
Foto de Compañía Enredadera

Un punto en común

La intención de Mateo es la de plasmar cómo, dentro de la diferencia, se es capaz de encontrar un punto en común. Prueba de ello es cómo el personaje más beligerante, encarnado por Laia Reguera, es capaz de llegar a hablar hasta fraternalmente como el que interpreta Eva Gallego, en el lado opuesto de su ideología. A ello se suma que las cuatro ofrecen una perspectiva de cómo las mujeres vivieron el conflicto fratricida. La diferencia se remarca, sobre todo, en los orígenes de cada una.

Por un lado, las dos jóvenes del bando republicano pertenecen a las milicias anarquistas, en contraposición a las del sublevado, una de ellas exmiembro de la Sección Femenina del falangismo, lo que hace que los extremos se noten más y hace que el alegato de la concordia sea más fuerte. Es acertado cómo se presenta esa diferencia y ese odio hostil e irracional, provocado por la propia confrontación social.

El que las cuatro estén atrapadas en la estación de Cuatro Caminos obliga a que tengan que interactuar entre ellas. Así se descubre que las cuatro están marcadas por la tragedia, con el añadido de ser mujeres. Ese aspecto, Veinticuatro horas también lo sabe reflejar bien. Eso sí, la división de bandos termina decantándose, por un lado, cuando de una de las mujeres de los sublevados se revela en realidad como una mujer de ideales comunistas.

Veinticuatro horas
Foto de Compañía Enredadera

Conclusión

A pesar de decantar la mirada hacia un lado, algo que ya se intuía desde el inicio de la obra, el alegato a favor de la concordia sabe mantenerse y no perder su coherencia. Gracias al carácter claustrofóbico de la pieza, Veinticuatro horas resulta una obra que invita a mirar al prójimo más allá de los ideales políticos y ver que, ante todo, está la persona.

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