Pedro Costa es uno de los directores portugueses que más ha llamado la atención de la industria cinematográfica. En 2019 ha arrasado con Vitalina Varela, una película que habla de la vida de una mujer de Cabo Verde que llega a Lisboa tras la muerte de su marido. Gracias a este largometraje, ha obtenido más de 20 premios en diversos certámenes, entre ellos el Gran Premio de Asturias a mejor película en el Festival Internacional de Cine de Gijón. También se alzó con el Leopardo de Oro a mejor película en el Festival Internacional de Cine de Locarno, acompañado con los galardones a la mejor actriz y la Mención Especial del Jurado. Asimismo, acumula también más de 25 nominaciones alrededor del mundo. Se encuentra en cines españoles desde el 16 de octubre de 2020.
Título: Vitalina Varela Título original: Vitalina Varela
Reparto: Vitalina Varela (Vitalina Varela) Ventura (Sacerdote) Manuel Tavares Almeida (Manuel) Marina Alves Domingues (Mariana) João Baptista Fortes (João)
Año: 2019 Duración: 124 min País: Portugal Dirección: Pedro Costa Guion: Pedro Costa y Vitalina Varela Fotografía: Leonardo Simões Género: Drama Distribución: Numax Distribución
Vitalina Varelaaterriza en Lisboa tres días después del funeral de su marido Joaquim. Ha sido campesina durante toda su vida en Cabo Verde y llevaba esperando ese billete de avión más de 25 años para reunirse con él. En el barrio nadie la conoce, nadie la reconforta, los vecinos desconfían. Pasa afligida los días y las noches como una pesadilla, encerrada en la casa de Joaquim. Allí descubre su vida secreta, las cenizas de su relación y la pobreza de un sueño del que solo quedan los cimientos. (NUMAX DISTRIBUCIÓN).
Desde la primera secuencia el espectador es consciente que Vitalina Varela no es una película más, sino que viene a remover los sentimientos de la percepción y de lo emocional. Desde el principio, se puede ver una historia que se basa en las propias percepciones, que utiliza los silencios de una forma magistral, para poder expresar todo el sentir interno. Asimismo, el relato se expande con su principal protagonista, que va desgranando la complejidad de su reacción ante la pérdida de su marido. Gracias a ello, establece unos diálogos internos e intimistas, que asombran por la gran potencia y crudeza que emanan de ellos. Por lo cual, no necesita de un dramatismo forzado para dotar al film de una verdad tan desgarradora como verdadera. Con lo cual, se despoja de adornos y transforma la oscuridad en un personaje más.
Por otro lado, ese universo lleno de sombras y de sufrir va desarrollándose de una forma sutil, contemplativa y a fuego lento. De esta forma, no se puede buscar una narración más ágil, dado que rompería totalmente la grandiosa ambientación que provoca. En consecuencia, puede haber parte de los espectadores que tengan la sensación de ralentizarse. Pero, al contrario, esa parsimonia es lo que dota de fuerza al mensaje, permite disfrutarlo con todo tipo de detalles y entrar dentro de ese magnetismo visceral. Asimismo, el resto de personajes dan esas pinceladas de pesadumbre, en la que nada ocurre, pero todo pasa. Junto con ella, esta la poética y metáfora de unos diálogos, que reclaman una visión distinta del significado del existir. A pesar de ese uso de lo tenebroso, el libreto ha sabido equilibrarlo con haces de luz, que no implican una positividad explícita, pero ofrecen ese contraste necesario.
El fruto del dolor
El alma de Vitalina Varela es la propia actriz que da nombre a la cinta. Se da vida así misma en una realidad ficcionada, o en una ficción realista. Aunque no sale instantáneamente en pantalla, su presencia se va gestando desde las primeras secuencias. Con lo cual, en el momento que emerge su figura de las sombras, pisa fuerte y con firmeza ante la cámara. Después, según va transcurriendo la película, deja impactado al espectador por la gran expresividad que demuestra desde esa mirada catártica hasta el movimiento de su cuerpo a favor de la acción. También es importante destacar cómo entona sus diálogos, en los que siente ese dolor interno. Además, esa vorágine sentimental y emocional se quedan grabadas en sus carnes, que no duda en desnudar de una forma artística e interpretativa, dando un trabajo excelente.
Luego, Ventura es uno de los principales actores, ya que según avanza el film obtiene mayor valor escénico. De esta manera, representa perfectamente esas ganas de superarse, de sorprender en pantalla, que se combina con una realismo artístico que deja patente la condición que adorna su contexto. Igualmente, hay que remarcar el cuidado con el que ejecuta los pequeños detalles, que influencian en cómo se formula ese vis a vis actoral con Varela. Ambos subliman un trabajo extraordinario, en el que suman todas sus aristas. Lo mismo sucede con el resto de actores que aparecen en escena, que se mueven en una coreografía acorde a la identidad contemplativa y experimental que se propone. Por ende, no hay ninguna interpretación que se aleje de la coherencia y verosimilitud que se les exige y enamoran con su labor.
La tenebrosidad artística
Lo que convierte en una verdadera joya del cine Vitalina Varelaes la preciosidad visual que regala a lo largo de absolutamente toda la película. Por este motivo, se puede decir perfectamente que Pedro Costa es un artesano del séptimo arte, que merece el respeto de la industria cinematográfica por la pasión y un planteamiento donde no se observa ninguna mejora a la creación visual. Para comenzar, la fotografía posiciona la cámara en un universo donde la iluminación es excelsa, ese uso creativo y cómo tiene sentido en si mismo. Con ello, da una sensación de estar continuamente ante una exposición de arte, elevando la calidad de un sello único. Gracias a este tipo de películas, se puede ver claramente el gran poder que tiene lo visual y la necesidad de contar a partir de ellas y no sólo con la palabra.
Después, la dirección artística es apasionante, siendo un reflejo de ese universo interno que envuelve a sus personajes, con todo tipo de puntos interesantes. Por ejemplo, las famosas goteras y el trabajo inacabado, son una metáfora tan profunda, que sabe que la colocación de cada elemento en escena no se ha producido de forma banal. El vestuario es un acierto brillante, ese minimalismo que encuentra su dualidad en el tenembrismo tan bien confeccionado de la imagen. Por último, el montaje conoce cuál es la intención de la película y no quiere dar más rapidez al proceso de comprensión y asimilación. Por lo que, es un film que goza de un ritmo apropiado, una película que se debe ver volcando toda la atención en ella. Un último apunte, la música, o la ausencia de ésta, remarcan esa elegancia sugestiva.
Conclusión
Vitalina Varelaes puro arte cinematográfico, un regalo del séptimo arte donde la imágenes hablan por sí solas. Igualmente, el guion goza de una humanidad exquisita y un realismo desgarrador, que necesita de un tempo contemplativo para ser asimilado. Es una historia que merece ser disfrutada a fuego lento. Luego, su protagonista, la propia Vitalina Varela, es puro sentimiento, acompañada por un reparto a la altura que se desnuda ante la pantalla. Y, sin duda, lo mejor del largometraje es la artesanía de lo visual, es excelente. Cada plano tiene un influjo expresivo tan visceral, que da la sensación de estar viendo un cuadro a cada momento. Contemplar cada aspecto estético es un disfrute extraordinario. Decir adiós a través de una poesía visual que encandila por la majestuosidad de una imagen que es arte vivo.
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