Yi Yi, la obra maestra del cineasta taiwanés Edward Yang, llega a Filmin en una nueva versión remasterizada en 4K. Lanzada originalmente en el año 2000, esta cinta supuso la culminación estética y narrativa de Yang, quien con obras tales como A Brighter Summer Day o Taipei Story se coronó como uno de los grandes artífices de la nueva ola de cine taiwanés. Disponible a partir del 5 de diciembre de 2025, se trata de la ocasión perfecta para disfrutar de una de las obras cumbre del cine asiático. En el 2000, el año de su estreno, Yi Yi tuvo su premiere mundial en el prestigioso Festival de Cannes, donde fue galardonada con el premio al Mejor Director. Además, ese año fue nominada a los Premios César y llegó a nuestro país a través de la Seminci.
Crítica de 'Yi Yi'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Yi Yi
Título original: Yi Yi
Reparto:
Wu Nien-jen (N.J.)
Elaine Jin (Min-Min)
Kelly Lee (Ting-Ting)
Jonathan Chang (Yang-Yang)
Chen Hsi-Sheng (A-Di)
Issei Ogata (Mr. Ota)
Ko Su-Yun (Sherry Chang-Breitner)
Tao Chuan-Cheng (Dada)
Hsiao Shu-Shen (Xiao-Yan)
Tsen Hsin-Yi (Yunyun)
Año: 2000
Duración: 173 min.
País: Taiwán
Director: Edward Yang
Guion: Edward Yang
Fotografía: Yang Wei-Han
Música: Peng Kai-Li
Género: Comedia dramática
Distribuidor: Golem Distribución
Tráiler de 'Yi Yi'
Sinopsis
Jian, su esposa Min-Min y sus dos hijos forman una típica familia de clase media, que comparte su apartamento en Taipei con la anciana madre de Min-Min. NJ tiene 45 años y trabaja como socio en una empresa informática que el año anterior obtuvo importantes beneficios, pero que pronto podría quebrar si no cambia de estrategia. Las cosas empiezan a ir mal para los Jian cuando el hermano de Min-Min, Ah-Di, se casa. De alguna manera entre todos los problemas que tienen deben aprender lo hermosa que es la vida y cómo hay que cuidarla, sea cual sea la situación que nos toque vivir. (Filmin)
Dónde se puede ver la película en streaming
Qué es la vida
Edward Yang puede ser reconocido como uno de los grandes cronistas de la vida urbana. Sus cintas, normalmente protagonizadas por jóvenes errantes por las calles de Taipei, abordan desde una perspectiva íntima y detallista aquellos sucesos que dan sentido al día a día.
Ya sean problemas como triunfos, el ser humano visto a ojos de Yang no es más que una criatura atrapada en una espiral de confusión que, sin embargo, resulta hermosa y fascinante. Sus personajes rara vez obtienen un final satisfactorio; sin embargo, nunca acaban la película siendo los mismos. Hay una evolución, una transformación, que resulta enormemente humana. Algo que rara vez se consigue plasmar de forma acertada en la gran pantalla.
En Yi Yi, Yang pone el foco en los distintos miembros de una familia de clase media afincada en la capital de Taiwán, lo que deriva en una fascinante exploración de las fases de la vida. A través de sus personajes se ve representado el nacimiento, la infancia, la adolescencia, la adultez y la vejez.
Tres formas de observar el mundo
Resulta curioso, pues, que Yi Yi comience con una boda (en donde la esposa se encuentra embarazada) y finalice con un entierro: este marco existencialista constituye una epopeya urbana en donde la vida se abre camino. Una en la que los personajes no se enfrentan a problemas más grandes que la vida, si no que intentan entender por qué están en su situación.
Los tres grandes protagonistas de Yi Yi son NJ (el padre), Ting Ting (la hija adolescente) y Yang Yang (el hijo pequeño), representantes de tres etapas vitales que observan, respectivamente, al pasado, el presente y el futuro. NJ se enfrenta al regreso de su primer amor, Ting Ting hace frente a la aparición de su primera posible relación romántica, y Yang Yang, entre preguntas filosóficas y fotografías, aprende lo que es el amor y el despertar sexual.
Los tres se complementan, se ayudan, forjan un tríptico que representa aquellas inquietudes que surgen en el crecimiento de una persona. Se enfrentan a los cambios con una enorme curiosidad, intentando hacer de lo desconocido algo familiar, tal y como demuestra el pequeño Yang Yang en su búsqueda por retratar en fotografías aquello que no comprende.
Dicen que la curiosidad mató al gato, pero en ningún momento Edward Yang busca castigar a sus personajes por intentar comprender qué es lo que significa todo aquello que les ocurre. No surgen grandes giros de guion o elementos que pudieran resultar irreales; Yi Yi es uno de los acercamientos a la vida más puros, solemnes y desafiantes que jamás se han grabado. Y eso, en un cine que parece estar cada vez más encaminado a dar a los espectadores toda la información servida en bandeja, resulta tan gratificante como hipnótico.
El cine como reflexión
Quien os diga que Yi Yi es una obra accesible os miente. Su extensa duración, unida a su compleja narrativa y a la larga duración de sus secuencias, hacen de esta una obra exigente con el espectador. Sin embargo, estos elementos juegan muy a favor de la obra, una que precisamente tiene como objetivo enfrentar al espectador ante aquellas preguntas que, por lo general, nos resultan incómodas.
Estamos demasiado acostumbrados a entender el cine como un arte de puro entretenimiento y evasión. Resulta agradable disfrutar de películas de argumentos sencillos, planteadas únicamente como un espectáculo de luces y sonidos que deja una sensación agradable en el espectador al no hacernos pensar.
Sin embargo, el cine también existe para cuestionar la realidad, para reflexionar acerca de la vida y acerca de todos aquellos temas que nos perturban. El cine es hermenéutica, es una pregunta que solo encuentra respuesta en la mente de cada espectador, y es la ausencia de una única solución.
Cada espectador forma clave de un proceso de interpretación, lo que da resultado a un número infinito de opiniones e interpretaciones. La magia del cine reside en hacer pensar, y es por eso por lo que Yi Yi se corona como una película auténtica, mágica, pues adentra al espectador en la reconstrucción de una(s) vida(s) cuyos dilemas se vuelven parte del alma del espectador.
Retratos de un tiempo encapsulado
Uno de los grandes aciertos de Yi Yi se encuentra en su composición de imágenes. Lejos de los grandes artificios técnicos y de las secuencias imposibles, Edward Yang articula una composición de imágenes impoluta marcada por su fascinante uso del color (perfeccionado en esta remasterización) y por un magistral uso del encuadre.
En algunos de los momentos más íntimos de la cinta, la cámara se aleja para ofrecer una mirada voyeur, prohibida, que acerca al espectador a lo ajeno. En otros, la contraposición de elementos en un mismo plano, unido a la narración intradiegética, permite representar el interior de sus protagonistas (tal y como ocurre en la escena del despertar sexual de Yang Yang).
El uso de la música, aunque sea breve, resulta vital en la relación de sus personajes. La música clásica suena a lo largo de toda la cinta, entendiéndola como el elemento que une al padre con sus hijos (su amor por la música fue heredado por estos), así como en sus relaciones con las personas ajenas a su núcleo familiar.
Quizá no es una película grandilocuente, pero esto no impide resaltar su majestuosidad. Yi Yi encuentra su verdadero potencial en los pequeños detalles, en el montaje a ratos invisible y en la presencia de la música.
Conclusión de 'Yi Yi'
La obra maestra de Edward Yang encuentra en Filmin una nueva oportunidad para calar en el corazón de los espectadores, presentándose además con un tratamiento técnico impoluto. Aunque no sea una obra de fácil acceso, sí que resulta una pieza atrapante que resulta de obligado visionado para cualquiera que busque en el cine algo más que un mero pasatiempo. Nunca está de más pensar, reflexionar, ir más allá de las convenciones; esto lo entendió Yang, y Yi Yi es el recordatorio de que no siempre es necesario darle al espectador todo mascado.
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