Yo capitán se estrena en las salas de cine el 3 de Enero de 2024, tras su paso por diferentes festivales, donde destacamos que ha obtenido El Premio del Público en San Sebastián y el León de Plata y mejor actor joven para Seydou Sarr en el Festival de Venecia. Se trata de la nueva película del director italiano Matteo Garrone, que salto a la fama en 2008 con Gomorra. En este nuevo largometraje asistimos al periplo de dos adolescentes procedentes de Senegal que se embarcaran en una difícil travesía con tal de llegar a Europa.
Crítica de 'Yo capitán'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Yo, capitán
Título original: Io capitano
Reparto:
Seydou Sarr (Seydou)
Moustapha Fall (Moussa)
Bamar Kane (Bouba)
Issaka Sawadogo (Martin)
Hichem Yacoubi (Ahmed)
Oumar Diaw
Año: 2023
Duración: 121 min
País: Italia
Director: Matteo Garrone
Guion: Massimo Ceccherini, Matteo Garrone, Massimo Gaudioso, Andrea Tagliaferri
Fotografía: Paolo Carnera
Música: Andrea Farri
Género: Drama. Inmigración. Supervivencia
Distribuidor: Caramel Films / YouPlanet Pictures
Tráiler de 'Yo capitán'
Sinopsis
Yo capitán cuenta la épica historia de dos primos que abandonan Dakar para ir a Europa. En esta odisea contemporánea, los jóvenes deberán superar múltiples obstáculos en una lucha por la supervivencia a través del desierto y el mar.
Dónde se puede ver la película en streaming
La visión de la cámara
A pesar de la intensidad dramática y evidente dureza del relato que supone la travesía de los protagonistas hasta Europa, la visión es, a veces, muy inocente. Esto, que no ha tardado en ser denostado por parte de la crítica, se debe al enfoque de la cámara en los ojos de unos adolescentes que sueñan ingenuamente con esta “aventura”. Es tarea de cada uno reflexionar sobre si la posición de Matteo Garrone en la mirada de Seydou es un acierto o acaba por simplificar un tema de gran hondura. Sin embargo, no puede negarse que esta decisión permite una mayor empatía por la ingenuidad de los protagonistas y una oportunidad para ver el proceso de maduración de los mismos.
También es interesante como se modifica en Yo capitán la realidad de esa mirada. Hay en el largometraje dos momentos clave de un tono surrealista que se aleja de la veracidad palpitante del resto del relato. Estos minutos que aporta el director italiano, permiten, tanto a espectador como a protagonista, huir de una realidad tan punzante que comienza a deshacer hueso. Aparece por primera vez cuando el protagonista debe dejar atrás sus valores y, con ellos, a una mujer que sabe con certeza que morirá. La otra situación se reserva estratégicamente para aliviar la carga de una continua tortura, permitiendo a Seydou volver a ver el rostro de su madre.
Violencia
Es interesante el uso de la violencia en la filmografía de Matteo Garrone. Si pensamos en películas como Gomorra, Dogman o Yo capitán, avistamos relatos impregnados de violencia. Es difícil pensar en una película que nos zambulla en los centros de detención libaneses o en la mafia italiana y que la sangre no salte a través de la pantalla. Sin embargo, Garrone siempre mantiene cierta distancia, reflejando esa violencia sin ensalzarla. Es, al final, tratar la violencia como hecho inevitable, con imposibilidad para omitirla o reducirla más si se pretende conseguir un retrato sincero de este universo.
Y esto, que puede parecer una postura sencilla, no lo es tanto. Si se repasa la filmografía previa de una temática como es la mafia nos encontraremos con títulos como El Padrino o Uno de los nuestros, películas que ensalzan la figura del “capo” y que terminan por inspirar a muchos de los delincuentes que Gomorra retrataba.
Responsabilidad
Yo capitán es, además, un viaje hacia la madurez de un personaje que debe hacerse adulto a marchas forzadas. En el tercio final de la película se obliga al protagonista a asumir una enorme responsabilidad. Seydou no minimiza la situación. Sabe que se le coloca en una situación para la que no está preparado. Es consciente de la importancia de una vida. Ya ha visto, y nosotros con él, como muchos han perecido por el camino.
Actúa con madurez, retrasando el último trayecto del viaje si esto supone una mayor seguridad. Sin embargo, acaba por asumir a la fuerza un papel que implica la vida de muchos otros.
En esta travesía sucede uno de los momentos más dramáticos del largometraje, consiguiendo transmitir una impotencia que desgarra al espectador. Se muestra como los inmigrantes son abandonados deliberadamente por los distintos gobiernos, que se aferran a la excusa de la territorialidad para no actuar. Y el espectador quiere pensar que es otro plano surrealista de Matteo Garrone, que esto no puede suceder, que nadie actuaría de esta manera en una situación de urgencia como la que se describe. Pero es real, y vemos como lanzan la pelota de uno a otro extremo justificando que el barco no se encuentra en su territorio. Las vidas no dependen de un mapa ni de una línea trazada arbitrariamente. Seydou acelera y nuestro corazón navega con él.
Insensibilización
Hay un punto que juega en contra de este tipo de películas y es que el impacto que genera sobre el espectador puede ser inferior al que se espera debido a la exposición continua de la población, tanto en el cine como en las noticias, a imágenes de una violencia expresa y tendencia a la morbosidad. Debido a esta insensibilización de la crueldad puede que el largometraje no sorprenda si no se consigue una conexión emocional con los protagonistas. En Yo capitán no se siente esa insensibilización. El espectador mira con los ojos de Seydu, que nunca ha visto la tortura, y se sorprende con él de cada momento donde la injusticia o violencia acapara la pantalla.
Dejando de lado el impacto de la violencia física, que es evidente, también sorprenden otros momentos de absoluta deshumanización. Dos meses después de haber disfrutado de su visionado todavía resuena en mi cabeza un diálogo donde se vende a dos senegaleses con la misma parsimonia con la que compras un par de mandarinas. “500 euros uno. 800 dos”. 2x1 en personas. Es tan doloroso que solo queda evadirse y reírse de la inconsistencia y sin sentido de la humanidad.
Tal como lo hizo Steven Spielberg hace 30 años con La lista de Schindler, Matteo Garrone hace que nos preguntemos ¿Qué precio tiene una vida?
Y al final, con todo este viaje, sufrimiento, violencia y muerte, uno abandona la sala y se entristece. Seydu ha llegado a Europa y se sabe vencedor. Pero todos sabemos que su sufrimiento no ha acabado. No será recibido como espera. Chocara de frente con un racismo cada vez más patente. Volverá a vivir lo que sintió en el barco, que hay gente que preferiría que nunca desembarcase en su ciudad.
Y es por eso que, con sus virtudes y sus defectos, Yo capitán es una película de una importancia evidente. Se incluye en un apartado de películas que, aunque puedan devaluarse por crítica y público por ciertos aspectos, brillan por la necesidad de su existencia. Yo capitán debe verse, entenderse y compartirse. Puede ayudar a trasladar un sentimiento de humanidad cada vez más necesario. No sería justo que esta película solo resonase en el Teatro Victoria Eugenia. Debería ser material de educación para no dar la espalda a lo que sucede delante de nuestros ojos. Garrone ha conseguido encapsular una realidad que es importante que sea vista. El resto depende de nosotros.
Conclusión de 'Yo capitán'
Yo capitán brilla en su exposición de una travesía que compartimos con empatía e impotencia a partes iguales. Aunque pueden surgir dudas con el tratamiento de la historia, Mateo Garrone logra condensar en 2 horas un material educativo imprescindible para entender una realidad que a veces escapa de nuestra mirada.
Reportaje de Yo capitán en Días de Cine TVE
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM