Zafari es una película que se sumerge en la intimidad de una familia venezolana en crisis, explorando los lazos que se rompen y se rehacen en un contexto de migración y desarraigo. Dirigida por Mariana Rondón, la película es un ejercicio de observación sensible y poética que busca capturar la esencia de la experiencia humana en un momento de gran cambio. Zafari es una reflexión sobre la identidad, la pertenencia y la resiliencia en un mundo cada vez más globalizado y fragmentado. La cuarta película de Mariana Rondón, uno de los títulos latinoamericanas más destacadas de la temporada - premio del Sindicato Francés de la Crítica de Cine, Biarritz; Mejor Actriz y Premio Especial del Jurado Sanfic 2025, entre otros- llega a España el 28 de noviembre de 2025.
Crítica de 'Zafari'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Zafari
Título original: Zafari
Reparto:
Daniela Ramírez (Ana)
Francisco Denis (Edgar)
Samantha Castillo (Natalia)
Claret Quea (Mataperro)
Juan Carlos Colombo (Francisco)
Varek La Rosa (Bruno)
Beto Benites (Flaco)
Año: 2024
Duración: 100 min.
País: Venezuela
Director: Mariana Rondón
Guion: Mariana Rondón, Marité Ugás
Fotografía: Alfredo Altamirano
Música: Pauchi Sasaki
Género: Drama
Distribuidor: OlieteFilms
Tráiler de 'Zafari'
Sinopsis
La llegada de un hipopótamo al zoológico desata conflictos de consecuencias insospechadas en un vecindario de clases sociales enfrentadas. En un mundo distópico, cada vez más salvaje, Zafari el hipopótamo, es el único que aún tiene suficiente comida.
Dónde se puede ver la película en streaming
Un mundo ecológico
Zafari propone una fábula contemporánea sobre la decadencia social y moral a través de una historia inquietante. La trama se desarrolla entre la crisis doméstica y el horror ambiental, mezclando drama social, alegoría política y suspense psicológico.
A medida que Ana se adentra en los apartamentos vacíos en busca de comida, el filme transita hacia un territorio casi postapocalíptico, donde los ruidos extraños en los pasillos evocan tanto el miedo al otro como la animalización de la propia sociedad. En medio de ese caos, el hipopótamo Zafari, se convierte en una metáfora del poder, el instinto y la desigualdad.
Mariana Rondón dirige con un estilo sofocante y atmosférico. La cámara se mueve entre los interiores opresivos del edificio y los destellos del zoológico, contraponiendo el encierro humano con la libertad aparente de los animales. La directora utiliza la escasez como lenguaje narrativo, cada plano es un recordatorio de la degradación que avanza tanto fuera como dentro del hogar. Su mirada es crítica pero no moralista, y aunque algunas metáforas son evidentes, logra mantener un aura inquietante y poética.
No obstante, el ritmo irregular y ciertos pasajes demasiado contemplativos hacen que la tensión se diluya por momentos. Rondón parece más interesada en construir atmósferas que en contar una historia cerrada, lo que puede dejar al espectador a medio camino entre la fascinación y el desconcierto.
La familia como jaula
El trío protagonista, Ana, Edgar y Bruno, sostiene el relato con actuaciones contenidas, casi espectrales. Aunque las interpretaciones secundarias apenas tienen desarrollo, hay una honestidad emocional en el trío principal que sostiene el tono de Zafari. Mariana Rondón dirige a sus actores como si fueran animales en cautiverio, observando cómo cada uno reacciona ante la escasez, el miedo y el hambre.
Luz, sombra y peligro
Desde el punto de vista visual, Zafari es una obra densa y atmosférica. La fotografía juega con los contrastes entre la oscuridad del edificio y los colores casi oníricos del zoológico. La iluminación tenue, con velas, lámparas rotas y reflejos en los charcos, crea una sensación de inestabilidad constante.
Mariana Rondón demuestra un gran dominio de los elementos técnicos, pero el montaje peca de irregular, en su búsqueda de un tempo poético, sacrifica fluidez narrativa, aun así, el resultado es hipnótico en su ambigüedad visual y sonora.
Conclusión de 'Zafari'
Zafari es una fábula política disfrazada de drama psicológico, una película que utiliza el símbolo del zoológico para hablar de la animalización del ser humano en tiempos de crisis. Mariana Rondón construye una historia que incomoda más de lo que emociona, y que apuesta por la sugerencia frente a la claridad.
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