Casi coincidiendo con el Día de la Mujer, el pasado 9 de marzo llegó al Teatro Bellas Artes Adiós, dueño mío. Esta es una adaptación libre de La traición en la amistad, la única comedia escrita por la autora barroca María de Zayas. Magüi Mira se encarga de la dirección y dramaturgia de un texto considerado protofeminista. Emilio Hernández realiza la adaptación manteniendo el espíritu de la autora.

Con un elenco formado por cinco actrices, Marta Calabuig, Pilu Fontán, Rosana Martínez, Laura Valero y Silvia Valero que encarnan a cinco amigas y a sus tres galanes, nos encontramos ante un texto que juega con los códigos clásicos de las comedias de enredo del Siglo de Oro.

Tras su estreno la pasada primavera y su paso por el Festival de Teatro Clásico de Almagro, la compañía valenciana Olympia Metropolitana llega a Madrid. Adiós, dueño mío permanecerá hasta el domingo 13 de marzo en el Teatro Bellas Artes.



Estreno Adiós dueño mío

Crítica de 'Adiós, dueño mío'

Ficha Técnica

Título: Adiós, dueño mío
Título original: Adiós, dueño mío

Reparto:
Marta Calabuig
Pilu Fontán
Rosana Martínez
Laura Valero
Silvia Valero

Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Magüi Mira
Dramaturgia: Magüi Mira
Versión: Emilio Hernández
Autora:
María de Zayas
Producción: Olympia Metropolitana

Tráiler de 'Adiós, dueño mío'

Sinopsis de 'Adiós, dueño mío'

Adiós, dueño mío nos presenta un «sarao», como decía María de Zayas, en pleno Siglo de Oro. Comedia. Enredo. Sexo. Música. Verso. Baile.

Cinco actrices interpretan a cinco amigas. Y a tres hombres. Cinco mujeres que gozan y sufren. Que buscan amor. Sin compromisos, sin dueños, sin ataduras. Con la misma libertad que cualquier hombre. ¿Por qué no?

Podríamos decir que el sexo es un lenguaje que nos comunica, por el que nos expresamos y acercamos a uno de los placeres mas desconocidos y fascinantes que nos da la vida. Socialmente aceptado por y para el hombre. Rechazado si este comportamiento lo practica la mujer. María de Zayas alertó de esta incidencia hace 400 años y peleó firme, con inteligencia, con humor y con el convencimiento de que llegaríamos a entender que el sexo libre no va de la mano de los votos sagrados del compromiso.

Sus narraciones fueron prohibidas para su reedición por la Inquisición y fueron copiadas y transmitidas de mano en mano en los siglos 17 y 18 clandestinamente, sobre todo por jóvenes mujeres.

María de Zayas, en su único texto escénico, se autocensuró. El patriarcado y clero masculino dominante no habrían aceptado que su lucha valiente por la libertad amatoria de la mujer, que hoy reconocemos, se presentara en carne viva, en directo, con mujeres reales antes las espectadoras y los espectadores de aquellos años. (TEATRO BELLAS ARTES). 



Adiós dueño mío
Foto de Olympia Metropolitana

Una adaptación libérrima

María de Zayas se ha ganado un hueco en los libros de texto en los últimos años, normalmente al lado del Buscón de Quevedo, como autora reseñable dentro de la prosa del XVII. Como Cervantes en sus Novelas ejemplares, María de Zayas se basa en los modelos de la novela italiana. Con argumentos llenos de enredo e intrigas, donde el erotismo y la denuncia de la desigualdad de sexos tienen especial protagonismo. En el siglo XVIII la Inquisición la consideró libertina y obscena y se encargó de censurarla. Muy pocos conocen la existencia de La traición en la amistad, su única obra dramática, cuya adaptación hoy podemos disfrutar de la mano de Magüi Mira con Adiós, dueño mío.

Emilio Hernández toma el argumento general de la obra original para ofrecernos una propuesta donde se subrayan los aspectos más radicalmente feministas, introduciendo significativas modificaciones. Se eliminan, por ejemplo, los criados, los graciosos del teatro clásico, pero se reparten algunas de sus líneas entre las protagonistas. Estas damas de alta alcurnia, nunca habrían pronunciado ciertos chistes gruesos, buenísimos por otra parte, sobre curas y ajos. Se integran algunas escenas que no están en el original. Las protagonistas se rebelan contra lo que de ellas se espera, se truncan algunos versos y, sobre todo, se cambia un final que entraba totalmente dentro de los cánones del teatro lopesco, con boda incluida y castigo para la poliamorosa Felisa, hoy nuestra heroína.

Teatro Bellas Artes
Foto de Olympia Metropolitana

Una puesta en escena brillante y colorida

María de Zayas no escribió Adiós, dueño mío. Ni podría haberlo escrito. Faltaban siglos para que se acuñaran ciertos conceptos sobre los que gira la obra, como el poliamor, la sororidad o el empoderamiento. Sin embargo, sí encontramos su gérmen, una conciencia, una voluntad y una voz que denuncia las diferencias de género. Felisa, la rebelde, es un personaje fascinante, a la altura de la Leonarda de La viuda valenciana de Lope o de la pastora Marcela de Cervantes.

El montaje se basa en una escenografía prácticamente desnuda. El colorido vestuario, con modernas faldas de vuelo y grandes gafas de sol tiene todo el protagonismo. La música nos traslada a unos sensuales años sesenta. Todo ello marida sorprendentemente bien con una obra llena de diversión y de enredos amorosos, sin grandes pretensiones pero con un empoderante resultado. Sobre todo, destacan las interpretaciones de sus cinco actrices, que actúan, cantan y bailan y que se meten en la piel también de los personajes masculinos.

Adiós dueño mío
Foto de Olympia Metropolitana

Conclusión

Adiós, dueño mío es una divertidísima comedia basada libremente en La traición en la amistad, la única obra dramática de María de Zayas. La veterana Magüi Mira nos propone un espectáculo fresco y chispeante, lleno de humor, pero también combatiente. Destacan en él las interpretaciones de su elenco de actrices:  Marta Calabuig, Pilu Fontán, Rosana Martínez, Laura Valero y Silvia Valero. Una obra muy disfrutable y una ventana por la que asomarse a la producción de una de nuestras escritoras más reivindicables.

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