Amor al cuadrado (Milosc do kwadratu) es una película polaca del director Filip Zylber que producida por Endemol Polska ha sido doblada al español, francés, brasileño y turco. Comedia ligera romántica realizada como entretenimiento para el gran público con formato típico de producto televisivo consumible en una tranquila sobremesa de fin de semana.

Un argumento ligero con el antiguo truco de jugar con los equívocos y las dobles personalidades para aderezar ésta sencilla comedia de enredo de la filmografía polaca que a cuentagotas llega a las pantallas españolas.

Estrenada en la plataforma Netflix el 11 de febrero de 2021.



Amor al cuadrado

Crítica de 'Amor al cuadrado'

Ficha Técnica

Título: Amor al cuadrado
Título original: Milosc do kwadratu

Reparto:
Miroslaw Baka (Padre de Klaudia)
Mateusz Banasiuk (Enzo)
Adrianna Chlebicka (Monika / Klaudia)
Krzysztof Czeczot (Jacek Szczepanski)
Wojciech Kalarus (Head of the concern)
Tomasz Karolak (Director)
Jacek Knap (Andrzej)
Anna Smolowik (Ilona)
Sebastian Stankiewicz (Wiesiek)

Año: 2021
Duración: 101 min.
País: Polonia
Director: Filip Zylber
Guion: Wiktor Piatkowski, Marzanna Polit
Fotografía: Maciej Lisiecki
Música: Michal Kush
Género: Comedia romántica
Distribuidor: Netflix

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Amor al cuadrado'

Sinopsis

La comedia romántica Amor al cuadrado está protagonizada por la profesora Monika, que lleva una doble vida como modelo —con el nombre de «Klaudia»— para pagar las deudas de su padre. En una sesión fotográfica, conoce a Enzo, un periodista mujeriego que se ve obligado a participar en el anuncio ante la insistencia de su jefa y amante, Alicja. Durante la sesión, las cosas van de mal en peor y los dos modelos se convierten en enemigos acérrimos. (Netflix)

Dónde se puede ver la película



Empieza el lío de modelos y personajes

La primera secuencia de Amor al cuadrado (Milosc do kwadratu) nos ofrece la tarjeta de presentación de lo que puede ser éste largometraje polaco de 2021. Un hombre joven trajeado cantando mientras baila en la parte superior de un puente sobre una autovía de intenso tráfico. El joven está contento y la película nos irá mostrando sus motivos para sentirse así.

Enzo (Mateusz Banasiuk), éste joven “guaperas” llega a la casa y enseguida su pareja le reprocha que haya despertado a su gran perro. Paralelamente una modelo vuelve a su casa tras una sesión de fotos y tras cambiarse llega tarde corriendo a la escuela infantil donde trabaja como profesora.

Mónika (Adrianna Chlebicka) enseña de manera muy personal y poco convencional en la clase infantil por lo que el rígido director de la escuela (Tomasz Karolak) cuestiona sus métodos.

El guion de Wiktor Piatkowski y Marzanna Polit pronto nos desvela la relación entre estos dos jóvenes esbeltos y agraciados. A veces la trama se vuelve farragosa y excesivamente edulcorada además de poco creíble. Tampoco la sucesión de nuevos personajes es clara llegando a confundir al ser introducidos en la acción a veces precipitadamente o sin un hilo bien articulado.

En seguida Amor al cuadrado (Milosc do kwadratu) adopta un claro tono dulzón de “comedieta” alegre, colorista y musical. La banda sonora es una sucesión continua de temas musicales alegres pero de escaso nivel, canciones una tras otra demasiado parecidas entre sí y de las que apenas te queda recuerdo especial tras terminar sus 104 minutos.

En otra secuencia el modelo discute con su pareja y antes de llegar al “set de rodaje” del anuncio va piropeando y seduciendo a cuanta mujer se va encontrando en su camino. La descripción del personaje es de un intenso “picaflor” que está sobrado de conocerse en sus habilidades de coqueteo.

Amor al cuadrado
© Netflix

¿Guionistas o confusos fabuladores?

El atropellado guion continúa enredando entre escenas preparando el encuentro de los dos modelos publicitarios protagonistas principales de Amor al cuadrado (Milosc do kwadratu).

Pronto lo conseguirá con una escena artificiosa al hacer coincidir a ambos en un equívoco casual en la carretera montando en su deportivo descapotable.

El joven le lleva a su destino que curiosamente es el mismo plató donde ambos son las estrellas del barroco anuncio de un lujoso coche deportivo. Los diálogos y la trama siguen siendo artificiosos y poco naturales por lo que nuestra curiosidad es como van a desenredar el lío de guion ya establecido.

Empieza a desvelarse que Klaudia (Adrianna Chlebicka) es el alter ego de la maestra de métodos pedagógicamente alternativos y que lleva esa doble vida secreta como modelo a espaldas de sus compañeras de trabajo. Un buen trabajo de maquillaje y vestuario hace que nadie lo descubra.

El promiscuo modelo termina siendo echado de casa por su mujer yendo a refugiarse en la casa del celoso hermano arquitecto también abandonado con su hija Ania (Helena Mazur) en plena crisis de pareja tras irse ella de viaje en barco. De nuevo los guionistas hacen piruetas haciendo que la niña “casualmente” sea alumna de la maestra y modelo Mónika-Klaudia.

Por si el lío de la trama era pequeño la mujer del “guaperas” modelo encela por sus desvelos interpretativos cariñosos con Klaudia, aún más a su esposa que también trabaja en la campaña publicitaria A éstas alturas de la película, nunca mejor dicho, el interés del espectador es tratar de adivinar cuál puede ser la próxima “casual” sorpresa que nos sirvan los guionistas. Pero queda aún casi medio metraje por lo que sin duda llegarán mal que nos pese.

Milosc do kwadratu
© Netflix

Por suerte el matrimonio no es obligatorio

El director de fotografía hace lo que puede retratando el rompecabezas de escenas y secuencias dulzonas. La banda sonora a cargo de Michael Kush pone la guinda de despropósitos con un mariachi del grupo Zespól “Los amigos”.

Cada vez menos creíble la artificiosidad de la trama pero aún los guionistas rizarán el rizo en su despropósito. Añaden en el indigesto potaje a unos matones que reclaman una deuda al padre de Mónika/Klaudia. Éste artificio parece hecho para justificar la larga duración de la película o un intento más para crear interés.

Una excursión del alumnado infantil de la escuela de Ania con su maestra Mónika es endulzada por nuevas incidencias para justificar el acompañamiento de Enzo. Para añadir méritos el irrealista guion introduce una actuación heroica de la maestra inyectando a tiempo un medicamento a la desvanecida Ania en la actividad extraescolar de la granja-escuela.

El dúo “culpable” del guion añade leña al fuego con el coche antiguo restaurado, regalo que el padre mecánico de Mónika le tiene reservado para cuando se case aunque su hija, le aclare que, “Por suerte el matrimonio no es obligatorio”. Consuelo fútil para tranquilizar a su amado padre viudo por accidente de coche que desconoce su amorío creciente con el modelo “guaperas”.

Nuevos desvaríos del guion nos hacen descarrilar entre Ania que es llevada al set de la campaña publicitaria por su tío modelo descubriendo la niña que su maestra y la modelo del anuncio son la misma persona. Nuevos líos de guion entre los personajes llevan al disloque y a desear cada vez más que acabe pronto la película.

La fiesta de presentación del anuncio del coche es otra secuencia más patética si cabe pero que no será aún la última antes de descansar con la ansiada palabra FIN de Amor al cuadrado (Milosc do kwadratu).

Amor al cuadrado
© Netflix

Conclusión de 'Amor al cuadrado'

Amor al cuadrado (Milosc do kwadratu) es una desafortunada película cuyo principal responsable es el argumento artificioso y los diálogos edulcorados que dan pie a un contínuum de secuencias atropelladas. El cuadro actoral hace lo que puede con tal guion y el director deja que el rumbo de la película vaya a la deriva.

Tampoco la banda sonora aprueba en su continuidad excesiva que llega a molestar por su atonía y falta de variedad. Sólo se salva la fotografía que tiene algunos momentos de calidad como en los rodajes y presentación de la campaña publicitaria estando por encima del bajo nivel general de éste largometraje.

La película vista en una sobremesa del fin de semana nos puede ayudar a la siesta o endulzar romanticismos ingenuos.

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Fernando Gálligo Estévez
El cine, muy especialmente en pantalla grande y en versión original, siempre ha estado conmigo en las distintas ciudades donde he vivido. Estar a un lado y al otro de la pantalla me ha hecho amar el cine. Por eso me gusta ser espectador, actor secundario, figurante, reportero y cronista de cine. Desde los 27 años de edad colaborador de prensa cultural y general aportando, a los distintos temas, siempre mi visión cosmopolita y heterodoxa. He publicado hasta ahora siete libros en cuatro editoriales diferentes, siendo mi séptimo libro "Relatos de Cine", editorial Jákara, Málaga, como homenaje al Séptimo Arte. Web profesional https://tresviernes.com
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