David Gaitán vuelve con Antígona, una versión diferente del clásico que ha seguido marcando a la sociedad moderna. Tras su éxito en las Naves del Español, la pieza teatral se mantiene en cartel hasta el 2 de mayo de 2021. De esta manera, su prórroga es un premio por el éxito obtenido por parte del público. Además, esta gran acogida se ha podido observar en la venta de entradas, que se agotaron durante los días de representación hasta este 18 de abril. Se puede disfrutar en la Sala Max Aub de Naves del Español en Matadero.
Reparto: Irene Arcos (Antígona) Fernando Cayo (Creonte) Clara Sanchis (Sabiduría) Isabel Moreno (Ismene) Elías González (Guardia) Jorge Mayor (Hemón)
Duración: 100 min. apróx. Dirección: David Gaitán Dramaturgia: David Gaitán Diseño de escenografía y vestuario: Diego Ramos
Diseño de iluminación: Fran Cordero
Música original: Álvaro Rodríguez Barroso
Dirección de producción: Domingo Cruz
Ayudante de dirección: Pilar Contreras Producción: El Desván Producciones, Festival Internacional de Mérida yTeatro Español
Tráiler de 'Antígona'
Sinopsis de 'Antígona'
La dirección de este nuevo montaje va íntimamente ligada con la voluntad de hacer los ajustes necesarios al texto (desde conjugaciones y modismos hasta acentos discursivos) en pro de una comunicación poderosa con quienes asistan a la sala. La democracia representativa, la transición que las fuerzas políticas de oposición tienen que atravesar una vez que consiguen el objetivo de ocupar el poder, la desinformación como estrategia para incidir en procesos democráticos, la popularidad como disfraz para discursos de odio, son algunos de los temas que con Antígona pueden abordarse en aras de dialogar elocuentemente con la sociedad española que potencialmente asistirá a la representación. (TEATRO ESPAÑOL).
El diálogo y el castigo
La democracia se ha convertido en uno de los sistemas que más ha dado de qué hablar en los últimos años. De esta manera, David Gaitán recupera una de las obras que plantea ese debate genera en torno al poder: Antígona. En esta nueva versión, el dramaturgo explora el significado y el símbolo que todavía perdura en el bagaje narrativo de su protagonista. A través de la tragedia, se expone la imperfección del poder humano, que transmite esas dudas acerca de cómo se ejerce el control de la sociedad. Gracias a ello, el espectador se encuentra nuevamente ante una conversación que no solo muestra la dicotomía del ser y del deber, en torno a Antígona, sino a cómo a día de hoy todavía sigue afectando la diferencia de pareceres. También se sumerge en la necesidad de complejizar y salirse de lo banal y simple.
Por lo tanto, la obra sabe explotar ese carácter social que ha convertido a Antígona en todo un referente con el paso de los años. No se basa únicamente en atacar a un sistema opresor y totalmente avaro, sino que también desea mostrar los miedos de los poderosos. Con lo cual, el público también es consciente de los contrastes y pinceladas más profundas que se hallan en los personajes que salen a escena. De esta forma, se puede contemplar una conversación inteligente, no exenta de polémicas, que deja la introspección para cada espectador en la definición que otorgue en su propia mente. Igualmente, el espectáculo no se limita al dramatismo que exige la pieza, sino que también lo mezcla con una comedia descarnada, irónica y sarcástica, que plantea un equilibrio estupendo. Así obtiene una atención más distendida a ojos de los asistentes.
El significado del deber moral
Ante un texto tan potente como el que se ofrece en Antígona, no es de extrañar que se apueste por unos intérpretes con una fuerza interpretativa excelente, sobre todo en los protagonistas. En primer lugar, Fernando Cayo está excelso, con una vigorosidad que envuelve todo el escenario. Su versión de Creonte le hace brillar en todo momento, con una mezcla de desdén altivo, a la par que esa característica necesidad de hacerse notar. Por tanto, no se puede negar que el actor capta la esencia de su personaje al máximo y lo eleva a una calidad sobresaliente que deja estupefactos a los espectadores. Junto a él, una plausible Irene Arcos, la cual tiene escenas donde realmente emociona. No obstante, en una parte importante de la obra, se mantiene en un perfil que, a veces, roza la impasibilidad. Su presencia no es suficiente para rellenar esos vacíos escénicos.
Clara Sanchis vuelve a demostrar la gran experiencia sobre el escenario, dando vida a una Sabiduría perfecta. Desde el principio, hasta el fin, expone esa inteligencia expresiva y un uso de la voz increíble. Incluso, se puede decir que es el reflejo de una sociedad cansada, que se mimetiza con su interpretación. Además, hay partes en las que triunfa con absoluta verosimilitud y sinceridad sobre el escenario. Por otro lado, Jorge Mayor cumple con su papel y logra un resultado favorable, de forma dramática. Lo mismo sucede con Elías González, que apuesta por una visión más cercana y familiar. Asimismo, su papel no le permite lucirse más, pero aprovecha sus momentos sobre la escena. Por último, Isabel Moreno se excede en esa ingenuidad luminosa, rozando un histrionismo que, en ocasiones, llega a incomodar. En consecuencia, no sorprende como varios de sus compañeros sobre las tablas.
El debate vivo
Al hablar de Antígona y la propuesta escénica de este montaje, se puede ver que hay una intención de darle viveza constante al escenario. Por ello, se hacen con una plataforma curvilínea, majestuosa, que ya llama la atención desde sus primeras escenas. Aun así, no es el parámetro que más se aprovecha, dado que son los propios elementos sobre la escena los que, realmente, dan dinamismo a la obra. La colocación de las mesas, los movimientos... hacen que dé esa sensación de magnitud que necesita la obra. Asimismo, se agradecen ciertos homenajes al teatro clásico griego, que, aunque no son muchos, son suficientes para el gusto del espectador. De igual forma, hay que destacar el excelente uso de la iluminación, con un juego de luces que no se queda estático y sabe acentuar el carácter dramático de la propuesta.
Lógicamente, al ser un montaje más moderno, se introducen algunos aspectos que aluden a los tiempos actuales. Uno de ellos tiene relación con el rap, el cual consigue empastar sin problemas con el tono de la obra. Sin embargo, hay otras partes que no obtienen ese magnetismo y se ven ciertamente desproporcionados con su conjunción global estético. La confluencia entre modernidad y lo clásico es una relación en continua batalla, pero que, finalmente, logra un resultado notablemente favorable. Por otra parte, el vestuario de los personajes es llamativo, evocando a una elegancia sutil, que se entremezcla con un planteamiento rompedor, que sabe manejarse entre ambas facciones. Por último, el final ofrece una buena metáfora de las masas frente al poder, del despertar de una democracia real y el pensamiento de éste. Un acierto absoluto con la intención de la obra.
Conclusión
Antígona apuesta por el diálogo, con una dramaturgia que comprende la complejidad del pensamiento y ofrece un debate inteligente y personal. Asimismo, se agradece la compensación con esa comedia irónica, al mismo tiempo que un discurso que busca la reflexión en el espectador. También destacar un elenco estupendo, con unos magníficos Fernando Cayo y Clara Sanchis, acompañados de una plausible Irene Arcos. La propuesta escénica se mantiene viva en todo momento, con una mezcla de lo moderno y lo clásico bien conjugados. Además, envuelven con su majestuosidad sutil a los asistentes de la sala. Una renovación de la tragedia ya conocida, que vuelve a revolver a los espectadores con los debates abiertos sobre el poder y la verdad.
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