Solo una obra magna, como el cortometraje de David Pérez Sañudo, Au pair, sección oficial del Festival de Sitges, es capaz de ser una película de terror perfecta y a la vez un manifiesto antirracista más potente que cualquier vídeo de PlayGround.



Au pair

Crítica de ‘Au pair’

Ficha Técnica

Título: Au pair
Título original: Au pair

Reparto:
Sarah Perles (Nadia)
Luis Callejo (Néstor)

Año: 2021
Duración: 21 min.
País: España
Director: David Pérez Sañudo
Guion: Marina Parés, David Pérez Sañudo
Fotografía: Kenneth Oribe
Música: Beatriz Lopez-Nogales
Género: Thriller. Terror
Productora: Amania Films
Arte: Ane Cerrato
Montaje: Lluis Murua
Sonido: Leticia Argudo
Distribuidora: Selected Films

FilmAffinity

IMDb

Teaser de ‘Au pair’

Sinopsis de ‘Au pair’

Nadia viaja a Valladolid a enseñar francés a Néstor. Allí le recibirá Fernando, su padre, un excéntrico y castizo hombre que la introducirá en el corazón de Castilla. En un entorno ajeno y poblado por banderillas y cabezas de toro, Nadia hará lo posible por enseñar la lengua de Molière a Néstor. O eso cree ella. (AMANIA FILMS)



Espejismos 

Un lugar común en las tertulias cinematográficas es que "las buenas películas son un espejo". En este caso, la fórmula aplica. Pero conviene visualizar ese espejo metafórico no tanto como el que tenemos en el baño, sino como uno de esos deformantes de los museos de las ilusiones, que te hacen chaparro y gordo, y que suelen estar más sucios que el rastrillo de una cuadra. Pero que tal cosa no nos lleve a pensar que los cineastas son unos exagerados, mentirosos y tramposos en su retrato del mundo. Bueno, sí lo son, por definición.

Pero la mentira, para un cineasta, es el mejor artefacto para alcanzar el bien supremo que ansía: la verdad. Y la verdad, por suerte, no es lo mismo que la realidad. Al igual que necesitamos un espejo de aumento que nos deforme el perfil para ver con claridad ese asqueroso grano escondido bajo las aletas de nuestro hocico, el cine solo tiene un efecto real en la transformación del mundo a través de la caricaturización del mismo, donde se resalten sus imperfecciones. Una película interesante sería plantar un espejo gigante en el hueco de la pantalla de una sala de cine.

Au Pair
Foto distribuida por Selected Films

La culpa era de España

Y es que la realidad es coyuntural, pero la verdad es humana, y no ha cambiado apenas nada desde hace milenios. En Hamlet, un análisis realista nos dice que las personas podemos ver fantasmas, que las mujeres enloquecen de amor y que se puede untar de veneno una espada para hacerla más mortífera.

Sin embargo, con lo que uno se queda de verdad después de leer Hamlet es con la profundísima y lacerante confusión que Hamlet alberga, por ejemplo, hacia su madre, que ha decidido rehacer su vida después de enviudar con el primer mamarracho que le ha ofrecido el hombro, y al que Hamlet odia. Cualquiera con padres divorciados podríamos entender algo de eso, esa incomprensión hacia lo que hacen los seres queridos, quienes asumíamos nuestros referentes, y el abandono que ello nos provoca. Porque eso es la verdad.

En la historia que nos ocupa, el director en Au pair hace una adaptación bastante evidente de Psicosis, cambiando a Norman Bates por el presidente del club de fans de Manolete. Hay infinidad de referencias. Aparte de la más obvia del tercer acto, también tenemos la cabeza del toro colgada, o la mirada a cámara final. Pero no solo adapta las referencias al imaginario rural castellanoleonés, sino que además resultan narrativas, aportan al desarrollo de la historia, algo que yo por lo menos agradezco.

Luis Callejo
Foto distribuida por Selected Films

La inspiración en Hitchcock

Pero la inspiración en Hitchcock va mucho más lejos: es gramatical, solo propia de alguien muy conocedor de la sintaxis del maestro. Alguien como Brian de Palma, autor de, entre otras, Vestida para matar, película que aparece en la memoria inevitablemente al ver este corto. Esa obsesión patológica con el punto de vista como vía para entender la manía y chaladura del personaje, es Hitchcock. Y es precisamente eso lo que usa David Pérez Sañudo para persuadir al público con su mensaje cargado de sentido social en Au pair.

Si en la película de Hitchcock (y en la De Palma) teníamos a un tarado que se vestía de mujer pata matar a otras mujeres, o en Halloween de Carpenter teníamos a un tarado que se vestía de persona sin identidad ni alma para asesinar a jóvenes, aquí, en Au pair tenemos a un tarado que se viste de torero para asesinar a mujeres. Eso ya sería un argumento juicy para una película de Alex de la Iglesia, parece un ser mitológico (ni siquiera llegamos a conocer su nombre), pero el caso es que no es sólo eso. La casa de Luis Callejo está llena de arriba abajo de simbolismo español, por todos lados, exuda españolidad, desde el Que viva España, de Manolo Escobar, hasta las tazas del desayuno o el hule en la mesa.

Es España la que está matando a mujeres, y en concreto a mujeres musulmanas. Pero es que al final del corto Au pair descubrimos que esa cámara que había en el aparador del salón era para grabar las snuff movies del psicópata, pero no le vemos colocarla ni interaccionar con ella hasta después de la masacre, donde entendemos que hasta ese momento la cámara la hemos sostenido nosotros. El público. La España que se mira al espejo.

Au pair
Foto distribuida por Selected Films

La ficción: materia prima

Esta historia de Au pair es una pugna constante entre la realidad, representada en el personaje de Nadia, y la ficción, representada en… bueno, en todo lo demás. Nadia acude, desde el mundo real, al mundo cinematográfico de Sañudo, que es el del psicópata, con lo que el director hace una distinción clara entre una y otra sustancia, entendiéndolas indefectiblemente disgregadas pero inseparables, pues se definen entre sí. Sañudo le canta a la ficción como materia prima exquisita, donde crear un personaje horrendo pero fascinante, en cuyo mundo los cerdos son capaces de arrancarse a gruñir por Manolo Escobar. Nadie se tomaría la molestia de introducir un efecto de negativo dañado en su película si no fuese queriendo hacer entender que todo lo que estamos viendo es ficción, un embuste, un juego de prestidigitador.

En este corto Au pair la ficción lo inunda todo, lo empapa todo, salvo por dos planos muy sutiles en que inexplicablemente el director cambia el formato, antes más reducido, a unos milímetros más panorámico. Coincide con el momento en que el personaje de Luis Callejo, alguien que está solo en la vida y cuyo nombre no sabemos, menciona a su familia, como una losa que le machaca la conciencia, y le empuja a salir de la ficción. Este momento termina con Luis Callejo entrando desde fuera de campo, por un lado del plano desde el que no tiene ningún sentido que esté, rompiendo la lógica realista, volviendo a la ficción. A partir de ahí todo el corto será con el mismo formato de película de 16mm.

Finalmente, Nadia, que intenta durante toda la historia de Au pair, entender la ficción en que se encuentra a través de las reglas de la realidad, es atrapada para siempre por el torero psicópata, un personaje que solo puede existir en la ficción. Y que, como su supuesto hijo encerrado en su habitación que se niega a salir, no está dispuesto a escapar hacia la realidad. Al igual que Tarantino con el hueco para las catanas en los asientos de los aviones en Kill Bill, o Woody Allen y su poder para invocar a Marshall McLuhan cuando quiere ganar una discusión, David Pérez Sañudo asume en Au pair que la realidad es en sí misma decepcionante y decadente, y que nada puede existir jamás que se compare en interés con el maravilloso mundo de la ficción.

Sarah Perles
Foto distribuida por Selected Films

La música: sonata para cerebro in fuga

Compuesta en su totalidad para violonchelo solo, la compositora Beatriz López-Nogales parece haber hallado la forma de escribir la locura en un papel pautado. Crea tres movimientos que denomina parcelle, parcelas, que titula respetivamente Presente, Ausente y Au Pair. Son las parcelas mentales, los rediles, los estadios por los que pasa Nadia en su relación con el psicópata. Parcelle I: Presente se compone de ese cello enfermo, solitario, sin tonalidad y profundamente violento, y suena en los momentos en que vemos rastros de la presencia que Nadia siente acechar: restos de comida, los deberes de francés hechos, o mensajes xenófobos en la pizarra.

Parcelle II: Ausente es mucho más oscura, dominada en gran medida por los silencios, suena cuando Nadia duerme, cuando no sabemos si hay alguien tras la puerta, pero sentimos una presencia respirar en nuestro cuello: una presencia ausente. La Parcelle III: Au Pair es la culminación de la dos, mezcla de la locura enajenada del primer movimiento con fragmentos de reposo muy tensos, como un silencio incómodo en una entrevista de trabajo. Suena en el momento en que Nadia grita a la presencia detrás de la puerta, enfrentándose, encarándose, cuando toma conciencia de que se encuentra en una situación extraña. No en vano “au pair” en castellano significa “a la par”.

La autora mezcla resonancias del Alberto Iglesias más desmedido, el de La piel que habito principalmente, pero también hace recordar a la tendencia atonal de mediados del siglo XX, y sus consecuencias más evolucionadas. Es el caso del estonio Arvo Pärt, quien compuso el díptico Tabula Rasa, que ya se asemeja, con ese ostinato demente, a un intento de exploración del efecto de la locura en las cuerdas de unos violines. Dicha pieza, también se articula a lo largo de movimientos o volúmenes de la forma exacta en que lo hace la compositora de Au pair.

López-Nogales, establece con su partitura otra dimensión más a ese duelo entre realidad y ficción. La música de Au pair pasa de ser diegética (dentro de la historia) a extradiegética (fuera de historia, como una banda sonora habitual) sin solución de continuidad. No sabemos del todo si el cello lo está tocando la criatura que se esconde tras la puerta, si está dentro de la cabeza de Nadia, si lo está inundando todo como una epidemia de chaladura… Parece tirar de ambos mundos para juntarlos, con una tensión que hace temblar los músculos, como tiembla una cuerda sometida al vibrato. Pero es esa falta de respuestas a preguntas tan fundamentales la que nos hace sentir la confusión de Nadia, que habíamos entendido a través de las imágenes.

Porque así opera la música, se siente (y trato de huir de cualquier significado melifluo a partir de la palabra sentir). La música se define y se defiende a sí misma, no hace falta que alguien diga que una pieza es amarga para que lo sepamos, sentimos la amargura. Y pocos instrumentos hay capaces de transmitir la profundidad y sutilezas del arte musical como el escogido por la autora. Y es que el lenguaje articulado, el lenguaje humano, es a veces un lastre en nuestros mecanismos de expresión, casi nunca sabemos decir de forma comprensible cómo nos sentimos o qué pensamos.

La música nos salva de esa deficiencia. Porque la música no se explica, es, y así se siente. Y todos los análisis posteriores de una pieza, lo que acabo de hacer yo ahora, son racionalizaciones estériles que no pueden evitar banalizarla. Cuando nos explican que, en El Invierno de Vivaldi los violines imitan la lluvia caer, resulta interesante, pero nunca tan potente como la experiencia de escucharlo con oídos vírgenes de contaminación intelectual.

Au Pair
Foto distribuida por Selected Films

Conclusión de ‘Au pair’

La ficción es al cine lo que el bonito al marmitako, quítaselo y deja el resto de ingredientes, y no será marmitako. De esto sabe mucho David Pérez-Sañudo, de cine y de marmitako, quien en su último cortometraje, Au Pair, somete el mito de Psicosis a una desfiguración estética tan deleitosa como acomplejante.

Au pair es, sencillamente, una obra maestra del género. Que además explora las lindes de lo que es ficción y lo que no, estableciendo él sus propias cancelas frente a la realidad, y las usa como arma para transmitir un mensaje que rima a la perfección con su tiempo, como ya lo hicieran algunas de las obras cumbres del género (La invasión de los ultracuerpos, o El increíble hombre menguante), un mensaje antirracista en este caso.

Y, aunque no tenga una relación de causalidad directa porque estoy seguro de que se rodó mucho antes, la junta de la comunidad autónoma en que se ubica la historia, en el momento de escribir este artículo, está a punto de anunciar sus primeros consejeros de VOX. Si eso no es ser víctima de lo que los alemanes llaman zeitgeist, me debería dedicar a otra cosa.

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