Ayer intenté suicidarme, escrita por Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela, es una conmovedora y realista puesta en escena de un tema tabú que nos rodea, que está ahí, agazapado, pero del que no se habla: el suicidio.
Una obra que remueve conciencias y que evoluciona, después de una entusiasta recepción por el público del microteatro Frágil, para convertirse en esta ocasión en una pieza teatral de largo formato que aborda el suicidio desde las diversas perspectivas y alcances de una cuestión tan terrible y que tantas secuelas deja en nuestra sociedad.
Con unos diálogos ágiles, actuales, bellos y exaltados, no dejará indiferente a nadie, tocando la fibra de hasta los más insensibles corazones.
Interpretada por Pablo Blanco, Chema Coloma, Clara Galán y Paula Martínez. Estará los miércoles 7, 14, 21 y 28 de diciembre y los jueves 5, 12, 19 y 26 de enero de 2023 a las 20 horas en Teatro Nueve Norte, de Madrid.
Título: Ayer intenté suicidarme Título original: Ayer intenté suicidarme
Reparto: Clara Galán Chema Coloma Pablo Blanco Paula Martínez
Duración: 60 min. apróx. Dirección: Diego Da Costa Dramaturgia: Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela Música original y producción musical: Julio Viñuela Gavela
Escenografía e iluminación: Compañía La joie de la colina
Audiovisuales: Diego Da Costa
Fotografías oficiales: José A. Fernández de Córdoba
Construcción de espejos: Marta Marinas
Redes sociales y prensa: Miguel Ángel Pizarro
Producción ejecutiva: Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela Producción: Cía. La joie de la colina
Sinopsis de 'Ayer intenté suicidarme'
Ayer intenté suicidarme nos presenta a cuatro personajes que exponen sus sentimientos, opiniones, experiencias vitales y anécdotas a través de cuatro monólogos con los que invitan a reflexionar sobre un tema considerado todavía tabú.
Según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 fueron 3.941 personas las que decidieron quitarse la vida, convirtiéndose así en el año con mayor número de suicidios desde 1906, cuando comenzaron a contarse en estadísticas. (LA SALA MADRID).
Se abre el telón
La obra comienza con estas tres palabras en las que todo un infierno cabe: Ayer intenté suicidarme.
Y el corazón se nos encoge.
La tensión nos atrapa y nos envuelve.
Vemos a una joven, interpretada por Clara Galán, que podría ser nuestra amiga, nuestra vecina. Nuestra compañera de trabajo. O nuestra hermana.
Sin paños calientes nos suelta esas tres terribles palabras. ¿Os imagináis que una persona de vuestro círculo os diga eso? ¿Qué os cuente el horror que ha vivido, la desesperación cruel en la que se encuentra que la lleva a quitarse la vida? Que solo piensa en cuchillos, en pastillas, en morir. Que no ve otra solución.
El impacto y la sacudida en el espectador es demoledor. Ante nosotros, en un escenario inmersivo, en el que apenas hay nada más que dolor, rabia, desconsuelo e impotencia. Que nos salpica. Nos golpea. Nos sobrecoge.
En la siguiente escena, es su pareja la que muestra la ansiedad y la pesadumbre que le produjo la acción de su amada. Una larga noche de agonía, en la que los sentimientos más variopintos sobrevuelan por su cabeza. Su tristeza. Su culpabilidad.
Después, es un familiar cercano el que sufre la agonía de saber que la persona que quiere, de su propia sangre, prefiere quitarse la vida a seguir en este mundo. Por último, veremos el impacto en la sociedad, que muchas veces es parte del problema, por su desapego, por su falta de empatía y sensibilidad. Por su total desconocimiento de este drama.
A través de estas cuatro perspectivas, y, sin adjetivos de género, ya que el dolor y la muerte no lo tienen, Ayer intenté suicidarme da luz a un tema oscuro que acecha a la humanidad desde el principio de los tiempos.
Suicidio: la tragedia silenciosa y oculta
Hablemos de números. La principal causa externa de muerte no natural, según el Observatorio del Suicidio en España 2020, son los suicidios y lesiones autoinflingidas. En 2020 hubo en España 3941 suicidios, frente a los 3679 fallecidos por accidentes de tráfico, o los 333 asesinatos que conmueven a la sociedad.
En 2019, la OMS señala que en 2019 se suicidaron más de 700 000 personas, es decir, una de cada 100 muertes.
A estas cifras hay que sumar los intentos suicidas. Los que no aparecen en las estadísticas. Según el citado Observatorio del Suicidio, la intención suicida podría afectar a lo largo de la vida entre el 5 % y el 10 % de la población española: en un año podrían producirse, pues, alrededor de 80 000 intentos en el territorio nacional.
Todas ellas, cifras elevadísimas y dolorosas. Miles de familias destrozadas cada año. En el caso del suicidio, a este dolor hay que sumar el silencio. El olvido.
Nos enfrentamos a una pandemia silenciosa, mortífera e implacable que desde el principio de los tiempos arrebata vidas. Vidas de los suicidas y vidas de su entorno familiar, que se siente culpable por no haber impedido esa tragedia, a veces tantas veces anunciada.
Escalofriante. Y todo esto, bajo el más grande de los silencios.
El suicidio es sinónimo de silencio.
Y el silencio mata.
Ayer intenté suicidarme quiere acabar con ese silencio poniendo de relieve ese sufrimiento, escenificando esa agonía infernal que roba vidas y destruye conciencias.
Frágiles como el cristal
En el primer monólogo, Clara Galán nos atrapa con las tres primeras palabras. Se sale en su papel. Confiesa y se desgarra en canal. Nos mira a los ojos y nos dice que solo encuentra solución a sus problemas pensando en cuchillos o pastillas. Que es frágil como el cristal, que un soplo lo forma y otro lo quiebra. Se pregunta porqué no nos enseñan a ser frágiles, que no hacen falta grandes tragedias para que el mundo se nos caiga encima.
Escuchamos su monólogo con el corazón en un puño. La lágrima la tenemos a punto de derramarse de los párpados. Porque esa chica que representa Clara, podría ser cualquiera: nuestra hija, nuestra hermana, nuestra pareja. Tan real y tan sobrecogedor su relato que no podemos más que quererla y preguntarnos qué podríamos hacer para ayudarla. Y nos dan ganas de salir, abrazarla. Y decirle que todo va a salir bien, porque poco más sabemos decir, porque nadie nos ha enseñado cómo enfrentarnos a un problema tan cotidiano.
Chema Coloma interpreta a su pareja. En un grito desgarrador muestra las fases que atraviesa un familiar de un suicida. Angustia, rabia, importencia, culpabilidad. Inmenso dolor. En un monólogo bellísimo, muy poético, en el que cambia espectaculamente de registros, nos conmueve. Viéndole, somos cómplices y compañeros de su sufrimiento.
El familiar es interpretado por Pablo Blanco. Nervioso. Impotente ante una catástrofe que no se explica, que no entiende. Que no sabe porqué no lo vio venir o por qué no hizo algo. Que tiene que seguir adelante haciendo de tripas corazón. También con un gran trabajo actoral su pesadumbre nos sacude y nos conmueve.
Finalmente, poniendo el broche de oro, Paula Martínez interpreta magistralmente a la sociedad, esa sociedad que banaliza y minimiza la agonía del suicidio, que no entiende que cada uno tenemos un punto de ruptura diferente. Esa sociedad muy solidaria de boquilla, que se vuelca de cara a la galería con tragedias lejanas y se desentiende por completo de lo que pasa a su alrededor.
Con un diálogo ágil, dicharachero y divertido pone el contrapunto a la obra, y a la vez, muestra la total incomprensión de la sociedad ante esta lacra, ante esas personas frágiles que muchos consideran que se ahogan en un vaso de agua, sin darse cuenta de la crueldad de su actitud. Hasta que les toca a ellos, claro.
Conclusión
El suicidio está ahí. A nuestro lado. Mucho más cerca de lo que parece. Pero no queremos verlo. Nos molesta, Lo escondemos. Incluso aunque no se haya consumado, es un tema tabú.
Séneca, allá por el siglo I, decía que manchada queda la vida del que procura su muerte. Y sigue siendo así. No hemos evolucionado ni aprendido.
Ayer intenté suicidarme quiere poner luz en esa oscuridad con la que se esconde el suicidio. En esa lacra aniquiladora. Porque solo hablando de lo que no se habla podremos poner coto a esta pandemia destructiva y mortífera. Emotivamente dramática, sin caer en el morbo, solo en la verdad escueta y desnuda, toca lo que nadie quiere tocar, remueve las conciencias y nos hace pensar. Y sentir. Y ponernos en la piel de aquellas personas tan desesperadas que solo encuentran solución a sus problemas quitándose lo más valioso que poseen: la vida.
Impecable en su concepción y puesta en escena, Ayer intenté suicidarme es una obra necesaria y arriesgada, de exquisita sensibilidad, preciosa en su fondo, en su forma y en su finalidad. Una lección de vida.
Por último, recordamos que el teléfono de atención al suicidio y a sus familiares es el 024.
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