Frágil, es la ópera prima Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela, y consiste en una arriesgada y necesaria puesta en escena de un tema tabú, silenciado y oculto que, sin embargo, se lleva cada año muchísimas vidas: el suicidio.

Una obra dura, difícil y que remueve conciencias, pero que da visibilidad a una situación real y muy habitual.

En esta ocasión, se escenifican dos monólogos que abordan el tema desde perspectivas opuestas, uno desde el punto de vista de la persona que se intenta suicidar, y el otro, narrado por su pareja.

En un escenario intimista como es el del Teatro OFF Latina podremos disfrutar de esta obra desde el 6 de marzo hasta el 27, los domingos, a las 13:45 horas.

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Frágil en OFF Latina

Crítica de 'Frágil'

Ficha Técnica

Título: Frágil
Título original: Frágil

Reparto:
Pablo Blanco
Chema Coloma
Clara Galán

Duración: 25 min. apróx.
Dirección: Diego Da Costa
Dramaturgia: Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela
Música original: Julio Viñuela Gavela
Producción: Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela

Tráiler de 'Frágil'

Sinopsis de 'Frágil'

Frágil nos presenta una obra que aborda desde distintas perspectivas el suicidio. Se divide en dos monólogos. En el primero, habla la persona que ha intentado suicidarse, mientras que, en el segundo, se expresa su pareja.

La reflexión se hace desde un lugar luminoso, donde se da visibilidad a uno de los problemas sociales que todavía sigue siendo tabú en la sociedad y la búsqueda de lograr una mayor comunicación que permita, por lo menos, ponerlo sobre la mesa.

Además, se escribe sin adjetivos ni sustantivos de género, para que puedan ser interpretados ambos personajes tanto por un hombre como por una mujer, permitiéndonos ver el efecto social que causa según quién lo interprete y si es una pareja heterosexual u homosexual. (TEATRO OFF LATINA). 



Frágil
Foto de Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela

Suicidio es sinónimo de silencio

Como un guiño del destino, el Teatro Off Latina, donde se escenifica la obra, está situado en la calle de los Mancebos, muy cerquita del Viaducto de Madrid: El también llamado Puente de los Suicidas. Y digo guiño, porque la ciudad de Madrid, en el año 1998, dado el elevado número de personas que se quitaban la vida arrojándose desde este viaducto de 23 metros de altura, se vio obligada a poner unas pantallas disuasorias para impedir estos suicidios.

Y ya que estamos, vamos a hablar de cifras. En 2020 hubo en España 3941 suicidios, frente a los 333 asesinatos que cada día abren los telediarios, o los 3679 fallecidos de ese año en accidentes de tráfico. Si nos vamos a nivel mundial, en 2019 la OMS señala que en 2019 se suicidaron más de 700.000 personas, es decir, una de cada 100 muertes.

Todas ellas, cifras elevadísimas y dolorosas. Miles de familias destrozadas cada año. En el caso del suicidio, a este dolor hay que sumar el silencio. El olvido.

Nos enfrentamos a una pandemia silenciosa, mortífera e implacable que desde el principio de los tiempos arrebata vidas. Vidas de los suicidas y vidas de su entorno familiar, que se siente culpable por no haber impedido esa tragedia, a veces tantas veces anunciada.

El silencio mata.

Y Frágil quiere acabar con ese silencio poniendo voz y cara a ese sufrimiento, a esa agonía infernal que destroza y destruye conciencias.

Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela
Foto de Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela

Se abre el telón

No hay nada. Una silla. Una atmósfera minimalista que en cuanto entran los actores se llena de tensión, de angustia, de asfixia. Nos atrapa desde la primera palabra que se pronuncia ahí. Un sinvivir contagioso, un sufrimiento interior tan fuerte como para arrebatar la propia vida.

La obra, que se representa en dos monólogos de momento, muestra las dos caras de una moneda que pasa por la sociedad de mano en mano. Por un lado, expone el punto de vista del suicida, interpretado por Pablo Blanco, que representa a un treintañero, de esos que diríamos que lo tiene todo, que de qué se queja; por otro, vemos el dolor inmenso que este hecho provoca en su pareja.

Y si ya es novedosa una obra sobre este tema tabú, en esta, los autores, Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela, han dado una vuelta de tuerca más al asunto, escribiendo con una espectacular maestría el guion sin marcas de género, de tal manera, que en todo momento podrían intercambiarse los papeles entre hombres y mujeres, o parejas que fueran heterosexuales u homosexuales.

En ningún momento, al escuchar a los actores, tenemos ninguna pista si su pareja es hombre o mujer.

No lo sabemos.

Y no nos importa. La muerte no tiene género; el dolor, tampoco.

Porque aquí de lo que se trata es de mostrar la aniquilación que causan las tendencias suicidas en las víctimas directas, los que se suicidan o lo intentan, y las indirectas, y no por ello menos víctimas, su familia y entorno cercano. Importan las personas.

Frágil
Foto de Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela

Un soplo lo forma, un soplo lo quiebra

¿Qué pasa por la cabeza de un suicida? En las primeras palabras que pronuncia el actor que interpreta al joven que se intenta suicidar, Pablo Blanco, ya nos atrapa. Ya nos dice lo que ha hecho. Lo que siente. Ya sufrimos por él. En su monólogo, se abre en canal. Desnuda su alma y acaba confesando que sí, que es frágil cómo el cristal.

El cristal es frágil: un soplo lo forma y otro lo quiebra. Pero un cristal con un buen apoyo y una base aguanta lo que haga falta, o ¿acaso no aguantan los faros de los barcos las más violentas tormentas? Y esta es la lección con la que nos tenemos que quedar.

Blanco se sale en este papel. La angustia le rezuma por los poros. Nos tiene pendientes de sus palabras, sus gestos. Su emoción y sufrimiento es contagiosa. Dan ganas de salir al escenario y achucharle, arrancarle a fuerza de cariño ese dolor tan tremendo que le ha llevado a intentar arrancarse la vida. Sigo queriendo hacerlo.

Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela
Foto de Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela

¿Por qué, por qué, por qué?

Por qué. Eso es lo que se preguntan siempre las familias de los suicidas. Y eso es lo que se pregunta Chema Coloma, la pareja de nuestro suicida. En un grito desgarrador, muestra las fases por las que va pasando un familiar de una persona que se quita la vida. Es angustia, rabia, impotencia, culpabilidad, dolor, alegría cuando hay buena noticia, cansancio…

Si poco se habla del suicidio, menos aún del dolor de los familiares, del remordimiento que les corroe porque piensan que no supieron darle la ayuda que necesitaba. Los familiares son los grandes olvidados de un drama olvidado. Ellos se quedan sumidos en una agonía eterna sin solución y sin respuesta. Se preguntan por qué lo hizo. Por qué no se dieron cuenta. Y así hasta el final de sus días.

En la segunda parte de la obra, Coloma interpreta a la atormentada pareja del suicida. Destrozado por el dolor, va pasando por diferentes fases en un bellísimo, y extremadamente duro, parlamento digno de una obra del más puro dramatismo del romanticismo, recordando esa poesía casi mística de Zorrilla, ese sentimiento de frustración y congoja.

Imprescindible resaltar la profesionalidad y la tremenda dificultad a la que se han enfrentado Pablo Blanco y Chema Coloma, a la hora de interpretar un texto tan duro, en un escenario casi desnudo, solo con la ayuda de una silla en algunas ocasiones, o clavando la mirada en el público, en otras. Para quitarse el sombrero.

Frágil
Foto de Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela

Conclusión

Vivimos en un mundo de colorines, de negación de lo que no nos gusta, de borrar hasta la Historia que no se adapta a nuestro tiempo. El suicidio nos molesta, lo apartamos de nuestra mente, le enviamos a un rincón oscuro. Pero está ahí. Agazapado y dispuesto a saltar.

Es un enemigo silencioso al que más nos vale conocer y afrontar con herramientas eficaces que darle la espalda e ignorarle.

De eso va también Frágil. De poner el foco en esta pandemia silenciosa y destructiva. De hablar de lo que no se habla, de mostrar lo que siente una persona tan desesperada que quiere quitarse la vida.

Y sí, somos frágiles como el cristal. Pero quiénes no tienen que ser frágiles, sino todo lo contrario son las autoridades sanitarias, la sociedad, que tienen que ser fuertes como el acero para luchar todos a una contra este goteo incesante de muertes olvidadas.

Frágil es una obra removedora. Necesaria. Arriesgada en su forma y en su fondo. Que da luz a la oscuridad que envuelve el suicidio. Que toca lo que nadie quiere tocar. De esas obras que no te dejan indiferente, que te hacen pensar y pensar. Una lección de vida.

Por último, recordamos que el teléfono de la Esperanza es el 717 003 717 y que se espera que en pocos meses esté operativo el teléfono de atención al suicidio 024.

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