El 22 de Marzo llega a nuestra cartelera Bel Canto, la nueva película de Paul Weitz, responsable de American Pie o la tercera parte de Los padres de ella. Con Julianne Moore y Ken Watanabe al frente, nos sumerge en una suerte de ejercicio reflexivo, donde los bandos y las diferencias sucumben ante las fuerzas poderosas que yacen en lo más hondo del ser humano. Estreno 22 de Marzo.
Crítica de Bel Canto
Resumen
Ficha técnica
Título: Bel Canto. La última función
Título original: Bel Canto
Reparto:
Julianne Moore (Roxanne Coss)
Ken Watanabe (Hosokawa)
Sebastian Koch (Messner)
Ryo Kase (Gen)
Tenoch Huerta (Comandante Benjamin)
Noé Hernández (Comandante Alfredo)
Año: 2018
Duración: 102 min.
País: Estados Unidos
Director: Paul Weitz
Guion: Anthony Weintraub, Paul Weitz, Ann Patchett (novela)
Fotografía: Tobias Datum
Música: David Majzlin
Género: Drama
Distribuidor: Diamond Films España
Tráiler
Sinopsis
Una famosa soprano (Julianne Moore) viaja a un país de Sudamérica que permanece bajo una dictadura militar, para dar un concierto privado en una fiesta de un rico industrial japonés (Ken Watanabe). Cuando la reunión de diplomáticos y políticos se celebra, la mansión es tomada por un grupo rebelde guerrillero que exige la liberación de sus compañeros encarcelados. Mientras permanecen secuestrados en la casa, rehenes y captores se verán obligados a encontrar la forma de entenderse. (Diamonds Films España)
Dónde se puede ver la película
Punto de partida
Una plácida velada. Distinguidos invitados. Voz aterciopelada que a todos arropa. ¡Pam! Alguien irrumpe sin educación ni decoro. Poco ha durado la buena armonía. A partir de entonces, miradas, hechos, palabras y un camino que han de recorrer todos juntos. Con esta premisa, Paul Weitz, acostumbrado a manejarse en aguas más livianas, repletas de carcajadas y brocha gorda, se sumerge en Bel Canto en las profundidades del drama, frío pero permeable.
El secuestro
Un secuestro siempre enfrenta bandos (o los crea). Se establece una fina línea que separa a los que mandan de los que se visten de cordero para salvar el pellejo. Y está bien definir partes si queremos esquematizar las situaciones. Si acaso establecer un primer esbozo de quienes y por qué. Más allá de eso, cada elemento que conforma cada parte, cada trinchera, es movido por distintos motivos, siente diferente, ha vivido una vida única que lo ha traído hasta aquí. ¿Reflexionamos sobre como pensamos, como actuamos? ¿Quien es el de enfrente y que demonios le ronda la quijotera? Es en esta circunstancia donde Paul Weitz, Julianne Moore (El Gran Lebowski), Ken Watanabe y Christopher Lambert (Los Inmortales), entre otros, ahondan, exploran, buscan respuestas (o plantean preguntas) a cuestiones que quizá no pongamos sobre la mesa demasiado a menudo, pese a su ubicuidad, a su continua compañía.
Viraje hacía la fraternidad
Desafortunadamente, la profundidad, y sobre todo el desarrollo de ese bien intencionado proceso de cambio, de introspección y empatía, se ve lastrado en esta historia por las muy endebles razones que esgrimen Weitz, Anthony Weintraub y Ann Patchett (autora del libro en que se basa) para virar en ese sentido más existencialista, positivo y bonachón. A su favor cuenta, al menos en su parte inicial, con poner etiquetas generalistas entre buenos y malos, a no tomar parte y dejar que sean los hechos los que definan el devenir de la historia. Para poco después traicionar esa decisión y crear artificialmente (pues no sucede nada que lo justifique) un viraje de todos los personajes hacia la fraternidad, el amor y la camaradería. Por poco no sacan las piruletas y se ponen a saltar a la comba. Por demasiado poco.
Interpretaciones solventes y excesivo buenismo
Diseño de producción, fotografía, interpretaciones solventes (Tenoch Huerta, de Narcos: México especialmente), cierto buen gusto por la composición de los planos, la ligereza con la que Weitz logra deslizarnos por la historia. Todas ellas bondades que elevan el valor de Bel Canto, pero no más allá de lo destacable, de lo notable.
Querer deconstruir lo que prácticamente damos por sentado siempre ha de ser positivo. Aparentemente nos separan muchas cosas: los idiomas, las culturas, los pasados, los pesares. El punto de partida es noble, interesante, con zumo por exprimir si se encuentra en las manos adecuadas. No lo son en este caso. El buenismo porque si campa demasiados minutos a sus anchas, hasta casi llegar al paroxismo y la parodia involuntaria. Un lástima.
Conclusión
Bienintencionada en la propuesta, fallida en el desarrollo y sus puntos de inflexión sin apenas explicación. Luce bien, te envuelve por momentos, pero no consigue ahondar con tino en lo que quiere explicar.
Reportaje de Bel Canto en Días de Cine TVE