Cocodrilo lleva a Black Mirror a uno de esos episodios en los que la tecnología futurista queda de lado (aunque sigue siendo parte importante) para presentar una trama más propia del thriller. ¿Qué tiene que aportar este tercer episodio? Coloquemos el pequeño chip junto a nuestras cabezas y descifremos lo que se proyecta en esa diminuta pantalla. Estreno el 29 de Diciembre.
Crítica de Black Mirror: Cocodrilo
Resumen
Ficha Técnica
Título: Black Mirror: Cocodrilo
Título original: Black Mirror: Crocodile
Reparto:
Andrea Riseborough (Mia Nolan)
Kiran Sonia Sawar (Shazia Akhand)
Andrew Gower (Rob)
Anthony Welsh (Anan Akhand)
Claire Rushbrook (Detective Policía)
Joshua James (Gordy)
Adelle Leonce (Noni Harper-Brown)
Brian Pettifer (William Grange, Dentista)
Jamie Michie (Simon Nicholls)
Armin Karima (Farshad, recepcionista del hotel)
Stefán Örn Eggertsson (Finn Nicholls)
James Eeles (DC Lydon)
Ólafía Hrönn Jónsdóttir (Felicity Carmichael)
Dilja Imana (Ali Akhand)
Sigurður Sigurjónsson (Servicio de habitaciones)
Año: 2017
Duración: 60 min.
País: Reino Unido
Director: Charlie Brooker (Creator), John Hillcoat
Guion: Charlie Brooker
Género: Thriller. Ciencia Ficción
Rodado en: Islandia
Distribuidor: Netflix
Tráiler de Black Mirror: Cocodrilo
Sinopsis
En un futuro cercano en el que las memorias ya no son del todo privadas, Mia debe guardar un secreto inconfesable.
Andrea Riseborough ("Birdman", "Bloodline") interpreta a Mia, Andrew Gower ("Outlander") a Rob y Kiran Sonia Sawar ("Murdered By My Father") a Smitri.
Puro thriller
En primer lugar, cabe destacar la ambientación norteña, los paisajes nevados nos traerán ciertos recuerdos a otras obras en las que la nieve es protagonista. La dirección se apoya en esos paisajes, y John Hillcoat lo explota con bastante estilo, a lo largo del episodio podemos sentir como el frío comenzará a salir de nuestras pantallas.
A lo largo de Cocodrilo, se puede leer la unión de diversas influencias, hay elementos de "La Conversación" de Coppola, utilizados de una manera completamente diferente, y sobretodo hay alusiones al cine negro: al del gato y el ratón, aunque, de nuevo: buscando un nuevo enfoque.
La trama principal y el motivo por lo que todo despega se me antoja un poco enrevesado o exagerado, podría imaginar un par de situaciones un poco más “ortodoxas” que las realizadas por la protagonista (interpretada con solvencia por Andrea Riseborough), pero, como siempre, tenemos a estos personajes absolutamente al límite emocional que tanto le gustan a Brooker muy a mi pesar.
Es importante también destacar el trabajo de casting al que Black Mirror nos está acostumbrando. En el medio audiovisual actual, no es raro sentirse confuso ante una diversidad racial, de sexo o sexualidad que se puede antojar algo forzada. En Black Mirror las sensaciones son diferentes, hay una naturalidad, los personajes no son simples “panfletos” publicitarios o ideológicos, están verdaderamente integrados a su mundo y es algo que habría que aplaudir.
De las lágrimas a la dentellada del cocodrilo
La utilización de la tecnología se despega de la actitud crítica, lo cual veo como un punto positivo. En este caso, la tecnología es esgrimida como una herramienta, cómo algo normal, y esto le da un puntito de “naturalidad” al episodio, alejándolo de las connotaciones éticas evidentes que muchas veces Brooker nos vomita (aunque con estilo) a la cara (véase ‘Arkangel’, el primer episodio de esta cuarta temporada). En el caso que nos ocupa, la tecnología servirá como “mano en la oscuridad”: cómo un pequeño hilo del que vamos tirando mientras pensamos (esta vez no con desidia, sino con tensión), que esta historia sólo puede terminar de una manera.
Este suspense está realmente bien conseguido en la trama que propone Cocodrilo, con ciertos momentos de verdadero “pánico” para el espectador mientras el ruido blanco de esa pequeña pantallita se va desvaneciendo. Este episodio genera unas sensaciones que quizá deberíamos exigirle más a la serie. No se recrea en sí mismo, simplemente se centra en contar una historia, y aunque no se trata de una historia excesivamente original, sí está apuntada desde un enfoque muy propio: nunca olvidamos, en ninguna de sus escenas, que nos encontramos ante un episodio de Black Mirror.
Conclusión de Black Mirror: Cocodrilo
Cocodrilo supone un tercer paso en esta cuarta temporada, en este caso, hacia adelante. No olvida de dónde viene y propone una mirada algo más sobria que sus predecesores en cuanto a la narrativa un poco más clásica. Una vez más, por descontado, asistimos a buenas interpretaciones y una dirección con clase, pero esta vez, contando con un guion más sólido a lo que estábamos acostumbrados.