La Sala Verde de Teatros del Canal de Madrid acoge Blaubeeren de M. Kaufman y A. Gronich dirigida por Sergio Peris-Mencheta. Una pieza de teatro documento sobre la memoria y la manera en que nos relacionamos con ella. A partir del descubrimiento de una álbum de fotos de los trabajadores de Auschwitz, se abre un complejo proceso de investigación en el Museo del Holocausto de Nueva York. Una historia real que nos obliga a mirar al pasado, al presente y al futuro.

El elenco lo conforman Clara Alvarado, Víctor Clavijo, Eric de Loizaga, Nacho López, Irene Maquieira, Natxo Núñez, Maria Pascual, Paloma Porcel. Blaubeeren puede disfrutarse hasta el 29 de junio de 2025 en la Sala Verde de los Teatros del Canal de Madrid.



Blaubeeren

Crítica de 'Blaubeeren'

Ficha Técnica

Título: Blaubeeren
Título original: Blaubeeren

Reparto:
Clara Alvarado, clarinete y piano
Víctor Clavijo, piano
Eric de Loizaga, trikitixia
Nacho López, guitarra
Irene Maquieira, viola
Natxo Núñez, piano, guitarra y flauta
Maria Pascual, piano
Paloma Porcel, ukelele

País: España
Duración: 85 min.
Dirección: Sergio Peris-Mencheta
Texto: Moisés Kaufman y Amanda Gronich
Diseño de escenografía: Alessio Meloni (AAPEE)
Diseño de iluminación: Pedro Yagüe
Diseño de vestuario: Elda Noriega (AAPEE)
Diseño de sonido: Benigno Moreno
Diseño de audiovisuales: Emilio Valenzuela
Composición musical: Joan Miquel Pérez
Atrezista: Eva Ramón
Dirección de producción y producción ejecutiva: Nuria-Cruz Moreno
Ayudante de dirección: Javier Tolosa
Ayudante de vestuario: Paula Fecker
Adjunto dirección de producción: Fabián Ojeda Villafuerte
Jefa de producción y regiduría: Blanca Serrano
Gerente en gira y regiduría: Paco Flor
Auxiliar de producción: Elena Prados
Administración: Henar Hernández
Asistente de gerencia: Jennifer Alonso
Dirección técnica: Alberto Hernández de las Heras
Técnico de luces: David González y Juan Andrés Morales
Técnico de maquinaria: Juan Moscoso, Paul Jara y David González
Técnico de sonido: Pablo de la Huerga y Benigno Moreno
Técnico de vídeo: Juan Ignacio Arteagabeitia
Jefa de prensa: María Díaz
Fotografía de cartel: Sergio Parra
Fotografía de escena: Javier Tolosa
Diseño gráfico: Eva Ramón
Distribución: Producciones Teatrales Contemporáneas

Tráiler de 'Blaubeeren'

Sinopsis

Un álbum de fotos de la Segunda Guerra Mundial nunca antes vistas son enviadas a Rebecca Erbelding, la directora de archivos del Museo del Holocausto de los Estados Unidos.

Las fotos muestran a los oficiales que administraban Auschwitz, el campo de concentración más letal en la historia de la humanidad. A medida que Rebecca se sumerge en estas imágenes, una historia sorprendente sale a relucir: ¿cómo vivimos una vida cotidiana al lado de un campo de exterminio? Pronto, las imágenes empiezan a aparecer en las primeras páginas de periódicos alrededor del mundo.

En Alemania, un empresario ve las fotos en internet y reconoce a su abuelo en una de ellas. Esto lo lleva a una jornada de descubrimiento que lo llevará a conocer a otros descendientes de nazis y a tener que enfrentarse con el pasado de su familia.

Blaubeeren cuenta la historia de estas fotografías, lo que nos revelan sobre el Holocausto y lo que nos revelan sobre nuestra humanidad.



La banalidad de comer arándanos

Sergio Peris-Mencheta dirige esta pieza de teatro documento, que funciona como la crónica del descubrimiento de un álbum de fotos. Un álbum familiar de los abuelos, como el que todos atesoramos en casa. En sus páginas se despliegan momentos de alegría, fraternidad y descanso. Ofrecen la mejor cara del mejor momento en la vida de sus protagonistas. Un adulto toma el sol en una tumbona, un niño juega en la piscina, una familia posa relajada, los amigos cantan, las chicas ríen bajo la lluvia que las ha sorprendido en un paseo campestre. Comen arándanos. En el pie de foto, escrito a mano con una caligrafía de las de las escuelas de antes, reconocemos una palabra que estremece: Auschwitz. Fuera de plano, como en la magistral cinta La zona de interés, la tragedia. Los barracones. Los hornos. Las fosas. El hambre. Los piojos. La enfermedad y la muerte.

Blaubeeren obra de teatro

¿Podría pasarme a mi?

Miro el feed de Instagram y pienso en lo que nosotros dejamos fuera de foco. A diferencia de ellos, a nosotros nos falta naturalidad. Conocemos la pose buena, la postura adecuada, el contouring, los filtros. Somos todos iguales. En aquellos orígenes de la fotografía amateur había ingenuidad. Esas fotos transmiten algo genuino. Y eso es, precisamente, lo más perturbador. Nosotros sabemos lo que ocultamos. Pero ellos, ¿cuánto sabían de lo que ocurría a pocos metros de sus idílicas estampas? ¿Cómo podían sonreír y disfrutar así de la vida? Si abrimos a plano general, la imagen es difícil de comprender.

El texto de Blaubeeren nos conduce a través de la investigación del Museo del Holocausto de Nueva York sobre estas fotos. ¿Quiénes son sus protagonistas? ¿De dónde venían? ¿Qué fue de ellos? ¿Qué fue de sus familias? No por un interés en exaltar al victimario, sino por una humana necesidad de comprender el proceso de su degradación moral. La respuesta ya la enunció Hannah Arendt con su concepto de la banalidad del mal: eran gente normal y corriente. Como tú y como yo. Ningún gen especial. Ninguna patología. Muchos de ellos creían estar haciendo lo mejor y lo correcto. Si ellos eran gente normal, ¿esto me puede pasar a mí? Esa es la primera de las preguntas que nos deja la función y que nos obliga a un constante ejercicio de vigilancia.

Blaubeeren obra de teatro

¿Cómo nos relacionamos con la memoria?

Por otra parte, la mayoría de las personas que aparecen en las fotos nunca fueron juzgadas. Algunas huyeron, otras cambiaron de identidad. Las chicas lo tuvieron más fácil: el matrimonio borraba su apellido. Tuvieron hijos, y nietos, y bisnietos. ¿Cómo nos relacionamos con ese pasado del que procedemos? Otra obligación se nos impone en este punto: contar la historia y reparar el daño. Reconocer lo que ocurrió, para poder construir sobre un sustrato sano, sin muertos en las cunetas. Sin arrastrar de generación en generación la podredumbre.

M. Kaufman y A. Gronich

El genocidio de Gaza como telón de fondo

Transmitido al mundo en primer plano y en riguroso directo, el genocidio hoy tiene nuevos rostros. Cuando empezó a cuajarse el montaje, aún no se oían los tambores de guerra, aunque su rumor no se ha apagado nunca del todo. Sin embargo, ahora los escuchamos ensordecedoramente. Blaubeeren se convierte también en un espejo incómodo de nuestro presente: de lo que vemos, de lo que ignoramos, de lo que callamos. Y nos obliga, como espectadores, a no apartar la mirada. A posicionarnos.

Bajo la sobresaliente dirección de Sergio Peris-Mencheta, nos encontramos ante un montaje orgánico, donde cada elemento está al servicio de la idea y de la emoción. No dramatiza el horror. Lo sugiere. Lo rodea. Destaca el trabajo coral del elenco que funciona como un todo cohesionado. El conjunto de voces dota al resultado de una armonía difícil de encontrar.

La puesta en escena de Blaubeeren apuesta por el minimalismo. Los paneles móviles evocan los muros de Auschwitz. Nos ocultan lo que no quieren que veamos mientras que sirven de pantalla para las imágenes de las fotografías. En este sentido la excelente labor de iluminación y el diseño sonoro, además de la música en directo terminan de dar coherencia al todo.

M. Kaufman y A. Gronich

Conclusión de 'Blaubeeren'

La propuesta de Sergio Peris-Mencheta para Blaubeeren destaca por una puesta en escena precisa y orgánica, donde todo esta en armonía para sostener el mensaje. El elenco, en un trabajo coral sin fisuras, da cuerpo a un texto que muestra una faceta muy difícil de mirar del pasado reciente, pero también del presente. Blaubeeren no ofrece respuestas sencillas. No las hay. Pero nos obliga a plantearnos las preguntas adecuadas.

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María Zapata Clavería
Licenciada en Filología Clásica y Teoría de la Literatura. Profesora de día y teatrera de noche. Entre libros y pelis a tiempo completo.
blaubeeren-critica-obra-teatro-estrenoLa propuesta de Sergio Peris-Mencheta para Blaubeeren destaca por una puesta en escena precisa y orgánica, donde todo esta en armonía para sostener el mensaje. El elenco, en un trabajo coral sin fisuras, da cuerpo a un texto que muestra una faceta muy difícil de mirar del pasado reciente, pero también del presente. Blaubeeren no ofrece respuestas sencillas. No las hay. Pero nos obliga a plantearnos las preguntas adecuadas.

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