Calle de la Humanidad 8 es una comedia con tintes de melodrama, dirigida por el conocido intérprete Dany Boon ("Bienvenidos al norte"). La película está basada en los duros días de confinamiento que el mundo sufrió, ante la aparición de un nuevo virus bautizado como COVID-19. En este caso, la cinta se centra en un bloque de apartamentos de la ciudad de París. Un microcosmos lleno de personas muy diferentes, que tendrán que aprender a convivir. Además de contar con la interpretación del propio Dany Boon (autor también del guion), la película se nutre de otros rostros conocidos como Francois Damiens o Yvan Attal. Calle de la Humanidad 8 llega a Netflix el 20 de octubre.
Crítica de 'Calle de la Humanidad 8'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Calle de la Humanidad, 8
Título original: 8 Rue de l'Humanité
Reparto:
Dany Boon
Line Renaud
Laurence Arné
François Damiens
Yvan Attal
Jorge Calvo
Alison Wheeler
Tom Leeb
Liliane Rovère
Nawell Madani
Elie Semoun
Año: 2021
Duración: 125 min
País: Francia
Director: Dany Boon
Guion: Dany Boon
Fotografía: Glynn Speeckaert
Música:
Género: Comedia
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'Calle de la Humanidad 8'
Sinopsis
En un París desierto por la pandemia, los peculiares vecinos de un bloque de pisos se adaptan como pueden al confinamiento... y a la convivencia forzosa. Dirigida por Dany Boon, que también protagoniza esta conmovedora historia de la vida en el confinamiento junto a François Damiens, Laurence Arné e Yvan Attal.
Dónde se puede ver la película
Retrato de nuestra historia reciente
La pandemia se ha iniciado y los vecinos de un edificio parisino tienen que adaptarse a los meses de confinamiento que les esperan. Esa es la premisa de la nueva aventura en la dirección del actor cómico Dany Boon. Un film coral con toda una serie de personajes muy diferentes.
Empezando por el único inquilino del edificio (Francois Damiens), una especie de "nuevo rico" que vive con sus hijos, a la espera del regreso de su mujer. En la buhardilla encontramos a una joven pareja, ella embarazada y cantante en ciernes, y él un musculitos abandonado a sus followers. Sin olvidar, el matrimonio formado por un hipocondriaco redomado (Dany Boon), su hija y su mujer, una abogada agotada de las obsesiones del susodicho.
Y a los que Calle de la Humanidad 8 va a sumar, un científico (Yvan Attal) obcecado con encontrar la vacuna, la dueña de un bar y el pobre portero de la finca. Un papel que recae en el intérprete español Jorge Calvo.
Ante una amenaza desconocida, la fuerza de estar unidos
Personajes que están llevados casi hasta la caricatura, pero que al mismo tiempo reflejan las diferentes formas de enfrentarse ante una amenaza. Una amenaza nueva y aterradora, que en la película se retrata desde un tono afable. En ningún momento estamos cara a cara con la enfermedad, todo sucede fuera de campo. Más allá de la noticia de algún contagiado o el desenlace azucarado, en el edificio el confinamiento no se vive desde la angustia.
Simplemente en Calle de la Humanidad 8 asistimos a una serie de episodios, unos más cómicos que otros, con los que el espectador fácilmente podrá sentirse identificado. Desde la histeria por la falta de mascarillas o la desinfección excesiva a los directos en redes sociales, para hacer más llevadera el encierro. Situaciones cotidianas, que Boon maneja con un humor blandito, acorde con algunas de las propuestas anteriores del conocido intérprete.
Intérpretes expertos en la taquilla francesa
Aunque sin el elenco con el que cuenta Calle de la Humanidad 8, posiblemente todo el engranaje hubiera descarrilando definitivamente. Porque si bien, se trata de una apuesta comercial y poco original, su fuerte reside en los actores que componen la historia. Posiblemente Dany Boon y Francois Damiens sean dos de los actores más taquilleros de la cinematografía francesa. Dos intérpretes, que pueden tener asegurado un determinado target. Al que hay sumar al también director Yvan Attal, absolutamente desaprovechado en un papel anodino y muy pasado de vueltas.
Porque si bien la idea podría haber sido interesante, aquí no pasa de ser un producto entretenido. Un producto evasivo que se deja ver, gracias a un buen ritmo, al que no le pesan sus innecesarias dos horas de metraje. Y que sabe avanzar, cimentado mayoritariamente por interiores, más allá de alguna secuencia con un París vacío como protagonista.
Eso sí, en general se echa de menos más verosimilitud y un poco menos de oportunismo. Es poco creíble que en un edificio de apartamentos haya un laboratorio y la trama con la médico magrebí queda muy facilona. Y ya en terrenos más personales, hubiera sido agradable de ver un poco más de crítica social. Algo que al inicio se dibuja con brocha gorda, ante la presencia del portero.
Conclusión de la 'Calle de la Humanidad 8'
En definitiva, Calle de la Humanidad 8 es un producto destinado al entretenimiento. Una película que pone el foco en lo mal que lo pasamos, por culpa del maldito virus, hace muy poco. Todo ello con un tono amable y bondadoso, al que una no se puede acercar desde una mirada mínimamente crítica.
Y es que Danny Boon parece haber interiorizado ese lema de que el virus nos iba a hacer mejores. Es posible que lo reciente del suceso, impida una aproximación más verosímil. No obstante, conociendo a los actores que componen la cinta, no resulta difícil hacerse una idea ante lo que nos encontramos. Aunque puede que ante la moda de la violencia extrema, este tipo de propuestas encuentren su público.
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Entrtenida cinta en la que nos vemos identificados. En dos horas no se puede mostrar lo terrible de esta situación. Son pinceladas de uuna realidad vivida a nivel mundial. Entretiene, nos hace reír de nosotros mismos, algunas lágrimas se os caen en honor a los que han sufrido. Me gustó mucho.
Muy entretenida, bastante semejante a la realidad. Nos muestra unos pocos de los tantos personajes de esta pandemia. Muy bien lograda para resumir en un par de horas, lo que se ha vivido en lugares como en donde transcurre, teniendo en cuenta que es un melodrama sin contar con situaciones extremas, que realmente existieron. Recomendable, para reírnos de nuestra misma realidad.