Irwin Winkler comenzó su carrera como productor a finales de los años 60 pero su gran éxito llegaría en la década siguiente. Fue el impulsor de varios éxitos (Fríamente... sin motivos personales, Fuga suicida), que sirvieron como vehículo de promoción para Charles Bronson. Sin embargo, el gran triunfo, por el que consiguió un Oscar, dinero y reputación, fue Rocky (1976) y toda la saga posterior. No obstante, su relación artísticamente más valiosa -incluso de gran amistad que dura hasta el día de hoy- fue con Martin Scorsese. Junto a él creó obras como New York, New York, Toro salvaje y Uno de los nuestros. Tres décadas en la mafia, antes de dirigir su primer largometraje en 1991, Caza de brujas.
En Caza de brujas, por supuesto participarían sus dos fieles amigos: Martin Scorsese en una de sus escasas apariciones ante la cámara con un pequeño papel secundario, y Robert De Niro, como el director de cine David Merrill, que acaba en la tristemente célebre lista negra de aquella paranoica América de principios de los años cincuenta.
Crítica de 'Caza de brujas'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Caza de brujas
Título original: Guilty by Suspicion
Reparto:
Robert De Niro (David Merrill)
Annette Bening (Ruth Merrill)
George Wendt (Bunny Baxter)
Patricia Wettig (Dorothy Nolan)
Sam Wanamaker (Felix Graff)
Luke Edwards (Paulie Merrill)
Chris Cooper (Larry Nolan)
Ben Piazza (Darryl Zanuck)
Gailard Sartain (Presidente Wood)
Barry Primus (Bert Alan)
Stuart Margolin (Abe Barron)
Martin Scorsese (Joe Lesser)
Año: 1991
Duración: 105 min.
País: Estados Unidos
Director: Irwin Winkler
Guion: Irwin Winkler
Fotografía: Michael Ballhaus
Música: James Newton Howard
Género: Drama. Política
Distribuidor: United International Pictures
Tráiler de 'Caza de brujas'
Sinopsis
Ha empezado una caza de brujas. No se trata de grupos callejeros al acecho con antorchas. Los cazadores son unos políticos ante los flashes de las cámaras en audiciones públicas convocadas por el Comité de Actividades Antiamericanas. Hollywood está siendo juzgado y a David Merrill -Robert De Niro- le piden dar nombres. Merrill es un director que encabeza la lista negra, y que puede salvar su estancada carrera si testifica contra sus amigos sospechosos de ser comunistas. Drama basado en hechos reales sobre la "Caza de brujas" del senador McCarthy.
Dónde se puede ver la película en streaming
Confesiones de una época
"Nadie hacía cosas activamente subversivas. Quizás sí, pero también conocíamos a gente maravillosa en el Partido Comunista. Después de la Gran Guerra, los soldados vendían manzanas, la gente se moría de hambre, vivir en esa época era simplemente aterrador...por supuesto que eras comunista, o si no eras fascista. Te influían en una dirección o en la otra, no hay duda, especialmente en New York".
Y continúa: "Pero mi problema no fue si yo había sido comunista, sino más bien mi negativa a invocar la 5.ª Enmienda. Sólo testificaría sobre la base de la 1.ª Enmienda, y eso era condenable. La gente lo ha olvidado, esa fue la razón de que los Diez de Hollywood acabasen en la cárcel".
Estas son las amargas palabras del cineasta John Berry, que tan bien conoció aquella época. Época de paranoia y confusión, denuncia y miedo, por parte de una fuerza conservadora que temía la propagación de ideales peligrosos, que se apoyaba en la sospecha de amenaza de subversión o propaganda que pudiese atacar la forma de gobierno basada en la Constitución.
La supuesta influencia comunista que lavaba las mentes también podía llegar a través de la pantalla, así el cine fue blanco del Comité de Actividades Anti-americanas y el futuro de muchos artistas empezaba a vislumbrarse muy negro. Uno de los cientos de perjudicados fue el interesante artesano Berry, que tras su impecable ejercicio de suspense "Yo Amé a un Asesino", tuvo que exiliarse a Francia al descubrirse su filiación con el Partido Comunista cuando fue denunciado por su colega de profesión Edward Dmytryk...
Arde, Hollywood
A David Merrill, el personaje de Robert DeNiro inspirado en Berry (aunque podría haber sido cualquier otro), le conocemos nada más llegar a EE.UU., y sus ojos se convierten en los del espectador para que nos sea más accesible comprender qué demonios está sucediendo en ese Hollywood dorado donde la histeria parece haberse vuelto contagiosa.
Irwin Winkler, uno de los tipos más exitosos de la industria gracias a producciones como "Rocky", "Elegidos para la Gloria" o "Toro Salvaje", no supo llegar a buen término con el libreto de Abraham Polonsky ni el director encargado del proyecto, así que él mismo apareció acreditado como guionista y director por primera vez. Su mirada es la de alguien que ya lleva mucho tiempo paseando por Hollywood, es la de un conocedor experto (si bien se usan numerosas licencias históricas) que nos sitúa en el centro de esa tormenta que sacudió el mundillo, alimentada por la incertidumbre, la traición, el miedo y la maldad.
Caza de brujas profundiza en este ambiente turbio utilizando figuras reales como la del poderoso Darryl Zanuck, presidente de la Fox, quien pone al corriente al protagonista (y de paso a nosotros) de la quema de artistas que se está organizando. La desavenencia entre Winkler y Polonsky se produjo cuando el primero decidió que Merrill debería pasar de comunista declarado (como era el Berry real) a un hombre corriente, padre de familia, un tipo liberal pero apolítico cuyo único deseo es seguir trabajando en el cine.
El hombre que no cedió
Este cambio, vital, quizás resta fuerza al personaje de Robert De Niro en Caza de brujas, pero en cambio le proporciona humildad, decencia y sobre todo humanidad.
La lucha de Merrill no se convierte en una denuncia contestataria que derive en un enfrentamiento épico en nombre de la justicia contra aquellos que la pisotean cegados por el miedo y la ambición, sino que se basa en intentar sobrevivir como uno más de la larga lista de personas que están sufriendo su misma suerte. Y esto está directamente relacionado con la forma en que el productor reciclado en director aborda la historia: dejando a un lado todo el efectismo y las estridencias que se pudieran esperar para concentrarse en realizar un drama de estilo sobrio y elegante, de sabor clásico.
Puede que conducido hacia un solo y predecible sentido en cuestión narrativa, pero, aun así, resulta emocionante por esa gran humanidad con la que se aborda a los personajes, sus angustias, sueños frustrados, tragedias familiares e integridad puesta en juego.
Destrozar la vida propia para evitar destrozar la de otros es el dilema que mueve el drama, mejor expresado a partir de los personajes de George Wendt y Larry y Dorothy Nolan (éstos inspirados en Richard Collins y Mary Louise Comingore) o Joe Lesser (en un pequeño cameo, Martin Scorsese se mete en la piel de una versión poco disimulada de Joseph Losey, quien tuvo que marcharse a Inglaterra huyendo de las acusaciones del Comité).
Conclusión de 'Caza de brujas'
Seguro que de presentarse el protagonista de la manera en que Abraham Polonsky lo concibió el clímax durante el juicio sería más poderoso, mostrando lo que el público esperaba: una escena explosiva, con Robert De Niro abalanzándose sobre los miembros del Comité como haría su villano de "El Cabo del Miedo" y sacudiéndoles mientras recitara los derechos constitucionales. Esto no ocurre porque se supone que no estamos viendo una película, sino la reconstrucción de un hecho real...
Por eso Irwin Winkler huye del efectismo barato, no convierte a Merrill en un héroe y se esmera en hacernos sentir lo mismo que siente él, lo que sintió el verdadero Berry: las cadenas alrededor del cuello que le pusieron esos repelentes ultraconservadores. La incapacidad de expresarse, un silencio forzado y asfixiante, en este sentido la impotencia que refleja el personaje es lo más poderoso, y se captura de maravilla, aunque la gran mayoría no supo apreciar la brillante sutileza del director, como brillante también es la interpretación de De Niro...de las mejores de toda su carrera.
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