El 12 de agosto llegó a Madrid Chakapum, musical producido por el Terrat que se convierte en un auténtico homenaje a la rumba catalana. Después de su estreno el 21 de julio en el Teatro Tívoli de Barcelona, recala en la capital en el Gran Teatro CaixaBank Príncipe Pío. Protagonizado por Litus, nos muestra en paralelo los orígenes de la rumba catalana y la vida del artista, encontrándose en varias etapas vitales. Joan Grau ha escrito la dramaturgia, mientras que Xènia Reguant se encarga de dirigirla. Uno de los estrenos más esperados de la temporada estival.



Estreno de Chakapum

Crítica de '¡Chakapum!'

Ficha Técnica

Título: ¡Chakapum!
Título original: ¡Chakapum!

Reparto:
Litus
Encarni Sánchez
Mariona Castillo
Toni Viñals
Miguel A. Sánchez
Marta Tomasa
Ricard Boyle

Duración: 110 min. apróx.
Dirección: Xènia Reguant
Dramaturgia: Joan Grau
Ayudantes de dirección: Miquel Malirach y Rosa Domingo
Dirección musical:
Pablo Novoa
Sonido:
Eudald Gili
Vestuario:
Laia Cambrils
Coreografía:
Bea Vergés
Producción ejecutiva:
Mercè Puy
Producción: El Terrat

Tráiler de '¡Chakapum!'

Sinopsis de '¡Chakapum!'

¡Chakapum! es un espectáculo musical de nueva creación a ritmo de rumba catalana protagonizado por el músico y actor Litus quien, junto a su banda de rock y seis actores y actrices, emprende un viaje a través de la memoria y el tiempo en el que se fusionan la historia de su vida con la historia de la rumba catalana. (EL TERRAT). 



Chakapum
Foto de David Ruano

Al son de la guitarra

Joan Grau y Xènia Reguant unen fuerzas para crear Chakapum, un musical que homenajea a la rumba catalana, al mismo tiempo que desgrana la vida de Litus. Este artista es conocido, por una parte del gran público por ser un miembro de la banda de Late Motiv. Sin embargo, la obra teatral aborda los inicios del artista, combinándolos con los del propio estilo de música al que honra. Por un lado, hay que agradecer que se fomente espectáculos donde hay un sentido didáctico, que permite profundizar sobre un estilo musical y conocer la multiculturalidad que hay detrás. Además, lanza una conclusión que deja un buen sabor de boca. Asimismo, el propio Litus tiene la oportunidad de aprovechar un guion en el que reírse de sí mismo le permite conectar rápidamente con los espectadores.

Durante las primeras escenas se percibe cierta sensación de desorden inmediato, produciéndose múltiples sensaciones en un espacio de tiempo bastante leve. En consecuencia, los asistentes pasan por una introducción acelerada, que al bajar el ritmo logra mantenerse en una línea narrativa más agradable. Muchos de los relatos que se cuentan son un legado popular conocido por la historia más reciente, aunque hay otros que sorprenden y causa interés. No obstante, el buen rollo que genera termina por asentar una personalidad más ligera. Por lo que, si quisiera, podría potenciarse con un desarrollo más acotado para evitar tener tantos personajes y, al final, dar la impresión de contar todo de una forma excesivamente resumida. También se echan en falta números musicales que tengan mayor duración sobre las tablas y evitar una especie de popurrí alocado.

El Terrat
Foto de David Ruano

Cantando esta rumba

Litus es el alma principal de Chakapum, dado que, lógicamente, al seguir su vida, es el que mayor peso carga. Desde el principio se puede ver cómo su energía capta una cotidianidad muy apropiada, que invita al espectador a acercarse a escuchar el relato de su vida. Asimismo, ejerce de maestro de ceremonias de una manera muy apropiada, con un carisma más apegado al colegueo y en el que no falta una alegría que combina a la perfección con el resto de su lenguaje expresivo. A nivel vocal, se observa una ejecución atinada, construyendo su sello de identidad en todo momento y siendo uno de los puntos más fuertes del montaje. Dramáticamente, podrían verse más capas y aristas, pero tampoco lo exige la escena, por lo que no le influye negativamente en su labor en conjunto.

Junto a Litus, un grupo de actores le acompaña en esta aventura musico-temporal. En primer lugar, Encarni Sánchez desprende una energía muy vigorosa, que le da poder sobre las tablas. Así, se permite ser totalmente arrolladora cada vez que sale al escenario. También cabe mencionar que protagoniza una de las escenas más emotivas del montaje. Únicamente, hay momentos en los que su expresión verbal puede resultar algo chocarrero y no siempre encaja con lo que se está viendo. Después, Mariona Castillo interpreta sin problemas, de una forma totalmente orgánica y en sintonía con el grupo. Por su lado, Toñi Viñals está estupendo, da un toque especial a cada uno de sus personajes y tiene un duende especial. En cambio, Marta Tomasa y Ricard Boyle pecan de un lenguaje corporal demasiado exaltado. Por lo tanto, conlleva a una percepción de exageración muy notoria, faltando al menos es más.

El Terrat
Foto de David Ruano

El ventilador

El formato de Chakapum recuerda a grandes producciones, utilizando una estructura que sabe jugar con el audiovisual de una manera efectiva. Por ello, varios pasajes obtienen una repercusión mayor al ofrecer al asistente una experiencia más llamativa. También se agradece que apuesten por la música en directo, contando con una banda que está entregada en su totalidad al show. Gracias a ello, los espectadores acuden a un espectáculo más completo artísticamente. Luego, el movimiento de la escenografía y la transformación constante de la misma le dan una vitalidad y una sensación de movimiento bien planteadas. Con lo cual, no hay un descenso del ritmo y mantiene fácilmente la atención en el patio de butacas. Únicamente, como se ha comentado anteriormente, los números musicales podrían ser más largos en algunos casos.

El problema al que se enfrenta, y se hace demasiado notorio como para dejarlo pasar por alto, son los niveles de audio de los micrófonos de los actores. Hay varias escenas donde se hace realmente complicado comprender lo que se está diciendo, ya que la música se come el diálogo y, finalmente, hay detalles que se pierden al no entender. De esta manera, habría que plantear una realización más ajustada a nivel sonoro. También hay que mencionar que no hay momentos cumbres que hagan explotar las buenas sensaciones que ha provocado, sino que, en ese sentido, se mantiene en una línea excesivamente constante. Al faltar esos impulsos, no se vive con más pasión entre los espectadores. A pesar de las mejoras que se mencionan, sigue siendo un espectáculo en el que se ve una producción trabajada y ambiciosa.

Chakapum
Foto de David Ruano

Conclusión

Chakapum transmite buen rollo, deja una actitud positiva y una ligereza que acompaña al espectador en todo momento. Por lo cual, se desvelan los orígenes de la rumba catalán, así como la vida de Litus y cómo ambas convergen. A pesar de un buen repaso, se echa en falta que fuera más específico y acotase más el contenido para poder darle más detalle. Aun así, se disfruta amenamente de lo que se expone sobre las tablas. El elenco logra cumplir con su objetivo, liderados por un estupendo y cercano Litus. La propuesta escénica triunfa en su formato, estableciendo una maravillosa unión entre lo teatral y lo audiovisual. Hay que vigilar el control de los niveles de audio. Un viaje al presente, al pasado y al futuro envuelto en rumba y recuerdos para entretener amenamente a los asistentes.

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