En 1979 se estrenó la adaptación teatral de Cinco horas con Mario, producción entonces de José Sámano y dirección de Josefina Molina. Ya en ese momento, fue Lola Herrera quién interpretó a Carmen Sotillo, y ha vuelto a ella a lo largo de estos más de 40 años. Por lo cual, el estreno, en 2021, de esta pieza teatral se convierte en uno de los más esperados del nuevo año. Se encuentra en el Teatro Bellas Artes de Madrid hasta el 7 de marzo de 2021.
Título: Cinco horas con Mario Título original: Cinco horas con Mario
Reparto: Lola Herrera (Carmen Sotillo)
Duración: 80 min. apróx. Dirección: Josefina Molina Adaptación: Miguel Delibes, Josefina Molina y José Sámano Autor: Miguel Delibes
Escenografía: Rafael Palmero
Iluminación: Manuel Maldonado Técnico de iluminación/sonido: Alfredo Guijarro Música: Luis Eduardo Aute Fotografía: Daniel Dicenta Diseño gráfico: David Sueiro Productores: Nur Levi Coordinación de producción: Marta Fonseca Secretaria de producción: Eli Zapata Distribución: Pentación Espectáculos Producción: Sabre Producciones
Tráiler de 'Cinco horas con Mario'
Sinopsis de 'Cinco horas con Mario'
En Cinco horas con Mario estamos en marzo de 1966. Carmen Sotillo acaba de perder a su marido Mario de forma inesperada. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante la última noche el cadáver de su marido e inicia con él un monólogo–diálogo en el que descubrimos sus personalidades y los conflictos de su matrimonio.
Con una forma entrecortada, detallista al mínimo, reiterativa y llena de tópicos, Carmen Sotillo dice cosas, manifiesta sentimientos y emite juicios que a muchas personas hoy les pueden parecer increíbles. Pero damos fe de que ese lenguaje existía, de que esos juicios se emitían, de que esas “cosas” de Carmen estaban en la vida de todos los días. (TEATRO BELLAS ARTES).
El soliloquio de la viuda
La famosa novela de Miguel Delibes se ha convertido en todo un clásico teatral gracias a la adaptación del ya fallecido José Sámano. Cinco horas con Mario es uno de los espectáculos que, tras más de 40 años sobre las tablas, sigue siendo una apuesta segura. Con una adaptación preciosa que entiende a la perfección en lo que consiste el lenguaje teatral, el espectador se enfrasca en un diálogo unilateral de ternura, reclamos y culpa. De esta forma, la humanidad y la reflexión de Carmen se vuelven un discurso que conecta en su totalidad con los espectadores, con salvedad de algunas alusiones que dependerá del conocimiento de la época del propio asistente. Aun así, el carácter humano es lo que permite que el soliloquio se comprenda a la perfección y sea una montaña rusa, donde se unen risas cómplices y la contemplación de la vida.
Poco a poco se va descubriendo la lectura entre líneas que debe hacerse de lo que se va contando, donde no es un mero escaparate de la vida marital de Carmen y Mario, sino que va más allá. En ese carácter interno y tan puro, es lo que provoca que el colofón hacia el final se vaya calentando a fuego lento. Así, deja al espectador disfrutar de ese proceso personal, captando la importancia y el equilibrio de cada una de sus partes. Por dicha razón, la obra de Miguel Delibes no decae en ningún momento, logrando navegar por una emoción contenida que termina aflorando. Gracias a ello, en la última escena, se produce una explosión de emoción y desgarro, que deja los pelos de punta por el significado de sus palabras y la sensibilidad que hay en ellas.
Fantástica Lola Herrera
Más de 40 años lleva Lola Herrera siendo la actriz insignia para meterse en la piel de Carmen en Cinco horas con Mario. La actriz es pura interpretación, siente su trabajo al máximo y se puede ver que jamás se encuentra en un perfil más bajo, pasen los años que pasen. Por lo tanto, se agradece esa pasión por la obra, con una expresividad que va transformándose a lo largo de toda la pieza. Durante las primeras escenas se puede ver esa reacción que se espera de una viuda, pero pronto empieza a producirse una metamorfosis en un uso de la hilaridad en su voz y en el lenguaje no verbal, que hacen de su actuación una delicia para el público. Por lo cual, se puede decir, perfectamente, que se encuentra en plena forma y sigue pisando fuerte con su Carmen sobre el escenario.
Asimismo, su presencia lleva consigo una sensibilidad y elegancia, que hacen que su personaje, aparentemente políticamente incorrecto, no caiga en la bufonada. Es decir, que hila con ese humor cercano y lleno de reclamos clasistas, pero dándole una verosimilitud, que combina con una exageración comedida y precisa. Por otro lado, se valora muy positivamente su movimiento a lo largo de la escena. Gracias al recorrido que va realizando, no se mantiene estática, lo que deja que se luzca en esos cambios pertinentes espaciales. Por último, es de aplaudir con vehemencia lo que hace durante la última escena, sobrecoge por todo el sentimiento que derrocha, convirtiéndose en talento en estado puro. Ese crecimiento entre una rabia contenida, a una explosión de sentimientos, le deja exprimir hasta el último segundo de la propia obra.
Lo personal
Previamente a levantar el telón, se escuchan unas voces en off que muestra el que es el entierro que toma protagonismo en Cinco horas con Mario. Así se contextualiza al espectador, que responde favorablemente a los estímulos sonoros que se producen durante esta primera toma de contacto. Después, prosigue con el levantamiento del telón, donde se ve ya físicamente la puesta en escena que forma parte de la obra. Esa habitación se convierte en un santuario, pero al mismo tiempo hará de confesionario de su protagonista. Al haber multitud de elementos que sirvan para interaccionar, facilita que la ausencia de más intérpretes sobre el escenario no se haga notoria. Por lo que, ese diálogo toma fuerza por el acompañamiento de la propia actriz y la complicidad del espectador, que se sienta a escuchar.
Entre los objetos a utilizar, llaman la atención aquellos en los que se ve un realismo total, como la infusión y el humo que provoca. Estos pequeños detalles no sólo dejan un aroma de intimidad, sino que también dotan de humanismo a lo que sucede en la propia escena. Por otra parte, también destacar el uso efectivo de la iluminación, que abre y cierra su foco, para dar mayor de expansión o centrarse en el término que desea acotar. Lo mismo sucede con la música, que como un suave hilo sonoro, envuelve a la propia acción y ofrece un efecto muy atractivo sobre los asistentes. Únicamente, a pesar de un ritmo relajado y muy disfrutable, hay algunos momentos en los que no engancha de la misma manera que en aquellos picos dramáticos, pero tampoco tarda mucho en encauzarlos.
Conclusión
Cinco horas con Mario es un clásico teatral por el que no pasan los años. Sigue siendo un éxito indiscutible, con una Lola Herrera espléndida. Ese uso del lenguaje y esa intimidad que se crean, culmina en una dramaturgia muy personal que deja embelesado al espectador. Asimismo, la interpretación de Herrera es magnífica, siendo una definición de talento puro. Disfruta su personaje al máximo. Por otro lado, la propuesta escénica es elegante, cuidada, con un uso de los objetos preciso y un ritmo apacible. Únicamente, hay algún elemento que no atrae de la misma forma, pero no afecta al resultado en su conjunto. Un adiós cautivador que deja huella y demuestra por qué sigue triunfando después de más de 40 años.