Guillermo Galoe, ganador del Goya a mejor película documental en 2016 con Frágil equilibrio y a mejor cortometraje en 2023 con Aunque es de noche, que le servirá como plano de cimentación para su ópera prima, Ciudad sin sueño. Galoe vuelve a La Cañada Real, el mayor asentamiento ilegal de Europa, para filmar los sueños de sus gentes y la inexorable vigilia que aparece para cernirse sobre ellos. El relato naturalista, con pinceladas de realismo mágico, no termina de cuajar con la miseria —inexplicablemente maquillada— de la situación vital de sus protagonistas, y es que, aunque el realizador se proyecte en Rossellini y De Sica, termina por ser algo muy alejado de los maestros italianos. Puedes leer aquí otra crítica realizada por Cinemagavia de esta película.



Ciudad sin sueño película

Crítica de 'Ciudad sin sueño'

Ficha Técnica

Título: Ciudad sin sueño
Título original: Ciudad sin sueño

Reparto:
Antonio Fernández Gabarre (Tonino)
Bilal Sedraoui (Bilal)
Jesús Fernández Silva (Chule)
Luis Bértolo (Asistente social)

Año: 2025
Duración: 97 min.
País: España
Director: Guillermo Galoe
Guion: Guillermo Galoe, Víctor Alonso-Berbel
Fotografía: Rui Poças
Música:
Género: Drama social
Distribuidor: BTeam Pictures

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Ciudad sin sueño'

Sinopsis

Toni, un chico de 15 años, vive en el asentamiento irregular más grande de Europa, a las afueras de Madrid. Orgulloso de pertenecer a su familia de chatarreros, sigue a su abuelo a todas partes. Pero los derribos se acercan a su parcela y su abuelo se niega a marcharse, sea cual sea el sacrificio. En oscuras noches sin electricidad, mientras las leyendas de su infancia cobran vida, Toni debe elegir: enfrentarse a un futuro incierto o aferrarse a un mundo que se desvanece. (BTeam Pictures)

Dónde se puede ver la película en streaming



El neorrealismo contemporáneo

Siempre es complejo, ética y estéticamente, filmar en zonas subdesarrolladas y dramatizar las vidas de quienes las habitan, pues la inmoralidad y el paternalismo surgen con una facilidad apabullante que solo los más sabios artistas consiguen esquivar. Solo autores como Ken Loach, Fernando León de Aranoa o Andrea Arnold consiguen que su cámara dignifique y poetice al proletariado, pero cuando se trata del lumpenproletariado —aquellos desvinculados de los procesos productivos—, pocos han sabido retratarlo.

Y es que la anteriormente citada Arnold y películas como Bird o Fish Tank parecen ser lo más cercano a Ciudad sin sueño. Sin embargo, donde la inglesa profundizaba en sus personajes, dotándolos de un mundo interior complejo y humano, Guillermo Galoe los retrata como una versión romantizada y azucarada de los mismos, poniendo solo el foco en ese costumbrismo exótico para el espectador medio, pero mitigando en gran manera la inherente condición deplorable de los asentamientos subdesarrollados.

Galoe imparte sus necesidades dramáticas a la realidad propia del lugar, en un ejercicio de imposición retórica frente a la verdadera situación que pretende capturar. Dada la condición semidocumental de la cinta, pudiera parecer que los actores no profesionales se interpretan a sí mismos, que el realizador les cede el espacio fílmico para que este sea su medio de expresión, pero, en un ejercicio de conservadurismo artístico, la voz de los personajes es colonizada por la del autor, creando un bello artificio, una edulcorada mentira, que solapa la triste realidad. El pecado recurrente del cine social es el de paternalizar a sus personajes y, con ello, caer en la misma acción que se denuncia.

La filmografía completa de Frederick Wiseman, el neorrealismo italiano o la maravillosa Kokomo City de D. Smith constatan que las tesis y verdades del cine social van de dentro hacia fuera, del oprimido al poder, y no al contrario.

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Guillermo Galoe niega su propia condición

Y es que es triste constatar que la sublimidad de las imágenes costumbristas que cimentan Ciudad sin sueño —gracias sobre todo a la fotografía murillesca del portugués Rui Poças—, los tintes de realismo mágico o la manipulación de la colorimetría pierden su belleza plástica debido a la constante percepción espectatorial de la artificiosidad de las mismas, de manipulación artística que sumerge la naturalidad que la película busca constantemente. Muchas de las estructuras narrativas, como la relación entre el joven protagonista y su abuelo, que parecen ser el eje dramático del relato, se abandonan inexplicablemente, así como no incidir en lo más sórdido y escabroso del mismo, solo mostrándolo de soslayo, como si se tuviera miedo de filmar la realidad y no esa impuesta visión poética de la misma.

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Conclusión de 'Ciudad sin sueño'

Guillermo Galoe firma con Ciudad sin sueño una película semidocumental que, pese a tener elementos interesantes y una fotografía barroca sublime, no consigue incidir profundamente en La Cañada Real y sus gentes debido a una colonización retórica del autor al personaje, haciendo así que la ficción solape a la realidad, negando la condición naturalista que tan desesperadamente busca.

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