"Contracciones": El buen trabajador

Contracciones explora la invasión creciente de las grandes compañías en la intimidad de sus empleados. Con hábil precisión se muestra a una mujer en un cargo de poder que entrevista a Emma, de la sección de ventas, acerca de su vida amorosa. Al principio, hay algo cómico en la definición legalista de la empresa de lo que constituye una relación romántica o sexual. Esto, sin embargo, se convierte en lascivia mórbida cuando la gerente exige detalles íntimos de la aventura de Emma con un colega, Darren.

Las campanas de alarma suenan cuando la relación se prolonga demasiado. El embarazo de Emma conduce a la separación forzada de Darren y la manipulación despiadada de todos los aspectos de su existencia.

A través de Emma se muestra cómo la actitud desafiante ante la injerencia corporativa da paso gradualmente al cumplimiento voluntario por parte de los empleados y cómo estos permiten cada vez más que las empresas se adueñen de ellos en cuerpo y alma. (TEATRO PAVÓN). 

La validez personal

Jorge Kent toma el texto de Mike Bartlett para abordar las relaciones laborales en una gran empresa, poniendo el foco en cómo las decisiones profesionales terminan por influir en la vida personal de sus trabajadores. Sin embargo, lejos de convertirse en un drama profundo, Contracciones se revuelve en una comedia perversa. De esta forma, utiliza la exageración hasta el final para exponer la cárcel a la que se somete a aquellos que están por debajo en la pirámide de poder en el mundo empresarial. Es un auténtico atino hacerlo de dicha manera, ya que no se queda a medio camino entre un estilo y otro y sabe utilizar dichas armas para sorprender a los espectadores. Aun así, no es un humor alocado desde el principio, sino que se va cociendo a fuego lento, una decisión totalmente acertada.

Lo que parece una metáfora extrema de los sacrificios que debe hacer un trabajador para satisfacer la profesionalidad imperante que se busca, acaba por convertirse en un reflejo de la deshumanización de las relaciones personales y el tratamiento a los trabajadores en un sistema viciado de poder. Por este motivo, ambos personajes se construyen sobre una narrativa muy potente, no solo al cumplir con lo que se espera de ellos, sino por estrujarlos para desencadenar situaciones de lo más variopintas. Asimismo, cabe señalar la inteligencia con la que se aborda el final, dado que se aleja de lo que se podría esperar, trayendo esa rueda de hámster social que impera en la actualidad. Una grata sorpresa, una crítica social bien planteada y que se disfruta totalmente.

Dos actrices increíbles

Candela Peña y Pilar Castro son las encargadas de protagonizar Contracciones. Para comenzar, ver a Candela Peña actuar siempre es un placer, pero si ya es en vivo y en directo, es una auténtica gozada. La actriz comienza con una elegancia, una contención, que expone un perfil menos vigoroso del que tiene acostumbrados a los espectadores. Sin embargo, esa es su mayor baza, ese control sobre la locura que acontece. Por tanto, según va evolucionando su trama sobre las tablas, se presenta una calidad dramática de alto nivel. No necesita de grandes aspavientos para conquistar a la audiencia, se llena de humanidad y desesperación y eso es lo que hace que encandile a los asistentes por la verdad que transmite de principio a fin. Estupenda.

Pilar Castro no se queda atrás, en absoluto. Desde un inicio sabe hacia dónde quiere apuntar con su personaje, que es lo que quiere transmitir ante el patio de butacas y cuál es la personalidad que se le demanda. Por ello, a diferencia de su compañera, debe partir de una frialdad escalofriante que, no solamente cumple, sino que eleva por su contundencia en escena. Lejos de convertirse en una caricatura, consigue jugar con su presencia escénica, dejando esa sensación de animadversión que indica la gran calidad de su trabajo sobre las tablas. Por tanto, las dos se convierten en un imprescindible para la obra, su conexión y su buen hacer mejoran todavía más el resultado global de la pieza. Sus interpretaciones son de los aspectos más destacables del montaje.

La sutil frialdad empresarial

La puesta en escena de Contracciones se construye en un paraje de grandes dimensiones, que transmite ese poder, esa soberbia empresarial, uniéndose a la despersonalización que lo habita. Por lo cual, el diseño de la escenografía ha logrado que se formule una personalidad artística desde el primer vistazo. No obstante, se mantiene más o menos estática a lo largo del desarrollo de la pieza, lo que significa que da mayor importancia al elemento dramático de sus actrices que a su efecto visual. Aun así, lo aprovecha en las transiciones entre una escena y otra, construyéndose un puente musical que denota energía y la violencia con la que se van recubriendo las escenas en la obra. Únicamente, se siente que podría haberse aprovechado más el espacio escénico, darle algo más de juego al tener las posibilidades de hacerlo.

Por otro lado, la estructura que hay sigue una decisión sencilla que va mostrando cronológicamente lo que va sucediendo, utilizando el recurso de la repetición como inicio y final de cada una. A pesar de pecar de algo reiterativa, mirándolo en su conjunto, es una decisión que se valora más de forma positiva que negativa, sobre todo, por el final. Después, hay elementos que logran impresionar a los asistentes, como una caja, siendo el culmen visual de lo que se extrae del texto. Hay que aplaudir dichas decisiones, ya que aportan dinamismo a la pieza. Por otro lado, el ritmo va desde una tranquilidad aparente a una violencia bien ejecutada, que consigue enganchar al patio de butacas de principio a fin. En resumen, una comedia que ha sabido establecer su sello de identidad e ir con ello hasta el final.

Conclusión

Contracciones es una comedia que sabe explotar su potencial y apostar absolutamente por la locura que expone. Por ello, se aplaude la crítica social que se realiza, dado que la logra siendo fiel a sí misma y sin una corrección innecesaria. Junto a ello, unas actrices enormes, que se comen la escena y están excelentes. Pilar Castro y Candela Peña son de lo mejor de la obra. Después, la puesta en escena sabe utilizar sus puntos fuertes, consolidando su identidad, aunque podría echar más mano de ella. Aun así, es efectiva. La vida profesional y su envenenamiento a la vida personal en una obra hilarante que triunfa por no quedarse a medio gas.

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