El director australiano Bruce Beresford (Doble traición) dirigió Crímenes del corazón, adaptación de la obra homónima de Beth Henley, premiada en 1981 con el Premio Pulitzer. El filme supone una muestra más de la predilección de Beresford por las historias intimistas, con una trama donde tres mujeres comparten sus conflictos psicológicos y sexuales, envidias y reproches, risas y lágrimas. Para ello, el australiano contó con un brillante trío protagonista de oscarizadas actrices: Diane Keaton, Jessica Lange y Sissy Spacek. Su duelo interpretativo es lo mejor de la cinta. Estrenada en salas de cine españolas el 9 de marzo de 1987.
Crítica de 'Crímenes del corazón'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Crímenes del corazón
Título original: Crimes of the Heart
Reparto:
Diane Keaton (Lenny Magrath)
Jessica Lange (Meg Magrath)
Sissy Spacek (Babe Magrath)
Sam Shepard (Doc Porter)
Tess Harper (Chick Boyle)
David Carpenter (Barnette Lloyd)
Hurd Hatfield (Viejo abuelo)
Año: 1986
Duración: 105 min.
País: Estados Unidos
Director: Bruce Beresford
Guion: Beth Henley. Novela: Beth Henley
Fotografía: Dante Spinotti
Música: Georges Delerue
Género: Drama
Distribuidor:
Tráiler de 'Crímenes del corazón'
Sinopsis
Tres hermanas descubren que se conocen muy poco. Una de ellas, debido a su esterilidad, vive al margen de los hombres. Otra ha renunciado al trabajo y al amor. La tercera, hastiada de su insoportable vida cotidiana, ha intentado asesinar a su marido.
Dónde se puede ver la película en streaming
El sueño de una chica de Mississippi
Elizabeth Henley tardó bastante tiempo en escribir la que sería su segunda obra de teatro, y más aún le llevó que alguien se interesase en producirla. En 1979, con tan sólo 27 años, al fin sucede el milagro y Crímenes del corazón se estrena en Broadway, bendecida con una escalada imparable de popularidad, y esto acabaría dando paso a un premio Pulitzer y otros galardones.
La nativa de Jackson entiende muy bien el ambiente aislado sureño y las dificultades de tener una familia numerosa, sabe desatar la emoción, el drama y el caos en sus textos. El productor Fred Fields quedó tan encantado en una de las representaciones que se propuso hacer una adaptación cinematográfica... Proyecto que necesitó, sin embargo, mucho esfuerzo debido a la dificultad de lograr financiación, tanto que se llegó a frustrar con los continuos rechazos por parte de los ejecutivos de las principales compañías.
Pero entonces llegó Dino de Laurentiis y se dio luz verde, con un presupuesto más ajustado de lo planificado en un principio. Como siempre, resulta difícil trasladar una obra de teatro tan famosa, tan interiorizada por el público, a la gran pantalla, pero eso no fue, aparentemente, ningún problema para la dramaturga, que, ocupándose ella misma del guión, quedó encantada con la forma en que Bruce Beresford lo interpretó.
La historia de tres hermanas
Estos obstáculos de producción no se aprecian en pantalla, ni siquiera teniendo lugar el rodaje en el Norte de Carolina, y no en la real Mississippi. El escenario único, la gran casa de los Magrath, se ve magnificado gracias al cuidadoso diseño de arte y a la fotografía de Dante Spinotti, que usa unos bonitos tonos de color pastel suaves; por su parte, los papeles que en el escenario correspondían a Mary Beth Hurt, Lizbeth MacKay y Mia Dillon son ahora de Jessica Lange, Diane Keaton y Sissy Spacek.
Un trío de maravillosas actrices en el mejor momento de sus carreras, y que es una delicia ver juntas; sus personalidades son la clave para que los personajes choquen en intensos duelos dramáticos. Y la historia es la misma: la de esas tres hermanas que se reúnen para afrontar juntas una serie de problemas presentes y también otros hechos trágicos del pasado.
La Gritos y Susurros de Ingmar Bergman en su versión más lúdica. Se profundiza en los miedos, desilusiones y sobre todo en las increíbles rarezas que Meg, Lenny y Babe comparten y en cómo son observados desde el punto de vista de cada una, siendo el problema principal ese intento de asesinato del marido de Babe, mientras se desarrollan otras pequeñas subtramas acerca del amor y la muerte.
Henley, muy influida por Flannery O'Connor (como buena sureña que es), deja espacio a cada personaje para expresarse, para crecer en el transcurso de los hechos, recurriendo al "flashback" para aclarar los hechos que sobre el escenario sólo se mencionaban, lo que podría ser inevitable, pero no del todo necesario.
Una comedia difícil de encajar
El extraño humor negro de la autora es lo que hizo tan particular a su obra. Temas tan serios como la infidelidad, el asesinato, el maltrato, la soledad, el racismo, el alcoholismo o el suicidio eran tratados con un ácido toque cómico que, en su traslado a la pantalla, resulta excesivo y no demasiado agradable.
Como tampoco la relación entre las protagonistas, quienes pasan más tiempo peleándose a gritos que manteniendo una conversación civilizada, lo que sería de agradecer. La exageración dramática y las explosiones emocionales son el principal hándicap en este paso de escenario a película.
El modo de observar los más absurdos comportamientos y decisiones hacen soportables a los otros personajes, que no son especialmente simpáticos; Meg y Babe saben aceptar las desgracias que interfieren en su búsqueda de felicidad por medio de la sutileza (incluso ese divertido intento de suicidio). Pero Lenny, con su carácter maníaco-depresivo, es la irritante excepción.
Y de poco ayuda a la historia que casi todas las subtramas que la nutren queden sin resolver. Porque no sabemos muy bien qué sucede con la condena de Babe, con el romance entre Meg y Doc Porter (Jessica Lange compartiendo plano con su pareja, Sam Shepard), la cita tan esperada de Lenny o el estado de salud del abuelo...
Conclusión de 'Crímenes del corazón'
Bruce Beresford, eficaz y agudo director, acierta con los pequeños detalles que enriquecen las interpretaciones: esa Jessica Lange que esperando a su amante se arregla el pelo con la cuchilla de afeitar, esa Sissy Spacek que come palomitas mientras el horno se calienta, o esa Diane Keaton que mira con ansias las galletas que ha usado para clavar las velas de cumpleaños.
En las cosas más aparentemente sencillas reside el encanto de Crímenes del corazón, que, si bien cae presa de su propio melodramatismo teatral, también ofrece un notable trabajo actoral y uno de los tratos más extravagantes que se hayan visto en cuanto a relaciones entre mujeres y familiares. Spacek, tremenda, debería haber ganado el Oscar aquel año...
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