En 1972, un Ingmar Bergman en un interminable estado de gracia firmaba Gritos y susurros, una sus muchas obras maestras donde con una visión única nos muestra el suplicio de tres hermanas y su sirvienta, y como la muerte les afectará a todas de distintas maneras.



Gritos y susurros película

Crítica de 'Gritos y susurros'

Ficha Técnica

Título: Gritos y susurros
Título original: Viskningar och rop / Cries and Whispers

Reparto:
Harriet Andersson (Agnes)
Kari Sylwan (Anna)
Ingrid Thulin (Karin)
Liv Ullmann (Maria)
Anders Ek (Isak)
Inga Gill (Cuentista)
Erland Josephson (David)
Henning Moritzen (Joakim)
Georg Årlin (Fredrik)

Año: 1972
Duración: 91 min.
País: Suecia
Director: Ingmar Bergman
Guion: Ingmar Bergman
Fotografía: Sven Nykvist
Música: Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Händel
Género: Drama
Distribuidor:

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Gritos y susurros'

Sinopsis de 'Gritos y susurros'

Tres hermanas con unas vidas muy diferentes, Karin, María y Agnes, se reúnen en la casa familiar para pasar juntas los últimos días de vida de Agnes, que padece un cáncer. Les acompaña una vieja sirvienta, Ana. Las tres chicas habían estado muy unidas durante la infancia pero han ido perdiendo el contacto y la capacidad de demostrarse cariño. Mientras Agnes agoniza recuerda a su madre y la envidia que había sentido de adolescente por su hermana menor. Ana es la única que la acuna y la consuela en los ataques de dolor que sufre, las otras dos hermanas no soportan simplemente que se las toque. Pero, en un momento de nostalgia, ambas comienzan a abrazarse desesperadamente en lo que es una de las más memorables escenas jamás rodadas por Bergman. (Filmin)

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Bergman, el genio

Si se pudiese definir este film en dos palabras, sería; genialidad artística. Ingmar Bergman habla directamente al espectador, narra sus más íntimas cavilaciones y preocupaciones a través de unos personajes magistralmente construidos, una fotografía prodigiosa, y unos planos que simplemente son historia del cine. El genio sueco va construyendo fotograma a fotograma una de sus más complejas historias, desnudando la psique femenina y las relaciones familiares y afectivas, acercándola al espectador en un ejercicio de profunda meditación y análisis sobre el existencialismo y el vacío vital. Bergman demostraba film tras film porque era uno de los más grandes directores de la historia, y en Gritos y Susurros, volvió a reafirmarse.

Gritos y Susurros película
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Los susurros de Bergman

La narrativa del film es llevada por tres hermanas, una de ellas en fase de cáncer terminal por un cáncer de matriz, y su sirvienta. Las relaciones entre estos personajes crean el hilo conductor de la compleja narrativa donde Bergman impregna cada fotograma de existencialismo, onirismo y belleza. Gritos y susurros nos presenta las diferencias de las hermanas, y ayudándose de flashbacks , nos muestran la humanidad de los personajes y el porqué de sus acciones y comportamientos, añadiendo así más dimensiones y profundidad a los personajes que dotan a la cinta de la presente humanidad y vacío vital que expresa. 

El dramatismo y la tristeza son el pigmento con el que Ingmar Bergman pinta cada uno de los maravillosos planos que conforman la cinta, con los que desnuda también la psique de los personajes. La naturaleza de los personajes es el eje central que desarrolla la trama: La lenta espera a la muerte de Agnes (Harriet Andersson), la pasión de Maria (Liv Ullman) o el desprecio de Karin (Ingrid Thulin), crean armoniosamente un bello despliegue de humanismo que nos deja ver dentro del alma de los personajes, entenderlos, y reflexionar sobre sus actos, sin llegarles a juzgar.

Bergman sabe como nadie crear situaciones que denoten esta naturaleza humana, dejando de por medio imágenes para la posteridad, y silencios que dicen millones de veces más que cientos de películas juntas. El silencio es el que narra los hechos, la que nos hace entender y la que habla por los personajes. Las más memorables escenas de esta bella cinta son en completo silencio, sin necesitar más que un gesto, una mirada o un movimiento. Los diálogos son magistrales, diciendo lo mínimo y esencial, y dejando que el espectador reflexione sobre lo que Gritos y susurros nos quiere decir. El genio sueco nos transmite sus más profundos sentimientos a través de sutiles y delicados planos, que exploran el espacio de la mansión donde transcurre la historia, y donde también lo hace del tiempo: El que pasan en ella, del que le falta a Agnes y del perdido por Karin.

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Planos cerrados

El ritmo de Gritos y susurros es sencillamente único. Los largos planos cerrados, los minutos de simples expresiones o gestos hacen del ritmo de la cinta uno sencillamente espectacular. Quizá pueda resultar tedioso a los espectadores más impacientes, pero quien sabe apreciarlo, se deja deleitar por los dilatados y extensos momentos que Ingmar Bergman sabe crear magistralmente. Uno de los aspectos que hacen de este film una obra maestra son sus planos. Pocos directores he visto que sepan plasmar tan bien y decir tanto con un simple rostro, un roce o una mirada. Los prolongados planos cerrados crean esa opresiva aura que envuelve la cinta, y que cada vez oprime más a los personajes y los empuja hacia su inevitable final.

Estos planos cerrados como el primer plano del rostro de Harriet Andersson, y sus miradas a cámara (autorreferenciando su actuación en la maravillosa Un verano con Mónica), los semblantes de Liv Ullman marcados por el erotismo o la pasión, así como el primer plano donde su amante le relata en que ha cambiado, creando así uno de los mejores primeros planos de la historia del cine. Cada semblante femenino de la cinta nos hace ver las profundas reflexiones de Bergman, y como este ha sabido decir tanto, con la sencillez de un cuerpo, unas manos o una cara. 

Cries and Whispers filme

La belleza de lo trágico

Hablar de Gritos y susurros es hablar también de la excepcional y magnífica fotografía y puesta en escena de Sven Nykvist, uno de los mejores directores de fotografía de la historia del cine. El rojo pasión que impregna la cinta es simplemente memorable, y como en cada plano hace acto de presencia. Las trágicas escenas de Agnes, o las crueles conversaciones de Karin, son extremadamente bellas, aún tratando situaciones de máximo dramatismo. La dupla Bergman-Nykvist crean una puesta en escena perfecta que maravilla al espectador y le obliga a admirar la beldad de los personajes, y de los interiores diseñados por estos. 

También destacar el trabajo de las actrices, recurrentes en la filmografía del director, pero que una vez más entienden e interpretan a la perfección a sus personajes, y que acompañadas de una excelente dirección, te dejan asomarte tras la metafórica coraza de estos, y te permiten sentir como ellos sienten.

Contemplativa genialidad

Una vez más, Ingmar Bergman crea otra obra maestra para la historia del cine, donde cada plano, cada silencio, cada rostro dicen más que mil palabras, creando así esta contemplativa genialidad. Obviamente he dejado cientos de detalles en el tintero, pues tal obra es prácticamente inabarcable, dada su complejidad y belleza. Bergman vuelve a demostrar porque es considerado como uno de los mejores artistas de este arte con esta bella y trágica historia.

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