Déjame entrar (2008) fue una de las películas que consiguieron un gran reconocimiento en la primera década de este siglo, y que abanderó numerosas películas y obras de literatura nórdicas que sirvieron como renovación de un cine que incluso desembarcó en Hollywood. La propia Déjame entrar fue remakeada en su momento por Matt Reeves, conocido hoy en día por ser el director de Batman. Volver a verla hoy en día, resulta un ejercicio interesante para poner en contexto la película.
Crítica de 'Déjame entrar'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Déjame entrar
Título original: Låt den rätte komma in (Let the Right One In)
Reparto:
Kåre Hedebrant (Oskar)
Lina Leandersson (Eli)
Per Ragnar (Håkan)
Henrik Dahl (Erik)
Karin Bergquist (Yvonne)
Peter Carlberg (Lacke)
Ika Nord (Virginia)
Mikael Rahm (Jocke)
Karl-Robert Lindgren (Gösta)
Anders T. Peedu (Morgan)
Año: 2008
Duración: 110 min.
País: Suecia
Director: Tomas Alfredson
Guion: John Ajvide Lindqvist. Novela: John Ajvide Lindqvist
Fotografía: Hoyte van Hoytema
Música: Johan Söderqvist
Género: Terror. Drama
Distribuidor: Karma Films
Sinopsis de 'Déjame entrar'
Oskar es un chico de 12 años que sufre continuamente el acoso de sus compañeros de clase más fuertes. Su deseo de tener un amigo parece hacerse realidad cuando conoce a Eli, una niña de su misma edad que acaba de mudarse a la casa de al lado. Pero Eli es una niña misteriosa: es muy seria, está muy pálida, sólo sale por las noches y aparentemente no le afectan las temperaturas heladas. Una serie de desapariciones y asesinatos inexplicables coinciden con la llegada de la chica.
El cineasta sueco Tomas Alfredson narra una historia de adolescencia, de amistad, rechazo y lealtad, por un lado perturbadora y oscura pero también poética e inesperadamente tierna. (Karma Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Los países escandinavos siempre aparecen en nuestro imaginario colectivo como una civilización (o serie de) que son el culmen del bienestar y de la sociedad tranquila, que es capaz de alcanzar grandes estándares de vida, por lo menos en el ámbito material. Déjame entrar es sin embargo la cara oculta de una sociedad que hasta bien entrado los años 80 del siglo XX seguía estirilizando ciertas etnias para que no se reprodujeran. No es oro todo lo que reluce y esta película es un baño de realidad, donde el personaje más humano es precisamente un vampiro.
Déjame entrar, conocida sobradamente por su argumento, es la historia curiosa de amor que se establece entre un pequeño niño y una chica que resulta ser un vampiro. Poco a poco se irán conociendo y en estas que surgirá el amor. Sin embargo, valga la redundancia, la sociedad se interpondrá en el camino.
El lumpen sueco
Oscar, que es interpretado por Kare Hedenbrant, es un niño que sufre acoso escolar y que reprime sus traumas utilizando una violencia extrema. Incapaz de socializar de manera correcta, Déjame entrar desgrana precisamente uno de los grandes problemas de las sociedades nórdicas como es la falta de comunicación. Sutilmente (a diferencia del más directo remake americano) se deja ver como la madre del propio Oscar se siente totalmente despreocupada por él. No es de extrañar que veamos en este personaje un futuro asesino de masas, al más estilo Columbine. Pero no se trata solo de su familia, puesto que todos los personajes que aparecen en la película son, literalmente, unos desgraciados. Los estudiantes que acosan a Oscar lo son, así como lo son los que frecuentan el bar donde mata el tiempo una pequeña comunidad de lúmpenes que lo único que hacen es emborracharse y criticar al vecino.
Y es sin embargo el amor, que le profesa la vampira interpretada por Lina Leandersson quien en cierta manera endereza a Oscar (aunque para ello tenga que usar igualmente una violencia extrema, como demuestra la secuencia final). De todas maneras, Déjame entrar deja entrever numerosas relaciones que resultan turbias, como es la pedofilia implícita entre el cuidador de nuestra protagonista, que sin embargo no acabamos de saber que papel juega en esta relación. Como vemos, una de las grandes bazas del guión es saber jugar con el insinuar y no el contar.
Una fotografía resplandeciente
Los aspectos técnicos son otro de los grandes puntos positivos de la película. A diferencia de otras producciones vampíricas, Déjame entrar cuenta con una puesta en escena, de Tomas Alfredson, que tiene grandes momentos estéticos. Por una parte sabe combinar grandes planos, como los que muestran la separación física de los dos personajes en la ventana al comienzo del filme, de una gran belleza y que además transmiten la propia incomunicación de los personajes (que de hecho tendrán que utilizar morse para poder comunicarse posteriormente), así como una magistral fotografía que nos presenta una Suecia resplandeciente, donde prácticamente los personajes aparecen retratados pálidos, con una luz que refleja de manera muy intensa sus caras y rostros, llegando hasta más allá del límite de la propia realidad cromática. La nieve, sin que suene a cliché, es otro de los protagonistas de la película.
Conclusión de 'Déjame entrar'
Déjame entrar es ya un clásico moderno del cine de vampiros. Una cuento gótico ambientado en una sociedad no tan brillante como parece en primera instancia y que presenta el amor como fuerza redentora. Difícil de entrada, cierto, pero también se trata de una película que da al que sabe esperar y ser paciente.
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