Francisco Suárez y Manuel Tirado rescata las palabras de Federico García Lorca con Diálogo del Amargo, una de las escenas teatrales que pertenece a Poema del cante jondo, del poeta granadino. La obra se convierte en un viaje hacia al pasado, hablando del tiempo, del amor y de la muerte, temas predilectos por García Lorca en su obra. Esta pieza teatral también supone el regreso de María Galiana, tras dos temporadas sin subirse a las tablas madrileñas. Esta obra se puede disfrutar en la Sala Principal en el Teatro Español desde el 5 hasta el 29 de marzo.
Crítica de 'Diálogo del Amargo'
Resumen
Ficha Técnica de 'Diálogo del Amargo'
Título: Diálogo del Amargo
Título original: Diálogo del Amargo
Reparto:
Alberto Iglesias
Jacobo Dicenta
Ana Fernández
María Galiana
Cristina Marcos
José Antonio Lucía
Damià Plensa
Guillermo Serrano
Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Francisco Suárez
Adaptación: Manuel Tirado y Francisco Suárez
Escenografía y vestuario: Ana Garay
Iluminación: Juan Gómez Cornejo (A.A.I)
Diseño de vídeo escena: Álvaro Luna y Bruno Praena
Diseño de sonido y ayudante de dirección: Juan José Suárez
Ayudante de escenografía: Julen Alba
Composición percusión: Daniel Suárez
Ayudante de vestuario: Freya Medrano
Asistente movimiento escénico: Rafael Rivero
Ayudante de iluminación: Ion Anibal
Género: Drama
Producción: Teatro Español
Sinopsis de 'Diálogo del Amargo'
Este Diálogo del Amargo es un viaje al pasado; pasado que, al no poder olvidarse, se torna en doloroso presente pues la memoria es insumisa. En esta obra, Lorca habla del tiempo, del amor y la muerte, sus temas preferidos; también de la indefensión del ser humano ante la presencia de unas fuerzas opresoras que el poeta tachó de siniestras y oscuras, las del odio y la intolerancia de un sistema políticamente perverso; y, a la vez, del combate —eje de su prodigioso legado— entre autoridad y libertad, conceptos encarnados en alma y huesos por unos personajes que nunca dejarán de conmovernos.
Ese combate entre autoridad y libertad nos permite, por su valor dramático, poner en escena un pasado ignominioso —aunque duela, debe recordarse— y un presente conciliador puesto en boca de mujeres dispuestas, por encima de todo y con todos sus derechos, a saber en qué fosas se hallan sus seres queridos. Amargo, en el escenario, será el paradigma de todos los Amargos asesinados y desaparecidos bajo la dictadura franquista, y este montaje, un testimonio solidario para quienes, sin descanso ni tregua, llevan toda su vida intentando recuperar su memoria y peleando por sacarlos de las zanjas del desprecio y el olvido. (TEATRO ESPAÑOL).
Una herida abierta
El dolor y la pasión se reflejan en el guion de Diálogo del Amargo. La dramaturgia de Manuel Tirado y Francisco Suárez se fundamenta en el mundo de García Lorca y lo hace a través de un cruce de historias en las que converge el sentimiento de la pérdida. Es sorprendente ver cómo a través de tres relatos, se desgarra y se homenajea a aquellos que cayeron en las garras del fascismo y la intolerancia. Mediante la reiteración, establece diversos elementos que hacen que sea una historia llena de humanidad y de historia en vivo. Sin necesidad de hacer un análisis extenso y dar multitud de detalles específicos de sus protagonistas, goza de un trasfondo complejo. Con una composición narrativa laboriosa, da un enclave de telarañas de situación con matices y profundidad.
El libreto navega por una historia visceral en la que se utiliza recursos estilísticos como la repetición, pero sin caer en un carácter tedioso, al contrario, siempre manteniendo el impacto dentro del texto. Es más, cada sección realiza un análisis social que se personaliza en los personajes que intervienen. Pueden representar perfectamente a aquellas voces que fueron igualmente calladas. Por lo cual, tiene el equilibrio entre un humanismo intrínseco y una realidad ficcionada. No busca ser meramente histórica, sino también empaparse de un romanticismo introspectivo. Luego, los personajes circunstanciales se manejan entre el icono al que representan, pero sin abandonar la verosimilitud narrativa. Crea retratos que se utilizan como sombras, pero con una claridad tan firme, que tienen su propia personalidad. La combinación entre todo ese sentir, hace que la reflexión se presente en estado puro.
Poderío interpretativo
El guion de Diálogo del Amargo se sublima en la expresión artística a través de las interpretaciones del elenco actoral. En primer lugar, Alberto Iglesias da vida a Amargo. Sabe llevárselo a un plano intenso y puramente humano. Se retuerce en la pasión y en el sentimiento, utiliza su cuerpo como vehículo expresivo y transmite con cada una de las interacciones que realiza con el medio. La manera en la que enfoca la voz y cómo se flexibiliza son una carta de presentación de las sensaciones que recorre su personaje. Una interpretación llena de vértices, las cuáles desarrolla dejándose la piel sobre el escenario. Es magnético. Deja un despliegue emocional que llega desde dentro hasta exteriorizarlo, envolviendo a los asistentes en una conmoción sensitiva. A causa ello, impresiona e impacta de principio a fin.
Por otro lado, Jacobo Dicenta enseña la versatilidad con la que cuenta y otorga un trabajo interpretativo soberbio y con un carisma excepcional. Sabe jugar con la energía puesta sobre el escenario y media entre los distintos cambios de intensidad. Por lo tanto, no cae en la linealidad y se siente ese dinamismo, que lo convierte en otro de los grandes protagonistas. Por otra parte, Ana Fernández tiene un sentir tan profundo en escena, que emociona desde la primera palabra. Lo mismo ocurre con María Galiana, que brilla en sus escenas y llena absolutamente todo el escenario con esa fuerza que le acompaña. También hay que mencionar el trabajo de Cristina Marcos, que se convierte en un colofón de sentimiento y una naturalidad orgánica, que cierra de una forma distendida, pero directa.
La memoria del dolor
La Sala Principal del Teatro Español es la encargada de acoger esta obra tan peculiar. La puesta en escena goza de una composición muy elaborada, en donde los elementos y el atrezzo están en continuo movimiento. Uno de los factores que más llama la atención es la mezcla audiovisual en Diálogo del Amargo, que sirve de presentación para cada parte de la obra. Sin duda, se puede ver positivamente el acabado técnico y creativo, pero podría no ir a su favor totalmente. El espectador podría perder la atención sobre lo que ocurre en pantalla y quedar relegado a la intérprete sobre el escenario, dándose más importancia a lo proyectado durante las escenas de las tres mujeres. No pasa lo mismo con el gran trabajo visual de los vídeos que acompañan a la acción de los personajes masculinos, que son fascinantes.
El resto de elementos en escena son un disfrute, al igual que la rapidez con la que se cambia el escenario. Las transiciones son imperceptibles, por lo que han sabido establecer una sinergia entre los distintos elementos, haciéndola aún más atractiva. Por otro lado, la iluminación tiene una técnica que expresa en sí misma. Realiza una composición visual espectacular y con un acabado elegante y sutil. Lleva a esa oscuridad tan sensitiva, que se combina con los colores que invaden la escena. Lo mismo sucede con la dirección musical que tiene un poderío y una vigorosidad que hace que el espectador llegue a tener la piel de gallina. Por lo cual, se forma una correlación con tal fuerza que lleva al texto a un nivel superior y deja una experiencia sensorial con una sensibilidad placentera.
Conclusión
Diálogo del Amargo es una obra que llega a las vísceras del espectador. Es pura pasión y sentimiento sobre el escenario. Un guion lleno de emoción y con una denuncia histórica que se hace efectiva. Una gran labor actoral, en especial Alberto Iglesias, que se deja la piel y el alma sobre la escena. Un despliegue técnico visualmente extraordinario, con una sensibilidad exquisita, donde únicamente la combinación con lo audiovisual, en ocasiones, triunfa y en otras se queda en el camino. Un canto al recuerdo, un grito que retumba en los oídos del público, siendo un homenaje emotivo a las víctimas del terror.
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