El buen italiano, película italiana dirigida por Edoardo De Angelis y protagonizada por Pierfrancesco Favino, nos narra la historia de Salvatore Todaro, un comandante italiano al mando del submarino Cappellini en plena Segunda Guerra Mundial. Cinta bélica que inauguró la pasada Biennale di Venezia con críticas ambiguas por parte de la crítica internacional. Este 25 de julio de 2024 se estrenó en salas españolas esta historia de patria, bondad y muerte.
Crítica de 'El buen italiano'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El buen italiano
Título original: Comandante
Reparto:
Pierfrancesco Favino (Salvatore Todaro)
Massimiliano Rossi (Vittorio Marcon)
Johan Heldenbergh (Georges Vogels)
Silvia D'Amico (Rina Todaro)
Arturo Muselli
Giuseppe Brunetti (Gigino Magnifico)
Gianluca Di Gennaro
Johannes Wirix (Jacques Reclercq)
Pietro Angelini (Ivano Leandri)
Mario Russo (hidrofonista)
Cecilia Bertozzi (Anna)
Paolo Bonacelli
Tim Daish (Oficial inglés)
Año: 2023
Duración: 120 min.
País: Italia
Director: Edoardo De Angelis
Guion: Edoardo De Angelis, Sandro Veronesi
Fotografía: Ferran Paredes
Música: Robert Del Naja
Género: Bélica
Distribuidor: Alfa Pictures
Tráiler de 'El buen italiano'
Sinopsis
Octubre de 1940. Tras ser atacado mientras navegaba por el Atlántico, el submarino Cappellini de la Marina italiana hunde un buque de guerra belga que había abierto fuego contra ellos en la oscuridad. (Alfa Pictures)
Dónde se puede ver la película en streaming
A barco nuevo, capitán viejo
La palabra “héroe” resuena en un imaginario colectivo tintado por el grueso pincel hollywoodense como aquel valeroso hombre que da la vida en guerra por sus hermanos, donde en sus ojos no hay más que el miedo que enfrentó y el honor que carga a sus espaldas. Nada más lejos de la realidad, El buen italiano viene a decirnos lo contrario, viene a matizar la palabra héroe, para aportar una H mayúscula al mote.
El amor, siempre herido en tiempos de conflicto, aparece en el personaje del comandante Todaro para demostrar que los grandes adalides se diferencian por salvar vidas antes que arrebatarlas. Que en un mundo sin piedad, siempre quedan corazones latentes, que tienen la sangre lo suficientemente fría para imponer la razón al infantil patriotismo. Fuera del campo de batalla quizá no sean buenos hombres, o quizá sí, pero como alguna vez escribió Paul Brulat: “Basta un instante para hacer un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien.”
En mar y amores...
El buen italiano no deja de ser en ningún momento una reflexión intimista de lo que significa la guerra para aquellos que zarpan al mar con la esperanza de volver a puerto, pero con la certeza de que no lo harán. Con un ritmo pausado y algo lento, la narración se explaya en hacernos empatizar con un grupo de submarinistas italianos, aunque quizá demasiado, pues el conflicto de la trama y su posterior clímax tardan mucho en aparecer.
Los primeros sesenta minutos vemos lo típico y tópico: La guerra, el miedo y la muerte. Paradigmas interesantes pero que sin una intención novedosa y/o atractiva se sienten algo explotados y que poco o nada nuevo aportan a estas alturas. La segunda mitad ya entra más en el intimismo de la hermandad y la bondad, aunque con un escéptico espectador algo desencantado y aburrido. A fuego lento se van cocinando momentos que enfrentan al hombre con la bestia, que intentan tirar abajo la densa barrera entre el <> y el <>.
...entrarás cuando quieras y saldrás cuando puedas.
Un buen mensaje sobre la fraternidad entre pueblos enfrentados se encuentra con un ritmo que le lastra y muchas secuencias algo vacías que lo entorpecen, pero a fin de cuentas, llega al espectador de manera concisa. Algo que ayuda a El buen italiano constantemente es un ya más que experimentado Pierfrancesco Favino, que con su sólida madurez actoral, aporta su pincelada personal al humano comandante. Más que creíble son sus palabras, no debido a un guion que quizá peca de patriota, sino gracias a la humanidad que él aporta, creando así un líder con la compasión por bandera.
Conclusión de 'El buen italiano'
Edoardo De Angelis narra un humano relato sobre la fraternidad en tiempos de guerra en una cinta bien conseguida y reflexiva, que se aleja de los estándares del cine bélico para aportar una compasiva mirada a la confrontación entre pueblos y todo lo que ello conlleva.
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