El caftán azul, segundo largometraje dirigido por Maryam Touzani (Adam, 2019) y coescrito con su marido Nabil Ayouch, se estrenará en cines el 10 de marzo de 2023. Ganó el premio Fipresci "Un certain regard" en el Festival de Cannes y ha sido seleccionada por Marruecos para representar al país en los premios Oscar. En España, participó en la Sección Oficial de la Seminci de Valladolid donde Lubna Azabal ganó el premio a la mejor actriz por su interpretación de Mina.
Crítica de 'El caftán azul'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El caftán azul
Título original: The Blue Caftan / Le bleu du caftan
Reparto:
Saleh Bakri (Halim)
Lubna Azabal (Mina)
Ayoub Messioui (Youssef)
Año: 2022
Duración: 122 min.
País: Marruecos
Director: Maryam Touzani
Guion: Maryam Touzani, Nabil Ayouch
Fotografía: Virginie Surdej
Música: Kristian Eidnes Andersen
Género: Drama
Distribuidor: Karma Films
Tráiler de 'El caftán azul'
Sinopsis
Halim lleva mucho tiempo casado con Mina, con quien regenta una tienda tradicional de caftanes en la medina de Salé, una de las más antiguas de Marruecos. La pareja vive desde siempre con un secreto que Halim ha aprendido a ocultar. Pero la enfermedad de Mina y la llegada a la tienda de un joven aprendiz, amenazan con perturbar ese equilibrio. (Karma Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Sentimientos a través de acciones y pocas palabras
El caftán azul es una película cuidadosa, compasiva y silenciosamente cautivadora, con situaciones sin duda muy tensas. Pero la película en sí no se rinde a la tensión. Representa pasiones rebeldes que agitan la vida de personajes cautelosos y prudentes. Ellos interactúan y se acercan entre sí en silencio, creando estímulos susceptibles y sensuales en la narración sin forzar la trama con emociones reprimidas o exageraciones sentimentales.
La caída y las pérdidas del negocio relacionado con la falta de tela muestra a una Mina expresando sus resentimientos a veces de una manera muy mezquina. Al mismo tiempo, Mina toma la determinación de disfrutar un poco más de la vida, de actuar con cierta espontaneidad antes del fin de su existencia. Mina pasa de ser una severa jefa a una amante vibrante y juguetona, que encuentra su mayor optimismo cuando está más enferma.
El caftán azul muestra todo esto y mucho más. No hay discursos. Los personajes viven en una sociedad que no fomenta la auto expresión desbordada como se hace en Occidente. Los sentimientos se expresan a través de acciones y pocas palabras, como cuando vemos a Halim hacerse cargo de la cocina del hogar una vez que Mina está demasiado enferma para trabajar, o cuando Youssef se vuelve a unir a Halim y a la tienda después de un breve distanciamiento.
Y mientras tanto, Halim trabaja en el caftán azul que da el nombre a la película, encargado por un cliente quisquilloso. Al mundo ya no le importa su oficio: quieren resultados inmediatos (un cliente impaciente explica que apenas se nota la diferencia entre los caftanes hechos a máquina y los hechos a mano) o caftanes más ajustados, sin importar el material. Sin embargo, Halim pasa una puntada tras otra con suma paciencia y sensibilidad, con un cuidado trascendental, en donde cada puntada es una acción individual y distintiva que, una vez realizada, nos encontramos con una prenda hermosa y única.
Sobre el amor, la sexualidad y la mortalidad
Es una historia matizada y empática sobre la sexualidad y la mortalidad. En última instancia, El caftán azul celebra el amor en todas sus formas, ya sea heterosexual u homosexual, conyugal o platónico, sin que ninguna sea más débil que la otra. Sobre el amor entre un hombre y una mujer y sobre el amor entre un hombre y un hombre, que está terminantemente prohibido en Marruecos. También hay un amor por el oficio tradicional de la sastrería, y en una escena en un establecimiento de comida y bebida abarrotado, un amor por el fútbol. Y eso que se rodó mucho antes de que Marruecos llegara a las semifinales de la Copa del Mundo.
Siguiendo los patrones de una cierta marroquinidad, El caftán azul se sirve de símbolos, metáforas, insinuaciones, fuerzas vernáculas de un país con mil y una tradiciones que se pierden en la noche de los tiempos. Primeros planos de dedos practicando costura. Sensualidad de los tejidos elegidos. En los caftanes, formas casi bizantinas aliadas a las de Oriente. En una inspección cercana, una herencia marroquí o influencias musulmanas y judías se manifiestan sin estados emocionales. Todo lo que se necesita es un movimiento de la mano, un toque dado a la costura, una relación entre la tela elegida, su color y el producto terminado.
En toda esta algarabía de juegos modestos, Halim es quien, a través de sus silencios, sus incertidumbres y sus sobresaltos existenciales, consigue, precisamente, imponer una mirada luminosa.
Conclusión de 'El caftán azul'
Técnicamente hablando, El caftán azul es impecable. La fotografia altamente atmosférica de Virginie Surdej hace un excelente trabajo al jugar con los claroscuros y los pequeños espacios del taller, las calles de la medina y el apartamento de la pareja. Los cuerpos y rostros también son filmados con una sensibilidad excepcional, aportando mucha credibilidad e intensidad a las escenas más íntimas de la película.
La paleta cromática está compuesta mayoritariamente por colores arena –marrones claros, cafés, ocres y amarillos oscuros– que encajan con la naturaleza terrosa de esta cinta y crean un agradable contraste visual con el azul del caftán y las tonalidades luminosas de los otros trajes que los personajes cosen en su taller.
La historia empática no dirige una crítica social cautelosa contra los conceptos de creencia, sino sobre el control invasivo de un sistema corrupto.
Reportaje de El caftán azul en Días de Cine TVE
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM