El defensor público (1931) es una de las películas más desconocidas de los años treinta del cine negro de aquella década. Seguramente porque a diferencia de obras como Scarface de Howard Hawks o de otras obras del momento, el protagonista es en realidad un justiciero enmascarado, que decide vengarse de los banqueros de Wall Street (recordemos que solo dos años antes de la realización de la película había trascurrido el crack del 1929). Una película que anticipaba lo que iban a ser los superhéroes, mucho antes de que estos tuvieran su lugar en el cine.
Crítica de 'El defensor público'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El defensor público
Título original: The Public Defender
Reparto:
Richard Dix (Pike Winslow)
Shirley Grey (Barbara Gerry)
Purnell Pratt (John Kirk)
Boris Karloff (El profesor)
Edmund Breese (Frank Wells)
Alan Roscoe (Inspector de policía Malcolm O'Neill)
Año: 1931
Duración: 69 min.
País: Estados Unidos
Director: J. Walter Ruben
Guion: George Goodchild, Bernard Schubert
Fotografía: Edward Cronjager (B&W)
Música: Max Steiner
Género: Drama. Thriller
Distribuidor:
Clip de 'El defensor público'
Sinopsis
Una serie de noticias alteran sobre la existencia de un justiciero de identidad desconocida que firma sus acciones bajo el nombre The Reckoner". Entre la policía se sospecha que puede ser alguien con experiencia en servicios de inteligencia. Su estrategia se basa en ponerle cerco a hombres de negocios envueltos en la turbia quiebra de un banco.
Dónde se puede ver la película en streaming
Batman antes de Batman
El defensor público nos presenta a Pike Winslow, un millonario interpretado por Richard Dix. De cara a la sociedad es el típico Dandy despreocupado, pero en realidad es de Reckoner, un "vigilante", que intenta enmendar una serie de crímenes que se han cometido. ¿Les suena? Efectivamente, hay muchas conexiones entre la doble personalidad Bruce Wayne / Batman. Ambos son personajes que mantienen a propósito una fachada pública que les sirve de escudo frente a la realidad dramática de sus vidas. En esta ocasión, el personaje quiere vengar la afrenta que se ha cometido sobre su interés romántico, a cuyo padre han acusado injustamente de corrupción.
No soy el único que ve las conexiones entre ambos personajes, como ya señaló también Kevin Grant en su libro Vigilantes: Private Justice in Popular Cinema*, en el que además también remarca el aspecto Pulp del personaje. Como vemos, la película propone algo bastante diferente a lo que se venía y se iba a hacer en el cine negro. Quizá por este motivo en cierta medida es una película totalmente desconocida, porque fue un callejón sin salida y no tuvo una continuación en el tiempo de manera inmediata.
Momentos de gran cine
A pesar de que se trata de una película que se encuentra en los inicios del cine sonoro, y que como ya sabemos, se trataban de películas donde el movimiento de cámara era mucho más limitado que el de los anteriores equipos de grabación, lo cierto es que El Defensor Público tiene algún recurso cinematográfico que resulta brillante, y que aporta esa frescura que choca con la rígidez del resto de la puesta en escena, mucho más estable.
Para la memoria queda especialmente la secuencia que transcurre a oscuras, en la que los personajes son iluminados de manera tenue durante unos segundos, mientras pasamos de uno a otro. Una secuencia que premonitoriamente parece anticipar muchos elementos que encontraríamos tiempo más tarde en el propio formato del cómic.
Los malos van de traje y corbata
Como estamos en los años treinta y el crack acaba de suceder, analizar sociopolíticamente la película resulta también interesante. A diferencia de la mayoría de películas del género, donde las historias están ubicadas por personajes que se mantienen al margen de la ley o que pretenden prosperar de manera criminal, aquí nos encontramos con una película que señala directamente a los grandes mandatarios de una empresa como los principales culpables. No se trata, no se me entienda mal, de una película revolucionaria, porque en ningún momento se cuestiona el sistema (de hecho la policía aparece como un agente del orden más que eficaz y cómplice con nuestro protagonista), pero si de una película que sabe reflejar el malestar de una sociedad sacudida recientemente por la crisis económica.
Conclusión de 'El Defensor Público'
El Defensor Público es una rareza de los años treinta. Se la clasifica como cine negro, aunque en realidad es una película que parece más bien anticipar lo que sería el prematuro cómic de superhéroes, que por aquel entonces se estaba gestando. Una película que si bien no es una obra maestra, si merece la pena verse precisamente por la curiosidad que puede generar como un eslabón perdido del cine tan de moda en nuestros días.
*GRANT, Kevin, Vigilantes: Private Justice in Popular Cinema, Ed.Mcfarland & Company Inc, North Carolina 2020, p.40
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