El futuro, segunda cinta escrita y dirigida por la multipremiada Miranda July - una de las máximas exponentes del cine independiente estadounidense contemporáneo-, se estrenó allá por 2011, seis años después de su ópera prima Tú, yo y todos los demás. July volvió al mundo del cine después de escribir y actuar en performances con una obra profundamente poética y filosófica, una exploración del ser humano y como este se relaciona con el tiempo. Una celebración a la proactividad vital, a la búsqueda del ser genuino y lo absurdo de la vida. Séneca ya lo resumió cuando escribió: “La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy.”
Crítica de 'El futuro'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El futuro
Título original: The Future / El Futuro de Miranda July
Reparto:
Hamish Linklater (Jason)
Miranda July (Sophie)
David Warshofsky (Marshall)
Isabella Acres (Gabriella)
Joe Putterlik (Joe)
Angela Trimbur (Recepcionista de Estudio de danza)
Mary Passeri (Recepcionista de refugio de animales)
Ella (Gato)
Kathleen Gati (Dr. Straus)
Clement von Franckenstein (Alain First Solicitation)
Año: 2011
Duración: 91 min.
País: Estados Unidos
Director: Miranda July
Guion: Miranda July
Fotografía: Nikolai von Graevenitz
Música: Jon Brion
Género: Comedia dramática
Distribuidor:
Tráiler de 'El futuro'
Sinopsis
Cuando una pareja decide adoptar un gato callejero, su perspectiva de la vida cambia radicalmente, alterando literalmente el curso del tiempo y el espacio y poniendo a prueba su fe el uno en el otro y en ellos mismos. (IMDB)
Dónde se puede ver la película en streaming
Una inacción desesperada
El futuro de Miranda July nos habla de la vicisitudes de estar vivo, de la inmovilidad de una vida exacerbada y de la importancia del aquí y ahora. Las expectativas hacia el futuro moldean un presente cada vez más confuso y desdibujado que hace que el amor se diluya en el tártaro de la costumbre y la rutina. La espera nunca dolió tanto, no por la impaciencia, sino porque quizá el futuro no esté escrito, quizá ni siquiera sea una página en blanco, tal vez el futuro no es más que la siguiente decisión a tomar, desde la más nimia hasta la más trascendental, desde comprar un secador por tres dólares hasta descubrir quien es uno realmente. Una supraconsciencia impávida, un gato que solo desea ser amado, dos humanos perdidos, un instante de quietud antes de la inevitable tormenta.
Una pareja inmóvil, a la que se le pasan los días sin conectar con nada ni nadie en profundidad, decide adoptar un gato herido y abandonado a su suerte. En un mes deberán ir a recogerlo, evento que trastocará no tan solo su vida, sino su percepción del tiempo y del amor. Hará que se replanteen la vida que llevan y como sus responsabilidades futuras acabarán con un sueño olvidado en las arenas del tiempo. El gato -más humano que cualquier otro personaje de la cinta-, cuenta los segundos para que sus nuevos dueños vengan por él, o lo que es lo mismo, no puede esperar a tener una conexión profunda y significativa. La falta de reciprocidad de sus expectativas será lo que le hiera lentamente, como lo hace la vida con los dos protagonistas. Una poesía sin autor ni fecha, un paralelismo doloroso.
Jinetes de un tiempo desbocado
Su situación actual, un caudal desbordado por el desgaste y el cansancio de esperar que esta mejore, ha desbordado a una pareja absurda y difícilmente clasificable. Él puede parar el tiempo y dialogar con la luna, elemento novedoso en la carrera de Miranda July, que pasa al realismo mágico sin olvidar el absurdismo característico de su primer trabajo, y ella comienza a tener una aventura con un dibujante que ignora sus excentricidades. La directora vuelve a hacer uso de la ridiculización de sus personajes para mostrarnos su humanidad, fácilmente identificable con la nuestra propia. Un presente sin significado y la búsqueda de su valor intrínseco, o al menos, algo que se le parezca mínimamente. Ya dijo sabiamente una vez el dramaturgo Eugene Ionesco: “La vida es un teatro del absurdo, donde los personajes buscan desesperadamente un guion”.
Conclusión de 'El futuro'
Una cinta naif, que divaga entre el surrealismo, la performance y el realismo mágico, se va construyendo en base a cuestiones metafísicas que Miranda July lleva planteando años. El inevitable paso del tiempo, el amor como alivio al absurdo de la vida y la espera como acto vitalicio y constante. De tanto esperar, corremos el riesgo de que sea demasiado tarde, por ello el momento perfecto para cambiar aquello que ha de ser cambiado es este preciso instante, que realmente, es el único momento existente.
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