Volver a cualquier esfera que toque la figura de Adolf Hitler es motivo de alegría, mucho más cuando se aborda desde el cine, como bien sabéis una de las herramientas más emblemáticas del adoctrinamiento nazi. Todavía en mayor medida tratándose de El ministro de propaganda del todopoderoso Führer. Un individuo apasionante para ser analizado y terrorífico al ser descubierto. De esta manera nos lo han presentado siempre, a través del recurso del monstruo. No así Joachim Lang, que retrata el fulgurante ascenso de Joseph Goebbels con total respeto a la complejidad de la persona que era, atacando la perversión de sus actos desde varios frentes. Vio la luz en el Festival de Múnich, llegará a salas el 29 de noviembre de 2024.
Crítica de 'El ministro de propaganda'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El ministro de propaganda
Título original: Führer und Verführer / Führer and Seducer
Reparto:
Robert Stadlober (Joseph Goebbels)
Fritz Karl (Adolf Hitler)
Franziska Weisz (Magda Goebbels)
Raphaella Möst (Eva Braun)
Katia Fellin (Lida Baarova)
Moritz Führmann (Karl Hanke)
Michael Glantschnig (Joachim Gottschalk)
Sebastian Thiers (Martin Bormann)
Oliver Fleischer (Hermann Göring)
Raphael Nicholas (Heinz Rühmann)
Dominik Maringer (Werner Naumann)
Till Firit (Wolf-Heinrich von Helldorff)
Christoph Franken (Veith Harlan)
Año: 2024
Duración: 135 min.
País: Alemania
Director: Joachim Lang
Guion: Joachim Lang
Fotografía: Klaus Fuxjäger
Música: Michael Klaukien
Género: Drama histórico
Distribuidor: A Contracorriente Films
Tráiler de 'El ministro de propaganda'
Sinopsis
Joseph Goebbels, el Ministro de Propaganda, acompañó a Hitler durante siete años, desde marzo de 1938 hasta su muerte en mayo de 1945. Mientras Hitler está en el apogeo de su poder, Goebbels es el creador de las imágenes de multitudes ondeando banderas y de las películas antisemitas que preparan al pueblo para el asesinato en masa de los judíos. Tras la derrota de Stalingrado y la situación cada vez más desesperada a finales de 1944, Goebbels planea el acto de propaganda más radical, su última puesta en escena. (A Contracorriente Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Similar, no igual
No haría falta jurar por nada ni nadie que el tema del nazismo está casi más trillado que el género de superhéroes. Infinidad de películas y series que han abordado la máxima calamidad bélica en la época moderna con mayor o menor acierto, pero a menudo empleando códigos binarios. Es decir, hablando al espectador desde las premisas polarizadas, empleando un tratamiento de buenos y malos, e incluso afectando el tono en tantas ocasiones que rozaba la victimización sin ir más allá. Asunto ciertamente complicado, sea la que sea la recreación, nunca logrará abarcar todos los entresijos de los opresores ni llegará a homenajear suficientemente a los oprimidos.
Salvo excepciones magistrales y con una representación delicada, pocos han sido los que se han adentrado con mano de cirujano. Por eso aplaudo al cineasta alemán, que en Führer und Verführer dirige y escribe con un fin muy específico y en todo momento asumiendo un estilo aséptico: comprender la curtida metodología de manipulación de una propaganda que ya se utilizaba anteriormente y que fue perfeccionada por los alemanes dirigentes del nacionalsocialismo.
Sin embargo, lo hace partiendo de los años previos a ese otoño de 1945 con el ministro de propaganda de Hitler como hilo conductor, atendiendo no solo a su psicología en creciente contaminación, no exclusivamente presentando fielmente su ambiciosa autopromoción, también haciendo todo ello en una vida corriente. Él era un ser humano, quizá lo olvidamos, casado y con cinco hijos, cargaba con sus propios tormentos y se proyectaba en sueños de grandeza, que es precisamente lo que le lleva directo a ser el nombrado sucesor del dictador y normalizar la serie de atrocidades que ejecutó.
Manipular y controlar
Por tanto, no estamos ante un simplista retrato de uno de los más importantes genios propagandistas de la historia. Joachim Lang parte de una vida integral, donde lo cotidiano comparte esencias con cualquier familia que nos podamos imaginar. Es ese punto desde el que contemplamos el viaje de la iniquidad, campo de trabajo donde el director afina mucho para detectar cómo se trata de un mecanismo pérfido en sí mismo, emanado de las mentes atormentadas y cuyo sino es alimentar el poder para perpetuar su influencia y seguir medrando.
Claro, lo peor no está ahí, los muertos ya no volverán y solo nos queda rendirles tributo, lo macabro es saber que todavía hoy prevalece la estafa. Goebbels era un maestro en esto, utilizar la verdad como principio para deformarla por el camino hasta el punto de doblegar la realidad. Este podrido fruto podría nacer de dos fuentes muy del personaje en cuestión: "La verdad es lo que yo diga" y "una mentira repetida mil veces se convierte en verdad". No es un charlatán, es clave entenderlo, más bien vemos una mente privilegiada con ínfulas de liderazgo que para desgracia de todos sirvió como devoto recurso indispensable del Tercer Reich.
A la pomada
Pero en las poco más de dos horas de cinta no solo asistimos al show de Robert Stadlober haciendo del ministro de propaganda, en lo referente a su personalidad y la red que va tejiendo en su beneficio. Asimismo observamos la repercusión de su fascinante plan, evidentemente por medio de las diferentes plataformas de propaganda, esa promoción del Estado de bienestar alemán del que tanto presumía Hitler en sus famosos años de paz a todos los niveles.
Primero el control absoluto de la prensa por parte del partido nazi, que actúa como único velador de la veracidad informativa. ¿Os suena? A día de hoy seguimos sufriendo un sistema prácticamente igual, siempre vestido de regeneración democrática y responsable del futuro de los ciudadanos. No por nada, el mismo Führer expresa que cualquier atisbo de libertad de prensa es un peligro para el Estado. Solo el Nacionalsocialismo, que a tales extremos trasciende al mero sentido de patria, es digno de transmitir la verdad, esa formación política que aparece como salvaguarda de la decadencia y la inmoralidad en tiempos de zozobra, pero que esconde la devoción por el líder absolutista. En definitiva, una dictadura.
Después se nos representan momentos de auténtica profundización en las técnicas de manipulación de masas, como pueden ser los encuentros multitudinarios o las recepciones al líder en las grandes ciudades, a cada detalle cuidadas para dirigir todas las miradas, los corazones y las mentes al mismo lugar: el mito del salvador. Por supuesto, no nos olvidemos de nuestro amado cine, herramienta indispensable sin la cual el Partido Nazi no podría haber calado tanto en compatriotas, tropas ni enemigos. Todo ello hace de Führer und Verführer una pieza indispensable, soportada en gran parte por los inéditos y reveladores materiales históricos, como las grabaciones de audio y vídeo de los mismos protagonistas que cometieron semejantes crímenes de lesa humanidad.
Conclusión de 'El ministro de propaganda'
El ministro de propaganda aparece en buen momento como verdadero azote de nuestra connatural capacidad para tropezar incesantemente con la misma piedra. Como rezan los testimonios, "sucedió y puede volver a suceder", no pongamos nuestra vida tan felizmente en manos de los que controlan este mundo. Esta es la pedagogía del film alemán, que reflexionemos seriamente sobre nuestros pecados cometidos, atroces crímenes de seres humanos contra su misma especie. "Todos somos iguales, vinimos igual al mundo". No os la perdáis.
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM