El negocio del dolor (Pain hustlers), es un drama inspirado en hechos reales, que nos cuenta la historia de una empresa farmacéutica sin escrúpulos en la comercialización de un peligroso analgésico. El director de la película es David Yates (varias de Harry Potter, State of play). En el reparto encontramos a Emily Blunt (Sicario, Un lugar tranquilo), Chris Evans (Capitán América: El primer vengador, Puñales por la espalda) y Andy García (Los Intocables de Elliot Ness, El padrino III). El guion se basa en al artículo del New York Times, Pain hustlers (2018), de Evan Hugues, que a su vez dio lugar al libro The hard sell. La película tuvo su premiere el pasado septiembre en el Festival del Toronto, ha tenido un estreno limitado en algunos países como EE.UU y Reino Unido, y se estrena de forma mundial en Netflix el 27 de octubre de 2023.
Crítica de 'El negocio del dolor'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El Negocio del Dolor
Título original: Pain Hustlers
Reparto:
Emily Blunt (Liza Drake)
Chris Evans (Pete Brenner)
Catherine O'Hara (Jackie)
Chloe Coleman (Phoebe)
Andy García (Dr. Neel)
Jay Duplass (Larkin)
Brian d'Arcy James (Dr. Lydell)
Amit Shah (Eric Paley)
Valerie LeBlanc (Laurene)
Año: 2023
Duración: 122 min.
País: Estados Unidos
Director: David Yates
Guion: Wells Tower. Artículo y libro: Evan Hughes
Fotografía: George Richmond
Música: James Newton Howard, Michael Dean Parsons
Género: Drama
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'El negocio del dolor (Pain Hustlers)'
Sinopsis
Liza Drake (Emily Blunt) es madre soltera, se acaba de quedar en paro y está con el agua al cuello. Hasta que conoce a Pete Brenner (Chris Evans), representante comercial de una farmacéutica, y empieza una buena racha económica. Pero también emprende un camino éticamente cuestionable y acaba implicada en una peligrosa trama criminal. Ante un jefe (Andy García) cada vez más desquiciado, los problemas de salud de su hija (Chloe Coleman) y la certeza del daño que está haciendo su empresa, Liza empieza a buscar alternativas. El negocio del dolor es un retrato perspicaz y revelador de lo que algunas personas hacen por desesperación y otras por codicia. (Netflix España)
Dónde se puede ver la película en streaming
Desde abajo
El negocio del dolor (Pain Hustlers), está inspirada en unos hechos reales que constituyeron un trágico escándalo hace unos años. Ello no significa que sea una adaptación del artículo homónimo del New York Times (luego convertido en libro) que supone el punto de partida. Así, por ejemplo, los nombres de la farmacéutica y de los personajes están cambiados. La empresa realmente se llamaba Insys, y el medicamento que tanto daño causó Subsys. En cuanto a los personajes, además de cambiarles también los nombres, son recreaciones con un transfondo de libertad creativa, por así decirlo, que no sigue exactamente la realidad.
En la película, la farmacéutica se llama Zanna, y el medicamento Lonafen. Para situarnos mejor, lo que Zanna hizo fue sobornar a médicos para que recetaran su producto. Esto, sumado a otras prácticas ilegales, y al hecho de convencer a los médicos para que el Lonafen se prescribiera para cualquier minucia (se trataba de un producto inicalmente dirigido a enfermos de cáncer con tolerancia a opioides), causó una ola de adicciones y muertes por sobredosis. Y es que este medicamente contiene el tristemente célebre fentanilo.
El negocio del dolor es la historia de esta empresa, y de algunas de las personas que hicieron posible esta tragedia. David Yates nos lo muestra a través de los ojos de Liza Drake (Emily Blunt) una mujer sin trabajo, con una hija que mantener, y desesperada que, por varios azares, es contratada como comercial por Pete Brenner (Chris Evans) para Zanna, que hasta entonces no acababa de despegar. La persistencia y la falta de escrúpulos harán el resto.
Una aproximación superficial
El negocio del dolor toma prestado el tono de la narración de varios sitios. Tenemos el toque de decadente desfase de El lobo de Wall Street (2013), y algunos elementos narrativos del Adam McKay de La gran apuesta (2015) o El vicio del poder (2018), en la utilización de la ironía en el comentario social. Lo que ocurre es que David Yates ni muestra el colmillo de Scorsese, ni tampoco llega al nivel de McKay. Por no mencionar que últimamente temáticas similares están tratadas ya: la alabada serie Dopesick (2021), La Caida de la casa Usher (2023), o Medicina letal (2023), etc.
El tema da para montar una película impactante, bien sea desde un punto de vista doloroso, o bien desde otro mordaz y vitriólico. Sin embargo, El negocio del dolor parece empeñarse en ser una narración descremada, domesticada, sin filo ni punzón. Es demasiado inofensiva, se conforma en dar una patadita al trasero de la codicia más despiadada. La perspectiva, quizá hubiera sido más eficaz para epatar si se hubiera centrado más en el dolor. Las consecuencias de la siega de vidas que supuso el Lonafen (Subsys en la vida real) llegan tarde y se despachan como de pasada. Realmente la película es más una historia de triquiñuelas empresariales y excentricidades de ricachones.
Lo cual no quita que, dada la fuerza de la historia y conociendo las cifras de afectados, sintamos desasosiego. El montaje de la historia es la de una especie de mockumentary. Por mucho que la inspiración de El negocio del dolor sea real, los personajes no lo son, y la forma de narrar es la de pretendido documental donde los protagonistas van contando su historia. La mayoría de las frases cínicas y sentencias más o menos ingeniosas viene de ahí.
Personajes y elenco de El negocio del dolor
El negocio del dolor baila al son de sus personajes. Liza Drake (Emily Blunt) comparte el enfermizo sentido de la codicia de sus colegas, pero es el más redimible. No solo porque se mete en la turbiedad por necesidad pura y dura, sino por el posterior desarrollo de su historia. La actuación de Emily Blunt quizá sea el mayor aliciente de la película, todos los momentos de enjundia de El negocio del dolor gravitan alrededor de su presencia. Si bien, uno nunca llega a creerse su vertiente "malvada" al 100%. Por su parte Pete Brenner (Chris Evans) es un personaje más unidimensional, con una persistencia de falta de escrúpulos notable.
La actuación de Evans es macarra, cínica, descreída. Un selecto espécimen del capitalismo más exacerbado y tramposo. No tiene muchas aristas, pero dentro de su cometido, hace un trabajo actoral creíble. Cabe destacar también la actuación de Andy García en el papel del Doctor Neel, el descubridor del Lonafen que progresivamente se va zumbando más y más. A consecuencia de ello Andy García está gritón, sobreactuado y (quizá de forma premeditada) paródico. Tarda en aparecer, pero cuando lo hace se muestra como un mad doctor guiado por la codicia más extrema.
Chloe Coleman interpreta a la hija de Liza, y es el núcleo de la parte más postiza y melodramática de la historia. Ni siquiera aparece un personaje parecido en el artículo o en el libro que sirven de inspiración. El desarrollo de su personaje viene dado por la estructura de la historia, más cercana a la comedia satírica inicialmente, y más propicia al drama según va avanzando. Mención también al lamentable doctor Lydell (Brian d'Arcy James), un médico que se pasa por el forro el juramento hipocrático y se alinea con la mala praxis de Zanna.
El cambio de tercio de Adam Yates
Para Adam Yates, El negocio del dolor es cambio de rumbo. Sobre todo teniendo en cuenta que dirigió la saga de Harry Potter desde La orden del Fénix (2007), y que se ha hecho cargo de las películas de Animales Fantásticos. De hecho, en lo que se refiere a cine, salvo La leyenda de Tarzán (2016) y la ignota The Tichbone Claimant (1998), no se ha prodigado fuera de las adaptaciones de J.K Rowling. En televisión sí que tiene obras de interés, como la serie británica La sombra del poder (2003), llevada años después a la gran pantalla con Russel Crowe y Ben Affleck.
El caso es que es de agradecer que se haya atrevido con un género y unas hechuras estilísticas tan distintas. Pero esta tentativa no le acaba de funcionar. El estilo es tributario de otras películas superiores, y el tono es demasiado inane para el tema que trata. El ritmo que imprime Yates no admite demasiadas variaciones, da igual si la película transita por el drama o la comedia. Al menos se las apaña para no resultar aburrido.
Conclusiones de 'El negocio del dolor'
El negocio del dolor (Pain Hustlers) no encuentra la intensidad necesaria para abordar un tema de salud pública tan grave como el que trata. La levedad en la narración de David Yates hace que el acercamiento a los juegos sucios de las farmacéuticas no pase de ser un pellizco de monja, una denuncia sin onda expansiva que, además, no posee cualidades cinematográficas de peso. La parte positiva es que Emily Blunt y Chris Evans levantan algo la función y el metraje no se hace particularmente pesado.
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