Entre Xavier Dolan y Michael Haneke, este prometedor debut de Kaveh Daneshmand con El síndrome de un verano sin fin, nos coloca en el seno de una familia cuya madre sospecha que su marido puede estar teniendo una aventura con uno de sus hijos adoptivos. Se puede ver desde el 4 de abril de 2025 en Filmin.



El síndrome de un verano sin fin

Crítica de 'El síndrome de un verano sin fin'

Ficha Técnica

Título: El síndrome de un verano sin fin
Título original: Le syndrome de l'été sans fin

Reparto:
Sophie Colon (Delphine)
Matteo Capelli (Antoine)
Gem Deger (Aslan)
Frédérika Milano (Adia)
Roland Plantin (Oficial de policía)
Patricia Piolet (Café Manager)
Nikolina Menik Tute (Camarera)
Margaret Elizabeth Ousey (Café Guest)
Geneviéve Agnès Bocquet (Café Guest)
Eva Larvoire (Mamá)
Sara Pizarro (Brigitte)
Elena Vederi (Moderador del seminario web)

Año: 2023
Duración: 98 min.
País: Francia
Director: Kaveh Daneshmand
Guion: Laurine Bauby, Kaveh Daneshmand, Gem Deger
Fotografía: Cédric Larvoire
Música: Matteo Hager, Jakub Trs
Género: Comedia. Drama
Distribuidor: Reverso Films

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de El síndrome de un verano sin fin'

Sinopsis

El sentido del deber de la madre de dos niños adoptados toma un giro macabro cuando se entera de que su esposo podría estar involucrado sentimentalmente con uno de ellos.

Dónde se puede ver la película en streaming



Sospecha hasta al final

El guion de El síndrome de un verano sin fin plantea un cóctel explosivo, celos, secretos y el fantasma del tabú, la madre, atrapada en un rol de ama de casa perfeccionista, ve grietas en la relación entre su marido y uno de sus hijos, miradas prolongadas, conversaciones susurradas, un toque de hombro que dura un segundo de más, Daneshmand construye la tensión como un chef que añade especias, pero olvida el plato principal.

El problema es la ambigüedad mal gestionada, El síndrome de un verano sin fin juega a las medias tintas hasta el final, dejando al espectador con más preguntas que respuestas, aunque el misterio puede ser un recurso válido, aquí se siente como un truco para evitar profundizar.

El síndrome de un verano sin fin película

Calor que asfixia y adormece

Kaveh Daneshmand tiene un ojo para el detalle ambiental, el verano es un personaje más, ventanas abiertas sin alivio, camisas pegadas a la piel, sombras alargadas que parecen acechar, la cámara se mueve lenta, como si el calor le pesara, capturando silencios elocuentes.

Sin embargo, el ritmo es tan lento que hasta el suspense se evapora, se diluyen en planos repetitivos de la madre espiando tras las cortinas. El intento de mezclar comedia negra con drama psicológico crea un tono esquizofrénico, ¿Nos reímos o nos estremecemos? El director no lo decide.

Sophie Colon

Miradas que gritan, diálogos que susurran

La madre carga con el peso de El síndrome de un verano sin fin con una actuación contenida, sus ojos vidriosos y manos temblorosas transmiten angustia, aunque el guion le niega monólogos o momentos para destacar fuera del conflicto principal. El marido, en cambio, es un rompecabezas mal armado, su ambigüedad roza lo absurdo ¿Es un monstruo o solo un padre? Ni el actor ni el guion lo aclaran.

Se echa en falta un mayor desarrollo emocional de los personajes, especialmente de los hijos, que quedan esbozados de forma demasiado superficial para sostener el conflicto.

El síndrome de un verano sin fin película

Un decorado que suda autenticidad

La fotografía de El síndrome de un verano sin fin es el verdadero logro, los interiores, con muebles años 90 y paredes descascaradas, huelen a polvo y nostalgia, la luz solar, filtrada por persianas, dibuja patrones que parecen jaulas, el sonido, minimalista, enfatiza lo cotidiano, el zumbido de moscas, el crujir de una mecedora, respiros entrecortados.

Pero hasta lo técnico tiene grietas, la banda sonora, casi inexistente, podría haber subrayado la tensión, en cambio, opta por un silencio que cansa, y aunque el calor se siente, falta ese golpe visual que eleve el clímax.

Conclusión de 'El síndrome de un verano sin fin'

El síndrome de un verano sin fin es una obra inquietante y con una propuesta formal sugerente, que se atreve a mirar de frente a un tema incómodo y cargado de tabú, sin embargo, su desarrollo narrativo irregular, la falta de un conflicto emocional profundo y la elección de mantenerse en una ambigüedad perpetua le restan fuerza e impacto.

Es una película que se agradece por su osadía, pero que deja la sensación de haberse quedado a medio camino entre el retrato psicológico y el puro gesto provocador.

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