El pasado 23 de febrero, el Centro Dramático Nacional inauguró la obra El teatro de las locas, escrita y dirigida por Lola Blasco. Se presentará en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero hasta el 31 de marzo. En esta obra, Lola Blasco arroja luz sobre uno de los períodos más sombríos de la historia de la psiquiatría. En ella, la histeria, una enfermedad mental asociada principalmente a las mujeres. Esta fue utilizada como pretexto para confinarlas en instituciones psiquiátricas, donde fueron sometidas a diversos experimentos y abusos.
Título: El teatro de las locas Título original: El teatro de las locas
Reparto: Alda Lozano
María Pizarro
Nieves Soria
Alberto Velasco
Pepa Zaragoza
Vidal
Duración: 100 min. apróx. Dirección: Lola Blasco Dramaturgia: Lola Blasco Escenografía:Luis Crespo Iluminación: Juanjo Llorens Vestuario: Pier Paolo Álvaro Movimiento: María Cabeza de Vaca Vídeo: Elena Juárez Ayudante de dirección: Salomé Flor Fotos: Luz Soria Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero Diseño de cartel: Equipo SOPA Producción: Centro Dramático Nacional
Tráiler de 'El teatro de las locas'
Sinopsis de 'El teatro de las locas'
El teatro de las locas es un espectáculo que juega con lo meta-teatral. La obra habla de la enfermedad mental como patología, pero también sobre la construcción de un imaginario: el de la locura. Imaginario que se ha asociado históricamente con la biología femenina, o con rasgos que entendemos como femeninos. En la particularidad del mundo hospitalario el médico francés, Jean Martín Charcot, hizo que sus pacientes se convirtieran en actrices compitiendo por su atención con gestos cada vez más histriónicos en busca de su perfecto tableau vivant, o como él mismo lo llamó: «su museo vivo».
Las «enfermas» -algunas lo eran, pero otras simplemente acababan allí por ser huérfanas, prostitutas, revolucionarias y un largo etcétera- a menudo fueron retratadas como personajes femeninos de Shakespeare, tal y como nos han llegado a través de la pintura. Ofelia o Lady Macbeth son solo algunos de los personajes en los que el médico, mentor de Freud y padre del psicoanálisis, utiliza para justificar una enfermedad: la histeria. En El teatro de las locas nos centramos en la fascinación que produjo la tortura en directo a los pacientes diagnosticados de histeria. La obra es una comedia ácida que dialoga con el presente, que habla de la locura, sí, pero también del vouyerismo, del sadismo y de la crueldad con la que se ha tratado a aquellos que se han salido de lo que la norma impone. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL).
Contexto histórico y clínico detrás de la obra
Muchas de estas mujeres no padecían ninguna enfermedad mental. Más bien, fueron ingresadas por sus propios cónyuges o familiares con el fin de obtener herencias o iniciar una nueva vida. Según palabras de Lola Blasco: "Algunas realmente estaban «enfermas», pero otras simplemente acababan allí por ser huérfanas, prostitutas, revolucionarias, y así sucesivamente"
En París, el Hospital de la Salpêtrière fue uno de los lugares donde se llevaron a cabo estas prácticas, bajo la dirección del neurólogo Jean-Martin Charcot. Una figura destacada en la historia de la psiquiatría moderna. Sin embargo, no fue el único centro donde se ejerció esta forma de violencia psiquiátrica, como señala la directora: "En Montdevergues, por ejemplo, la escultora Camille Claudel estuvo recluida, internada por su madre y hermano debido a ciertas prácticas que no eran aceptadas en la época, junto con un brote de paranoia. A pesar de que los médicos recomendaron su regreso a casa, falleció y fue enterrada en el sanatorio".
Puesta en escena
La puesta en escena de El teatro de las locas reúne a seis actrices. Éstas, a través de diversos personajes de Shakespeare, ofrecen una crítica humorística de lo sucedido en numerosas instituciones psiquiátricas en todo el mundo. Las pacientes se convierten en actrices improvisadas y presentan su espectáculo ante el público, emulando las representaciones que realizaba Jean-Martin Charcot con sus pacientes, quienes participaban en pequeñas escenas que despertaban la curiosidad del público debido a su desnudez.
Lola Blasco comenta: "Ha sido un desafío considerable, ya que he tenido que sumergirme en cartas de pacientes del antiguo manicomio de Leganés, recopiladas por investigadores como Rafael Huertas, donde relatan que carecían de ropa y que nadie los visitaba. Esas cartas, en las que pedían ayuda desesperadamente, nunca llegaban a su destino". "No ha sido fácil abordar este tema", continúa, "por eso, a través de esta producción, he querido arrojar luz sobre estos acontecimientos, transformando el horror en un espectáculo humorístico. Es mi forma de rendir homenaje a todas esas víctimas anónimas".
Un elenco excelente
Los personajes de El teatro de las locas encarnados por Alda Lozano, María Pizarro, Nieves Soria, Alberto Velasco y Pepa Zaragoza, eran verosímiles. Son particulares, extraños… muy raros. Pero a todos ellos te los crees, y nada puede ser mejor de una actuación tan esperpéntica que llegar a parecer creíble.
Hacer de sus personajes personas de carne, hueso y pensamientos es el gran mérito de este grupo. Junto a los intérpretes, se encuentra Vidal, un hombre de pequeña estatura camuflado en el rincón del escenario. Él pone voz y guitarra a la música de la obra. Siendo él la guinda del pastel pues de su aparición se hacía siempre una grata sorpresa.
Conclusión
Estar loca pocas veces se aproxima tanto a la cordura. Pero ¿qué es la cordura sino la mejor de las actuaciones por el disimulo? Los personajes de Blasco representan diferentes patologías, distinguidas disrupciones de las personalidades socialmente normalizadas, pero al final todos ellos se rigen por normas que todos conocemos y a través de ello llegan a una coherencia común, aunque más ligera, que les permite encontrarse.
La pequeña sala del Maria Guerrero donde sucede la magia dispone de apenas 50 sillas alrededor del que será el escenario. El espectador queda así convertido en espectador-partícipe por la rotación del teatro. Una vez situado como parte del atrezzo de la sala, queda expuesto a las miradas de "las locas". Esta inmersión a la que nos somete Lola Blasco permite disfrutar e incomodarnos a partes iguales. Pero nadie querría acudir a la fiesta de la posmodernidad desde una butaca en un palco.