Entre los cinéfilos, abundan las discusiones eternas: la etapa inglesa del maestro Hitchcock frente a su trabajo en Hollywood, el Wilder más cómico versus ese otro Wilder ducho en cine negro, y cómo no, las obras alemanas de Fritz Lang (Secreto tras la puerta) en contraste con su prolífica filmografía americana. En lo que respecta a este genio vienés, el inseparable díptico formado por El tigre de Esnapur y La tumba india (1959) se sitúa entre dos aguas.



Critica de 'El tigre de Esnapur y La tumba india'

Fichas Técnicas

El tigre de Esnapur

Título: El tigre de Esnapur
Título original: Der Tiger von Eschnapur

Reparto:
Debra Paget (Seetha la bailarina Sheeva)
Walther Reyer (Maharajá Chandra)
Paul Hubschmid (Harald Berger)
Claus Holm (Dr. Walter Rhode)
Sabine Bethmann (Irene Rhode)
Valery Inkijinoff (Yama)
Luciana Paluzzi (Bharani - sirviente de Seetha)

Año: 1959
Duración: 101 min
País: Alemania del Oeste (RFA)
Director: Fritz Lang
Guion: Werner Jörg Lüddecke, Fritz Lang. Novela: Thea von Harbou
Fotografía: Richard Angst
Música: Michel Michelet
Género: Aventuras. Drama
Distribuidor:

Filmaffinity

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Sinopsis

Harald es un afamado arquitecto cuyos servicios han sido demandados por el maharajá Chandra del reino de Esnapur. De camino, Harald salva a la bella bailarina Seetha de las fauces de un tigre. El flechazo entre los dos es instantáneo, pero el maharajá, dominado por los celos, no está dispuesto a que esta relación siga adelante.

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La tumba india

Título: La tumba india
Título original: Das Indische Grabmal (The Indian Tomb)

Reparto:
Debra Paget (Seetha)
Paul Hubschmid (Harald Berger)
Walther Reyer (Maharajá Chandra)
Claus Holm (Dr. Walter Rhode)
Valery Inkijinoff (Yama)
Sabine Bethmann (Irene Rhode)
René Deltgen (Príncipe Ramigani)
Jochen Brockmann (Padhu: aliado de Ramigani)
Jochen Blume (Asagara - el ingeniero)
Richard Lauffen (Bhowana)

Año: 1959
Duración: 96 min.
País: Alemania del Oeste (RFA)
Director: Fritz Lang
Guion: Werner Jörg Lüddecke, Fritz Lang. Novela: Thea von Harbou
Fotografía: Richard Angst
Música: Gerhard Becker
Género: Aventuras. Romance
Distribuidor:

Sinopsis

El arquitecto europeo Harald Berger y la bailarina Seetha son capturados por los hombres de Chandra. Mientras tanto, Ramigani planea arrebatarle el poder a su hermano, sirviéndose de sus aliados en palacio. Cuando Chandra se entera de la relación amorosa entre Seetha y Berger, hace llamar al doctor Rhode para encargarle la construcción de una enorme y lujosa tumba destinada a los dos enamorados.

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Tráiler de 'El tigre de Esnapur y La tumba india'



Retorno a los orígenes

Tras treinta años de exilio en los Estados Unidos, Fritz Lang decidió volver a casa. La Alemania que encontró no era la misma que aquella de la que huyó, en pleno ascenso del nazismo, pero las heridas fruto de esos tiempos convulsos seguían abiertas en un país ahora partido en dos. Y qué mejor remedio, pensó el padre de El doctor Mabuse (1922) y M (1931), que volver a las esencias, también en su cine, un cine que nació, allá por los felices años veinte, de la fértil unión creativa con su guionista y esposa, Thea von Harbou.

Animado por el productor Artur Brauner, Lang desempolvó La tumba india, un viejo guion escrito a dos manos con Thea von Harbou, autora de la novela original en la que se inspiraba la historia. El cineasta austriaco estuvo a punto de dirigir una versión muda de la misma en 1921, pero el trabajo terminó recayendo en Joe May; cuatro décadas después, se presentaba la oportunidad de filmar aquella epopeya india a su manera. Y era tanto lo que había que contar, que hicieron falta dos películas, dos partes de un todo colosal.

El tigre de Esnapur
Fotogramas de El tigre de Esnapur

Entre lo épico y lo antagónico

La atracción de Fritz Lang por civilizaciones percibidas en aquel entonces como remotas y misteriosas, tales como la hindú, al igual que por los cuentos y leyendas épicas, venía de lejos, y de ello dan fe distintas producciones de su cosecha, en la línea de Las tres luces (1921) o el ciclo de Los nibelungos (1924). Pero es en su singular cantar indio donde el maestro vienés da rienda suelta a ese gusto por lo exótico hasta cotas nunca antes vistas, trasladándonos a otro mundo que resulta tan cautivador como amenazante.

El mensaje que contienen El tigre de Esnapur y La tumba india es nítido: el choque entre dos culturas antagónicas es inevitable cuando estas se encuentran, más todavía si entran en juego el amor y el despecho. El ilustrado arquitecto alemán Harold Berger frente al tiránico Maharajá Chandra; el raciocinio del hombre occidental versus la indomable violencia del tigre de Bengala; y entre tantos opuestos, un nexo de equilibrio que camina entre ambos universos: Seetha, una bailarina de padre europeo y madre asiática.

La tumba india
Fotogramas de La tumba india

El Lang arquitecto

No es casualidad que el protagonista de esta historia sea un arquitecto. El propio padre del director lo fue, e intentó que su hijo siguiera los mismos pasos en lo que se refiere a sus estudios universitarios. Fritz Lang acabó optando por el cine, pero sus conocimientos sobre arquitectura no cayeron en saco roto, hasta el punto de convertirse en uno de los pilares de sus películas. Así lo demuestran Metrópolis (1927) y su icónico futurismo "art nouveau", o esos modernos interiores de Perversidad (1945) y La mujer del cuadro (1944).

Por supuesto, la arquitectura también juega un papel crucial en este dueto hindú de lo más "languiano", contribuyendo a afianzar el sinfín de dualidades sobre el que se levanta esta historia de intrigas, desamor y venganza. Y es que la pulcritud de los opulentos palacios del Maharajá (entre ellos, el Palacio del Lago, en Udaipur, que aparecería después en Octopussy) contrasta, y mucho, con el aura casi demoniaca de las tenebrosas catacumbas del templo. Luz frente a oscuridad, superficie versus subsuelo; Lang en estado puro.

Conclusión de 'El tigre de Esnapur y La tumba india'

Como sucede con Metrópolis y la ciencia ficción, o Los sobornados (1953) y el cine negro, sin este testamento indio de Fritz Lang, no se entiende el cine de aventuras. Joyas como Indiana Jones y el templo maldito (Steven Spielberg, 1984) no existirían sin el inabarcable legado de uno de los pioneros más grandes de la historia, no solo del cine, sino del arte. Y es que el nombre de Lang ha sido, es y seguirá siendo sinónimo de modernidad.

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