El pasado 26 de abril se estrenó la obra Esto podría durar y durar y durar y durar en la Sala Mirador. Dirigida por Tomás Cabané, parte de un texto del autor multipremiado chileno Nicolás Lange. El reparto lo forman María Ordóñez, David Soto Giganto y Raúl Pulido. Se ha convertido en uno de los estrenos más esperados del final de temporada de 2023-2024 de la conocida sala teatral. Producida por Malala Producciones, se representará hasta el 12 de mayo en la Sala Mirador.
Crítica de 'Esto podría durar y durar y durar y durar'
Título: Esto podría durar y durar y durar y durar Título original: Esto podría durar y durar y durar y durar
Reparto: María Ordóñez Raúl Pulido David Soto Giganto
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Tomás Cabané Dramaturgia: Nicolás Lange Ayudante de dirección: Daniel Guerro
Ayudante de producción: Tomás Pozzi
Diseño de espacio escénico: Igone Teso
Academia AAEE: Alberto Velasco
Diseño de vestuario: Igone Teso en colaboración con Tomás Cabané
Diseño de iluminación: Elena Alejandre
Espacio sonoro: Alejandro Matrán
Asesoría coreográfica: Josefina Gorostiza
Fotografías: Rebeca Balas
Asesoría de producción y distribución: Inma Almagro
Agradecimientos: Academia de las Artes Escénicas, Teresa Díez Recio, Resad, CC. Paco Rabal, CJ. Pipo Velasco. Producción: Malala Producciones
Sinopsis de 'Esto podría durar y durar y durar y durar'
Ante la imposibilidad de traducir el dolor ajeno, la falta de confianza en el teatro heroico y el obstáculo de hacer durar una relación de amor sin asesinarla, Esto podría durar y durar y durar y durar y durar es un zoom a la intimidad amorosa homosexual versus la generalidad obscena del discurso de odio.
Esto podría durar y durar y durar y durar, obra escrita por Nicolás Lange, el texto se articula como un collage de tres historias de amor LGBTIQ+ inspiradas en hechos reales: las declaraciones de un hombre gay que se suicida en una cárcel de Puerto Montt, una pareja que muere quemada en su casa en Texas y un bruja que colabora con la dictadura de Pinochet para encontrar a un grupo de opositores homosexuales que se esconden en la Isla de Chiloé. (SALA MIRADOR).
El alegato ante lo que se espera
Nicolás Lange ha logrado captar la atención de forma internacional con la obra Esto podría durar y durar y durar y durar, un drama dividido en tres historias donde se denuncia la homofobia desde distintas perspectivas. Para comenzar, la dramaturgia lleva a una introducción donde se alega aquello que es y no es la obra, aunque efectiva en su contenido, puede parecer algo larga en su resultado. La razón es que acaba por incidir en exceso en el mensaje que desea lanzar en esta primera toma de contacto. Después, revela tres historias que toman una combinación de lenguaje poético y naturalista, que sienta bien en algunas ocasiones, lo que permite entender qué es lo que se quiere mostrar al espectador. Es importante el alegato en contra de la violencia LGBTfóbica, sin duda, este es uno de los aspectos más importantes.
Sin embargo, el problema que se halla en la pieza es una convención de distintas estrategias narrativas que no todas llegan a buen puerto. Hay momentos en los que la incertidumbre termina por copar la atención del espectador, quién en intentos de comprender lo que se ve sobre la escena, termina desconectando por momentos. En consecuencia, pese a verse una intención clara, no logra la misma precisión en el desarrollo, que deja un poso difuminado. Lo mismo sucede con los interludios que acompañan a la pieza, algunos presentan una comedia muy bien ejecutada, pero la cohesión interna se pierde en el entramado. Sería interesante ver qué se pierde ante el bullicio de un experimento que debe tomar cuerpo.
La recreación y la narración
María Ordóñez es la primera en pisar el escenario de la obra Esto podría durar y durar y durar y durar, con fuerza y con energía se presenta como una narradora omnisciente, que teje las uniones entre los diferentes relatos, así como participante en algunas de las recreaciones. El trabajo de Ordóñez es sólido, algo que muestra la determinación con la que afronta varias escenas. Especial mención a su capacidad expresiva, así como el aspecto musical. Después, Raúl Pulido realiza una labor escénica de gran cuidado, se puede ver que el actor entrega tanto cuerpo como pasión para transitar por las distintas emociones y situaciones por las que van viviendo sus personajes.
No se puede negar que el lenguaje corporal es muy importante tanto en Pulido como en David Soto Giganto, los dos realizan un baile escénico de gran calidad, donde se puede ver la química que emerge entre los dos. Con lo cual, esta dupla es perfecta para lo que se desea mostrar. De forma individual, David Soto Giganto demuestra una gran experiencia sobre las tablas, no solo transformándose en lo que le demanda la propia pieza, sino también por la naturalidad con la que afronta cada pasaje. Gracias a ello, se queda en la retina del espectador, quién disfruta de su trabajo sobre las tablas. En resumen, el trabajo actoral es de los mejores aspectos de la obra.
Entre relatos
La puesta en escena de la obra Esto podría durar y durar y durar y durar se construye de diferentes lenguajes artísticos que confluyen para traer una obra partida en distintos retazos que buscan llevar al espectador por cada pieza. Por un lado, se ve una escenografía que no se sobrecarga, lo cual es un acierto, ya que se va completando y transformando, dando vida a la propuesta. Después, se complementa con música en directo, audiovisuales, vídeo en directo... En este sentido, es donde se percibe una especie de batiburrillo que no siempre llega a buen puerto. Por ejemplo, el vídeo en directo acaba por ser un estímulo excesivamente perpetuo, que usado en momentos concretos sería más efectivos, ya que llega un momento en el que la atención se dirige o hacia el escenario o hacia el monitor.
Los interludios, aunque bien ejecutados técnicamente, artísticamente no consiguen ese punto de cohesión, lo que hace que se vean como añadidos sin una intención clara. Aun así, aplaudir la del cuento de las manos, que consigue sacar una sonrisa al espectador, además de ser visualmente entretenida. El espacio sonoro realiza un trabajo muy bien diseñado, al igual que la iluminación, la cual adquiere gran importancia en momentos de mayor emoción. En este sentido, se valora muy positivamente que se haya realizado un trabajo potente. Por último, el ritmo es irregular, con partes más dinámicas y aquellas en las que se pierde el fuelle, dando un resultado que no brilla como pudiera esperarse. Se echa en falta más concreción y selección, en resumen.
Conclusión
Esto podría durar y durar y durar y durar es un alegato contra LGBTfobia, que emerge desde una propuesta diferente, en una búsqueda por sorprender. Por tanto, la dramaturgia deambula por diferentes estadios, unos más brillantes que otros, donde podría potenciarse con una mayor cohesión y claridad. No obstante, su elenco es estupendo, un trabajo dramático muy bien ejecutado, destacando la química entre Raúl Pulido y David Soto Giganto. La puesta en escena utiliza muchos recursos, que no siempre van bien unidos, con especial mención al diseño de iluminación y sonoro. Se experimenta demasiado ruido y confluencias de lenguajes, necesitándose una mayor limpieza y selección para obtener un resultado más óptimo. Los capítulos del horror de la homofobia envueltos en un canto abstracto.